SANTIAGO DE COMPOSTELA / Nace el Arxis Ensemble
Santiago de Compostela. Iglesia de la Universidad. 1-II-2022. Iannis Xenakis, Rebonds A. Arxis Ensemble.
No deja de sorprendernos que en Galicia, una región tan alejada de los centros neurálgicos de la nueva música europea, a lo largo del siglo XXI haya proliferado un buen número de ensembles especializados en música contemporánea; algunos de ellos, con clara vocación de ser punta de lanza en cuanto a estrenos o a innovadoras propuestas multimedia, como Vertixe Sonora y Pulso Ensemble.
Sin embargo, cierto es que en el repertorio de los conjuntos hoy en día más activos en Galicia se echaba en falta una mayor presencia de los grandes nombres que han liderado la composición internacional desde la segunda posguerra, siendo así que creadores como Helmut Lachenmann, Luigi Nono, György Ligeti, Salvatore Sciarrino, Morton Feldman, Pierre Boulez y un largo etcétera han tenido una muy escasa o nula presencia, haciendo complejo que el público salve ese agujero negro que se crea entre los sucesivos estrenos de conjuntos como Vertixe y las programaciones de unas orquestas públicas que insisten, temporada tras temporada, en el repertorio más trillado, apoltronándose en unos programas que, cuando se atreven con la música actual, lo hacen de un modo acomodaticio y provinciano.
Conscientes de tal agujero en nuestras programaciones, los responsables del Arxis Ensemble nos presentan una nueva iniciativa musical, con la creación de una agrupación que reúne a jóvenes instrumentistas españoles y europeos en un conjunto que cuenta con la dirección artística del compositor coruñés Hugo Gómez-Chao y con Noè Rodrigo Gisbert en la dirección de proyectos, percusionista alicantino que aquilata una dilatada experiencia en el repertorio contemporáneo y actual, destacando su frecuente colaboración con el neerlandés Asko|Schönberg, uno de los ensembles de referencia en la creación musical de nuestro tiempo.
Precisamente, Noè Rodrigo fue el encargado de presentar en sociedad el proyecto del Arxis Ensemble, por medio de un recital de percusión enmarcado en la inauguración de la exposición que la escultora Soledad Penalta compartirá con nosotros hasta el próximo 26 de marzo en la Iglesia de la Universidad compostelana. Este diálogo entre música y arte es consustancial ya no sólo a las esculturas de Penalta, tan vibrantes y dinámicas, sino a ciclos como A_NEXOS y RESIS, de los que Hugo Gómez-Chao es director artístico, y en los que (como ya hemos comprobado en Scherzo) tan frecuentemente somos invitados a tender puentes entre la música, las artes y el pensamiento: modelo habitual en los ensembles europeos más reputados, en los que Arxis se inspira.
Detrás tanto de A_NEXOS como de RESIS está AÏS, asociación cultural cuyo nombre es todo un homenaje a un compositor del que en 2022 celebramos el primer centenario de su nacimiento, Iannis Xenakis: efeméride que el ensemble Arxis festejará como se merece a lo largo de los próximos meses (algo que nos mueve a preguntarnos cuántas orquestas españolas habrán incorporado partituras del genio greco-francés a sus respectivas temporadas, para que su público pueda ir más allá de los aniversarios que, paradójicamente, celebran a los mismos compositores con los que ya se atestan las programaciones año tras año, con unos resquicios mínimos para la renovación).
Intentando paliar estas carencias, con Iannis Xenakis nos quedamos hoy, tanto con su centenario como con la presentación de un ensemble, Arxis, cuya primera partitura tocada en público ha sido Rebonds A (1987-88), pieza para un set de dos bongos, tres toms y dos bombos caracterizada por su endiablada complejidad métrica. Dedicada al inmenso percusionista Sylvio Gualda, que la estrenó en Roma en 1988, estamos ante una construcción que no ahonda de forma tan directa en los polirritmos como otras piezas para percusión de Xenakis, sino que trabaja la afirmación de masas por saturación, de un modo más homogéneo, reforzadas las texturas del set percusivo por un contraste entre registros agudos y registros graves. En ello incidió Noè Rodrigo, dando una gran presencia a los extremos que representaban bongos y bombos: los primeros, febriles en su relampagueante hiperactividad; los segundos, más oscuros y resonantes, con ataques en los que el percusionista alicantino ha dejado más margen de reverberación para crear esa suerte de bajo o cimientos sobre los que los vibrantes ritmos de los bongos, más concentrados e incisivos, se escuchaban.
Como en toda pieza de Xenakis que se precie, la velocidad tiene un papel muy importante en Rebonds A, aunque aquí el compositor griego la deje en un valor aproximado (pues tres líneas vemos en la partitura) de negra a 40: velocidad que se nos antoja más un ideal que una realidad, pues muy pocas grabaciones discográficas de la obra alcanzan tal celeridad (y si lo hacen, a costa de deformar las estructuras rítmicas o de ensuciar la claridad de las resonancias, creándose cierta indefinición del sonido). En el caso de Noè Rodrigo, su lectura se sitúa, aproximadamente, en negra a 32, lo que ya nos parece todo un logro, pues la progresiva aceleración desde los más pausados compases iniciales hasta el gran clímax que alcanzamos llegados a los tres cuartos de la partitura impele un ritmo de batida que hasta nos dificultará el ver sobre qué membrana está atacando un percusionista que parece multiplicar sus brazos durante la ejecución.
En dichos compases, la precisión técnica de Noè Rodrigo resulta abrumadora, como la intensidad de su golpeo y las diferentes dinámicas con las que modula la expresividad de una partitura que, como es habitual en Xenakis, nos conduce tanto a los constructos matemáticos más complejos de inspiración arquitectónica como a una rudeza de ecos primigenios, ligados a la danza y a los rituales arcaicos. A estos ecos multiculturales podríamos sumarles los de un Japón cuya tradición tanto apreció Xenakis, por el modo en que Rodrigo conduce las energías de sus ataques en la parte final de Rebonds A. Así, entre cada batida el percusionista dibuja un arco con las baquetas en el aire que él mismo sigue con la mirada, buscando ese konton kaiki que en la caligrafía nipona es punto de equilibrio y recuperación de las energías para proceder a un nuevo reguero de tinta, aquí convertida en sonido: paleta de blancos y negros que Noè Rodrigo densifica y expande, depurando el sonido en el final de su lectura con gran teatralidad, sentido del ritmo y de la respiración, hasta lo casi imperceptible.
Con esta interesantísima carta de presentación, que pone encima de los atriles a uno de los mejores compositores del siglo XX, en tan excelente interpretación, no nos queda más que dar una calurosa bienvenida y desear una larga vida al Arxis Ensemble.
Paco Yáñez
(Foto: Xurxo Gómez-Chao)