Miguel Rincón. Cuerdas templadas

Miguel Rincón (Sevilla, 1979) es uno de los especialistas en cuerda pulsada más solicitados en Europa. Dominador de todos los miembros pertenecientes a esta familia de instrumentos musicales (salvo, por ahora, el laúd medieval), su actividad con algunas de las orquestas barrocas más importantes (Akademie für Alte Musik Berlin, Les Musiciens du Prince, Il Pomo d’Oro, Ensemble Artaserse o Accademia del Piacere) es incesante, aunque lamenta que el ritmo frenético que lleva no le permita dedicar más tiempo a su faceta como solista. Pese a ello, acaba de publicar para Lindoro un cd con música para guitarra de autores españoles de finales del siglo XVII y principios del XVIII (E de excepcional en el nº 353 de Scherzo), y en breve aparece otro, para el mismo sello discográfico, con tres de las Seis suites para violonchelo de Johann Sebastian Bach en arreglos para archilaúd. Con todo, llegar al lugar que ahora ocupa no ha sido sencillo, pues para ello tuvo tomar la difícil decisión, hace ya ocho años, de fijar su residencia en Basilea.
(…) Hablemos de grabaciones… Ha mencionado a lo largo de la entrevista Sones del Viejo Mundo y ha dicho que dentro de no mucho aparecerá el dedicado a Bach. Figura, asimismo, en el excelente cd del Opera Prima Consort que acaba de aparecer con las Lachrimae de Dowland (Brilliant) y en el primer volumen de los Concerti grossi op. 6 de Haendel con la Akademie für Alte Musik Berlin (Pentatone), recién salido del horno. Su primera grabación en solitario fue unos arreglos suyos para laúd de la Sonata BWV 1001 y de la Partita BWV 1004 de Bach (Carpe Diem); aquel disco, de 2012, tenía mucho encanto.
No estaba mal tocado, pero ahora no lo haría así, ni mucho menos. Lo escucho y compruebo que en algún momento el instrumento está desafinado y que retóricamente me quedaba aún mucho por aprender. Con la perspectiva que da el tiempo, creo que grabar ese reportorio con esa edad fue una osadía. Pero de todo se aprende. No reniego de esa grabación, pero es manifiestamente mejorable. Un par de años después, grabé con laúd renacentista, ya para el sello sevillano Lindoro, piezas contenidas en la biblioteca particular de Hernando Colón, segundo hijo del descubridor de América. De ese cd estoy más satisfecho. Creo, modestamente, que he ido mejorando con cada disco.
¿Volver ahora a Bach ha sido precisamente porque no estaba del todo contento con aquel primer disco?
En realidad, no. Tenía la idea de regresar a grabar Bach, pero no era por ese motivo. José María Valverde, de Lindoro, se puso en contacto conmigo y me contó que Juan Carlos Rivera había grabado las tres primeras suites para violonchelo arregladas para chitarrone. Me dijo que Juan Carlos no tenía intención de grabar las tres últimas y me ofreció hacerlo a mí. Yo sabía que estas obras no se han grabado, salvo alguna de ellas de forma aisladas, para archilaúd, aunque sí para tiorba, así que me sedujo la propuesta. Pero, por otro lado, no quería hacerle un feo a Juan Carlos acometiendo una segunda parte de un proyecto que él había comenzado. Y, egoístamente, tampoco me parecía bueno que yo grabara solo tres de las seis suites. Se lo expliqué a Valverde y le dije que, si las grababa, tenía que ser con archilaúd. Lo entendió y me propuso empezar el proyecto por las tres últimas. Para mí ha sido una alegría, porque ha significado poder revisar Bach con mucha más calidad retórica que la que yo tenía en 2012.
Dicen que Bach lo soporta todo porque su música es extraordinariamente buena… Pero, si se quiere hacer bien, se tiene que hacer muy en serio, ¿no?
Tocarlo bien, bonito y limpio es un primer paso: después, saber explicarlo es otra cosa. Es verdad que es una música tan buena que se explica por sí sola, pero hacerla realmente bien requiere un esfuerzo enorme. He ornamentado mucho en las repeticiones de las danzas, es decir, en los movimientos rápidos… He procurado aportar algo nuevo en cada repetición… Creo que esas ornamentaciones están hechas con bastante gusto, aunque me haya supuesto trabajar el doble. Ahora, hay que ver cómo lo recibe el público.
Eduardo Torrico
(Foto: Oren Kirschenbaum)
(Final de la entrevista publicada en el nº 357 de Scherzo, de diciembre de 2019)
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