MADRID / Infermi d’Amore, enfermos por Venecia
Madrid. Auditorio Nacional (Sala de cámara). 4-IV-2023. Ciclo Espacio de Cámara (Fundación Excelentia). Infermi d’Amore. Obras de Vivaldi, B. Marcello y Veracini.
Han surgido en los últimos años varias y muy buenas formaciones especializadas en música barroca que tienen en común dos circunstancias: contar con numerosos miembros españoles y haberse formado en el entorno de la Schola Cantorum Basiliensis. Infermi d’Amore, cuya voz cantante lleva Vadym Makarenko, violinista ucraniano radicado en Madrid, es una de ellas. Anoche debutaba en el Auditorio Nacional de Música, y lo hacía ofreciendo el mismo programa de su primer y, por ahora, último CD: Lost in Venice, que contiene obras de tres compositores de la ciudad de los canales: Antonio Vivaldi, Benedetto Marcello y Antonio Veracini (que nació en Florencia, es cierto, pero que ya con veinte años se ganaba la vida tocando el violín en la Basílica de San Marcos).
Podría decirse que Infermi d’Amore, con sus indisimulables características propias, es en buena medida tributario de Gli Incogniti, la formación que dirige Amandine Beyer. Lo es porque varios de sus integrantes han estudiado con la violinista francesa, y eso se nota de manera palmaria en su forma de tocar, pero también por su disposición física sobre el escenario: las cuerdas altas van cambiado de ubicación en cada obra, lo cual no solo hace que el sonido se torne ligeramente diferente, sino que ayuda a resaltar el protagonismo individual de los músicos. Sobre todo, en progamas como este, en los que figuran conciertos para violín o violonchelo solo, pero también conciertos para dos violines.
Ataviados de manera poco formal (Makarenko, por ejemplo, lucía una cazadora de color crema con pantalones beige a juego), los componentes de Gli Incogniti evidenciaron ya desde las primeras notas la energía que les es característica. Optaron por interpretar al principio las dos únicas obras que no son de autoría vivaldiana (la Obertura nº 6 de Veracini y el bellísimo Concierto para violín en La mayor op. 1 nº 9 de Marcello), para centrarse luego exclusivamente en el cura pelirrojo. Estas obras tienen un denominador común: haber sido grabadas por primera vez en el Lost in Venice al que antes hacía referencia. Varias de ellas han requerido de reconstrucción, por hallarse perdidos alguno de sus movimientos. Dicha reconstrucción ha corrido a cargo del musicólogo y violinista Oliver Fourés (presente anoche entre los espectadores), tal y como detallaba Makarenko en una reciente entrevista en SCHERZO.
Destacó, obviamente, Makarenko, pero también lo hizo la norteamericana Natalie Carducci en el Concierto para dos violines en La mayor RV 521 que cerraba la velada. Especial relevancia tuvo, igualmente, Bruno Hurtado, con una vibrante lectura del endiablado Concierto para violonchelo en Si bemol mayor RV 788 (tocado, por cierto, de memoria, sin necesidad de partitura). Magnífica, por otro lado, la labor del bajo continuo, a pesar de que en esta ocasión faltaban el clavecinista y organista titular (Joan Boronat, cuyo puesto fue ocupado por David Palanca) y el anunciado laudista Jadran Duncumb (suplido por el italiano Jeremy Nastasi).
Infermi d’Amore, y esos otros grupos de raíz basiliense a los que hacía referencia, son la más clara constatación del magnífico estado de salud por el que atraviesa la música antigua en toda Europa, pero especialmente en España.
Eduardo Torrico