LA CORUÑA / El Arditti Quartet da el sello de madurez al Festival RESIS
La Coruña. Auditorio Abanca. 1-VI-2024. Arditti Quartet. Obras de López López, Saunders y Nono.
Tras el extraordinario concierto de Arxis Ensemble el pasado 25 de mayo, el Festival RESIS nos volvió a ofrecer otro fin de semana para el recuerdo, con la visita por primera vez a Galicia del Arditti Quartet, una de esas formaciones cuya presencia en un festival de música contemporánea confiere un sello de calidad que, al mismo tiempo, otorga madurez y visibilidad internacional a una cita, RESIS, ya muy consolidada, cuyo radio de acción y proyectos crecen cada año, cubriendo no sólo una mayor dimensión geográfica (que en 2024 llega hasta Madrid y Roma), sino de actividades que acercan la nueva música a diferentes públicos, así como posibilitan a los jóvenes compositores el trabajar mano a mano con los intérpretes de referencia en este repertorio.
En esta última clave hemos de entender la actividad que, un día antes de su concierto en RESIS, desarrolló el Arditti Quartet, dentro del proyecto RESIS.LAB. Nos referimos al II Panel de Lectura de Partituras, que tuvo lugar en el Conservatorio Superior de Música de La Coruña tras un proceso de selección de treinta obras escritas por compositores menores de 35 años de diferentes nacionalidades, de entre los cuales finalmente acudieron a Galicia para trabajar con el Cuarteto Arditti el coreano Joonghyun Lee, la castellonense Mar Caballer y el chino Ziyi Tao.
Son tres jóvenes creadores de talento y una muy sólida formación que disfrutaron de cuatro horas de ensayos en las que los miembros del Arditti ofrecieron valiosos consejos sobre organización de materiales, notación, articulación y procedimientos para que las brillantes ideas de esta nueva generación resulten más fácilmente comprensibles para los músicos a la hora de trazar una directa relación entre las intenciones de los compositores y unos resultados musicales que, por lo escuchado en este panel, hacían acreedoras a las piezas de Lee, Caballer y Tao de ser programadas en RESIS. Una experiencia, así pues, que nos congratula y da esperanzas, tanto por la altura artística que han mostrado los tres compositores como por el valor formativo de esta actividad.
Un día después, el 1 de junio la cita con el Arditti Quartet nos llevó, por primera vez en RESIS, al Auditorio Abanca, un recinto subterráneo perfectamente insonorizado que fue especialmente seleccionado por el director artístico del festival, Hugo Gómez-Chao, en base al silencio requerido para la audición de tres partituras tan sutiles y delicadas como las tocadas por el Cuarteto Arditti en su debut gallego; tres partituras que fueron presentadas por Hugo Gómez-Chao evidenciando las sólidas líneas de pensamiento artístico y musical que articulan la programación de RESIS.
La primera de ellas fue el Cuarteto de cuerda nº2 “Infinita domenica” (2020), de José Manuel López López, partitura estrenada por un Arditti Quartet que en enero de 2023 la grabó como parte de su registro de los cuartetos del compositor madrileño para el sello Kairos (disco que mereció el Excepcional de Scherzo). En La Coruña pudimos ser partícipes de cómo Irvine Arditti, Ashot Sarkissjan, Ralf Ehlers y Lucas Fels han hecho suyo este cuarteto, con unos niveles de ejecución técnica portentosos, a los que se suma algo que en dicha grabación discográfica no podemos experimentar: la dramaturgia espacial de la que parte Infinita domenica, con el violonchelista solo en el escenario, mientras que violines y viola suenan en la lejanía y se van acercando, hasta componer la formación tradicional del cuarteto y cohesionar unos tempi previamente fragmentados: primera de las muchas reflexiones sobre el tiempo que aquí convergen.
Como señaló en su día Jacobo Gaspar en su extraordinario libro sobre José Manuel López López, su música ha evolucionado hacia la conquista de lo que Makis Solomos denomina «Total sonoro», algo que en Infinita domenica tiene uno de sus más radiantes ejemplos, uniéndose en este cuarteto elementos espectrales, granulares, fractales, extendidos y ruidistas que —como señala Gaspar en sus notas para Kairos— van del infinito a las partículas: multitemporalidad que resulta crucial en este Segundo cuarteto, y ya no sólo en su dimensión más abstracta y matemática (que tanto lleva estudiado López López), sino en la vivencia descarnada de un tiempo que, durante el confinamiento del año 2020, devino estático, desasosegante y transformador de nuestras experiencias previas con respecto a lo que veníamos denominando ‘cotidianeidad’.
En buena medida, ello justifica esa amplísima paleta de recursos que confluyen en Infinita domenica, pues en el cuarteto tanto palpita lo más puramente cronométrico (en unos obsesivos pizzicati que parecen el metrónomo de dicha cotidianeidad) como la tensión más crispada de la claustrofobia que hace cuatro años padecimos, audible en las sobrepresiones y técnicas más cercanas a la musique concrète instrumentale. De este modo, contenido y forma, dramaturgia y técnica, se imbrican en este Domingo infinito como en pocas obras de López López lo hacen de una forma tan confesional: suma de macro y microtiempos que se superponen, entretejen y colisionan, haciéndonos sentir desde el sofoco hasta los rayos de una luz reconfortante, como la que se tendía entre el violín de Ashot Sarkissjan y la viola de Ralf Ehlers: pura evanescencia.
La transparente sequedad del Auditorio Abanca cambia nuestra percepción de Infinita domenica con respecto a la más inmersiva y reverberante grabación de Kairos, de una perfección apabullante, aunque no por ello en vivo el alma de cada técnica extendida se pierda; dándose que, al contrario, incluso algunas se expandan con esa carnalidad del gesto que es desasosiego-en-el-encierro, como los pizzicati con glissandi de cuerdas al aire en el violonchelo de Lucas Fels: soberbios. Como el violonchelista alemán, los demás miembros de Arditti impresionaron en este soberbio comienzo de concierto.
También lo harían en Fletch (2012), cuarteto de Rebecca Saunders que se conecta muy directamente con la partitura de la compositora londinense escuchada una semana antes en RESIS, Fury II (2009), concierto para contrabajo que asimismo utiliza la scordatura para reinventar tímbricamente los instrumentos: procedimiento que en Fletch resulta especialmente acusado en el violonchelo, dándonos otra lección magistral Lucas Fels de afinación y dominio de los campos armónicos desnaturalizados.
Igualmente estrenado por el Arditti, este primer cuarteto de Saunders se articula como una flecha en constante huida hacia adelante: progresión reforzada por el sentido tan cinético de los violines, con sus trémolos y glissandi de agitada gestualidad, mientras que el violonchelo expone el ya citado contrapunto armónico descendiendo a la tesitura de un contrabajo, lo que refuerza el contraste con el repetido sul ponticello de los violines en registro agudo, por lo que el espectro armónico de esta flecha cuatripartita es muy amplio y comprende diversas formas del peso como sustancia musical.
Así, en perfecta respuesta a lo demandado por Rebecca Saunders, el Cuarteto Arditti destaca especialmente los aspectos relacionados con la levedad o la gravedad de cada sonido, ya sea con un uso obsesivo del trino, con la sutilidad de unos reguladores dinámicos que constantemente nos llevan desde lo inaudible al fortissimo o con la incidencia en el gesto como matiz del color. Conocía bien la grabación de Fletch efectuada por el Arditti para col legno en 2013, y he decir que en vivo la obra ha ganado enteros, con un plus de vivacidad, planos y armónicos, así como con eso que, tras el concierto, el compositor Miguel Matamoro me decía es tan importante en Rebecca Saunders: su exquisito manejo de la continuidad del flujo sonoro y las resonancias.
Cerró el programa un nuevo encuentro con la música del gran protagonista de RESIS en 2024, Luigi Nono, con la segunda audición en Galicia (tras la del CGAC, en 1996) de Fragmente-Stille, An Diotima (1979-80). Con RESIS como único festival en España que ha dedicado a Nono una atención tan especial con motivo de su centenario, la presencia de Fragmente-Stille resultaba fundamental, ya no sólo por tratarse de la puerta de acceso al último Nono, sino por ser su partitura más extensa programada en RESIS, habiendo llegado la lectura del Cuarteto Arditti a los 34:20 minutos de duración; versión, por tanto, moderadamente rápida, si pensamos en su propio registro del año 1990 para Montaigne, de 35:51 minutos; o en los del Quatuor Diotima (Assai, 2003), de 35:48; Pellegrini Quartet (BVHAAST, 1995), de 36:26; o LaSalle Quartet (DG, 1983), de 38:11 (pues los 27 minutos del Moscow String Quartet (col legno, 1989) me siguen pareciendo una extravagancia para esta partitura).
Ahora bien, un valor estrictamente cronométrico poco dice, por sí solo, en Fragmente-Stille, por cómo cada cuarteto puede distribuir la duración interna, comprimiendo o dilatando los calderones diseminados por Nono en la partitura, siendo la lectura del Arditti, en este sentido, muy homogénea en la dispersión del tiempo por cada módulo poético, sin que unos hayan primado en exceso sobre otros y apostando por un tenuto muy límpido en los arcos, lo que redunda en ese juego de resonancias que arma el canto sospeso de evocaciones hölderlinianas que palpita en una página cuya articulación en RESIS ha tenido un mayor eco beethoveniano que el de su grabación de 1990. Es ésta, además, una opción muy interesante, dada la sequedad acústica de la sala, pues haber apostado por silencios más prolongados hubiese atenuado el alma de las resonancias, la proteica densidad del silencio; así que, de nuevo, con su concentración y mayor levedad (frente al más tenso registro fonográfico), el cuarteto londinense ha vuelto a demostrar que las obras de Luigi Nono (si están en manos de sabios intérpretes, pues recordemos que Irvine Arditti trabajó el cuarteto con el compositor) son música no ‘para’, sino ‘con’ el espacio: primer paso, el efectuado en Fragmente-Stille, de un Nono que en los años ochenta haría del tiempo, la música y el espacio un solo todo.
Como señaló Hugo Gómez-Chao en su estupenda presentación del concierto, el Arditti Quartet es una agrupación que nos ha acompañado a lo largo de nuestra formación artística y musical, descubriéndonos tanto nuevas partituras como nuevos enfoques en el repertorio tradicional. Son, por tanto, parte de nuestro paisaje sentimental y de nuestras vivencias cotidianas, de forma que el hecho de que hayan visitado por primera vez Galicia con tan potente programa y unos resultados tan sobresalientes ha sido una experiencia que no sólo confiere altura a RESIS, sino que queda en el recuerdo de quienes amamos la mejor música en manos de sus más reputados intérpretes. Tras lo escuchado al Arditti, el listón de RESIS queda, de cara al 2025, a una altura mayúscula.
Paco Yáñez
(Fotos: Xurxo Gómez-Chao)