SANTIAGO DE COMPOSTELA / Arrancan las Xornadas de Música Contemporánea 2022
Santiago de Compostela. Auditorio de Galicia. 1-VI-2022. Xornadas de Música Contemporánea. Joven Orquesta Nacional de España. Director: Fabián Panisello. Obras de Georg Friedrich Haas, Kaija Saariaho, Fabián Panisello y Steve Reich.
Para sorpresa de propios y extraños (aunque refrendando años de trabajo en esta dirección), Galicia se ha convertido en la comunidad autónoma que a lo largo de esta primavera está ofreciendo una mayor cantidad de conciertos dedicados a la música actual, al encadenar sucesivamente (o de forma superpuesta, en una misma semana) el Ciclo de Música Contemporánea de Lugo MIHLSons-XXI, el Festival RESIS de A Coruña y las Xornadas de Música Contemporánea de Santiago de Compostela.
Con las Xornadas de la capital gallega nos quedamos hoy, pues del 1 al 22 de junio éstas ofrecen once conciertos que incluyen la presencia de la Joven Orquesta Nacional de España como formación residente: ocasión que sus músicos aprovecharán para ser parte de un proyecto educativo en Santiago de Compostela con el Plural Ensemble y una serie de compositores e intérpretes de reconocida trayectoria internacional.
Retomadas en otoño de 2012, estas Xornadas llevaban años caracterizadas por su errática y multicefálica gestión, en la que cualquier asomo de excelencia en la dirección artística era pura coincidencia. Afortunadamente, en 2022 la presencia tanto de la JONDE como de los profesionales antes referidos hace que la programación haya subido muchos enteros, sumando grandes nombres de la música actual, como György Kurtág, Péter Eötvös, José Manuel López López, etc., a un ramillete de jóvenes compositores españoles entre los que se echa en falta, ya que en Compostela ha tenido lugar esta residencia artística, el nombre de algún creador gallego.
Además de los cinco conciertos de la JONDE, completan estas Xornadas otros seis programas que van de recitales para piano a conciertos orquestales, en los que podremos escuchar desde referencias ineludibles de la composición contemporánea, como George Crumb, Hilda Paredes o Gérard Pesson, a algunas de las voces más pujantes en esta tercera década del siglo XXI, como Sarah Nemtsov o Dmitri Kourliandski.
Con el primer concierto del ciclo JONDE FOCUS nos quedamos hoy, el dedicado a la transición entre los siglos XX y XXI, en formato de gran ensemble y con Fabián Panisello como director; un concierto que fue precedido por una conferencia a cargo de Rosa Fernández en la que nos presentó a los cuatro compositores del programa y sus respectivas partituras. Bajo el título de Cartografía do plural, la musicóloga leonesa realizó un muy informativo recorrido por algunos de los aspectos clave de estas obras, como su relación con la luz, la exploración sonora, su búsqueda de rutas estéticas ajenas al conformismo, o la heterogeneidad de cuatro trayectorias muy dispares, marcadas, asimismo, por la interdisciplinariedad, en lo que Rosa Fernández calificó como la “generación de los maestros”. Ciudad universitaria desde 1495, este tipo de conferencias y actividades formativas se antojan más que pertinentes para incorporar nuevos contenidos y referencias a los habitualmente añejos cursos musicales que se estilan en Santiago de Compostela, de forma que será importante mantener, de cara al futuro, cuanto la JONDE aporta a las Xornadas, ya sea a sucesivas generaciones de jóvenes intérpretes, ya al público de la propia ciudad.
El trabajo desarrollado por los músicos de la JONDE durante la última semana de mayo tuvo su primer fruto el miércoles 1 de junio, día en el que en el Auditorio de Galicia escuchamos un programa realmente exigente y heterogéneo: aspecto crucial en la formación de estos jóvenes, al dotarlos de una flexibilidad muy importante para abordar musicalmente un periodo histórico, el actual, marcado por la práctica ausencia de escuelas y por una extrema diversidad estilística.
En una de las cumbres de dicha heterogeneidad, aunque sólidamente enraizado en la tradición austriaca, se encuentra Georg Friedrich Haas, compositor aupado en sucesivas votaciones a los primeros puestos de la música actual, por medio de su camerística in vain (2000), tal y como en Scherzo hemos dejado constancia en la lista 21 del XXI. Aunque La profondeur (2009) no forma parte de dicha selección, bien lo podría haber hecho, pues se trata de una partitura de belleza tan subyugante como telúrica, confiada a una plantilla en la que priman los instrumentos graves, alcanzando las regiones más abisales de los vientos en el clarinete contrabajo y en el contraforte: maderas de una presencia arrebatadora, soberbiamente tocadas en este concierto.
Un enamorado de la oscuridad y del desasosiego, como Haas, no juega en La profondeur con la iluminación de la sala de conciertos, ni con elementos de orden más teatral, sino que crea un magma instrumental sintetizado a través de voces individuales fundidas cual plasma microtonal, en el que las alturas se empastan de tal modo, que el conjunto adquiere un timbre de naturaleza metainstrumental, profusamente densificado por medio de unas velocidades que amalgaman al ensemble como una textura. En esta concepción del sonido y en su manejo de las resonancias hay tres compositores que me parecen fundamentales, como influencia en Haas: Luigi Nono, Iannis Xenakis y Gérard Grisey, al unirse una violencia contenida que no llega a desbordarse, más allá de un seco ataque en la percusión, con una saturación de los espectros armónicos que es una verdadera maravilla, dando el compositor austriaco toda una lección de orquestación.
La polifonía armónica, tímbrica y textural de esta joya instrumental fue servida de forma exquisita por los miembros de la JONDE y los músicos que los acompañaban, brindando un estreno en España que se ha disfrutado mucho, desde los rugosos flatterzunge en los vientos a la dirección de un Fabián Panisello que ha compactado con gran criterio un paisaje acústico cuyos ecos se infiltrarían en su propia partitura.
Con Kaija Saariaho y la camerística Solar (1993) ascendimos hacia la luz, gracias a una armonía mucho más aguda, aunque las cotas de excelencia artística de La profondeur lejos le quedan a Solar. En un contraste de timbre y color realmente acusado, que nos lleva de la densificación más extrema a una transparencia postespectral de iridiscencias nórdicas, el ensemble de la JONDE ha destacado de forma muy sutil los diálogos internos entre dúos de pianos y arpa; maderas; o violín y contrabajo, reforzando el gran equilibrio de una partitura que han radiografiado desde el rigor y la transparencia. Otro acierto de esta lectura ha sido su incisiva pulsión rítmica y una muy comunicativa expresividad, equilibrada y vivaz, señalando Panisello pertinentes ecos ligetianos que confieren empaque y ramifican estilísticamente Solar. En una plantilla de un altísimo nivel, han destacado desde intérpretes experimentados en este repertorio, como la arpista francesa Bleuenn Le Friec, a jóvenes músicos esta noche soberbios, como un Adrián Rescalvo enorme en el contrabajo al que hemos de seguir en el futuro.
Dentro de un programa muy sólido y bien planificado, la tercera partitura bebió de los universos antes interpretados, uniendo la densa gravedad de Haas a la transparencia de Saariaho. Y es que Solstice (2013), de Fabián Panisello, nos ha ofrecido uno de los puntos álgidos de este concierto, con una pluralidad de técnicas y estilos concentrados en una sola pieza que es digna de impresión, sin caer en el collage, pues la partitura, dentro de su febril heterogeneidad, es de una coherencia implacable, invitándonos a dos vibraciones esenciales: la meditación y la danza. De nuevo con algunos de los puntales a nivel interpretativo de este concierto sobre el escenario, como Andrés Gomis, Lucas Rössner, Xocas Meijide o Dimitri Vassilakis, Panisello ha dirigido su propia partitura con una clarividencia impresionante, demostrando que su larga experiencia como director nutre un dominio de la orquestación y de los materiales de raigambre mahleriana, en la que, incluso en los momentos más tumultuosamente polifónicos, cada voz es perfectamente audible, enriqueciendo una escena acústica fascinante.
En dichas polifonías, la estela de Charles Ives es evidente, tanto en superposición de temas como en polirritmos: impronta no menor, la del norteamericano, pues Solstice es visitada por ecos multiculturales que incluyen el jazz, añadiendo reverberaciones a este viaje de densidades, energías y resonancias, ya desde ese rumor sobre el bombo (eco de unos cuencos de cuarzo) al que volverá la partitura, en una travesía circular que acumula direccionalidades y espectros armónicos. Ya que la inspiración de Solstice es el recuerdo de una celebración popular del solsticio del verano austral en Bariloche, algo de viaje personal a los orígenes tiene esta pieza, que une lo mejor de la música actual a unos instrumentos autóctonos reformulados en los europeos (¡qué nuevo uso magistral de clarinete contrabajo y contraforte!), en busca de toda una respiración acompasada del mundo. Enorme lectura (y alto estaba el listón, pues Solstice ya había sido interpretada en Compostela, el 29 de octubre de 2013, por el Ensemble Modern con Fabián Panisello al frente), con contrastes entre los instrumentos graves y los agudos dignos de mención, así como el dominio de las micropolifonías, el flatterzunge y el uso de sordinas en el trombón, tendiendo Solstice un puente ideal hacia la última partitura del concierto.
Esta era City Life (1995), de Steve Reich, en la que se vuelven a condensar ecos de las grandes metrópolis norteamericanas de nuestro tiempo, en una tradición que va de George Gershwin a John Cage y Leonard Bernstein. Aunque en City Life se mantuvo la presencia de algún intérprete de prestigio, como Dimitri Vassilakis, la mayor presencia de músicos jóvenes menos experimentados ha hecho bajar el nivel interpretativo; a lo que se suma el hecho de que en nuestras memorias no deja de resonar la descomunal grabación del Ensemble Modern con Peter Rundel para la RCA. La versión de la JONDE es menos rítmica y torrencial, así como ha tenido como hándicap una presencia de la electrónica muy atenuada. En lo positivo, unas partes centrales, las más lentas, bien paladeadas y suspendidas en sus resonancias, así como timbradas en los armónicos, redondeando un concierto que nos ha dejado unas estupendas sensaciones y el deseo de nuevos encuentros con la JONDE y sus maestros en estas Xornadas del 2022.
Paco Yáñez
(Fotos: JONDE – Manu Vidal)
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