MADRID / Mikhail Pochekin o el arte del violín
Madrid. Palacio de Longoria. 1-II-2023. Mikhail Pochekin, violín. Obras de Valent, Grundman, Sukarlan, Albéniz, Bach, Paganini e Ysaÿe.
Quienes tuvimos la oportunidad de ver y escuchar al violinista Mikhail Pochekin en este concierto, disfrutamos de una de esas raras ocasiones en las que la maestría y el virtuosismo del intérprete confluyen con la cercanía al público, testigo de la proeza musical e interpretativa que este violinista hispano-ruso realizó en la Sala Manuel de Falla del Palacio de Longoria. No se quedó corto Javier Briongos, gerente de Miotta & Molière, cuando al presentar el acto dijo que Pochekin haría que todos quedásemos conectados con lo que iba a suceder en esa sala.
El concierto se enmarcaba en la presentación de obras del proyecto The Art of Violin del catálogo de compositores de la editorial Miotta & Molière. Obras para violín solo del compositor mallorquín Joan Valent, del madrileño Jorge Grundman, del indonesio Ananda Sukarlan y también del propio Pochekin, quien ha escrito un arreglo para violín solo de la conocidísima Asturias de Isaac Albéniz. El recital comenzó con Punta Campanella, compuesta por Joan Valent. Una obra muy poética, violinísticamente muy difícil, pero muy bien escrita, lo cual demuestra el conocimiento que Valent, no siendo violinista, tiene de este instrumento. En palabras del propio Pochekin: “Esta obra me evoca el Largo de la Sonata nº 3 de Bach, ambas tienen una estructura similar y la misma tonalidad, aunque el contenido y el espíritu sean completamente distintos”.
Tras Punta Campanella, llegaría Asturias en el ya referido arreglo de Pochekin, publicado por Miotta & Molière. La idea del arreglo surgió hace años cuando el violinista escuchó la versión para guitarra de esta obra interpretada por Andrés Segovia. Sin duda, esta partitura de Pochekin quedará como referencia para otros violinistas y como una fabulosa propina para quienes quieran lucirse en los recitales. El registro sonoro que recientemente ha publicado el sello Hänssler puede escucharse en las principales plataformas digitales. Por cierto, que esta grabación consiguió más de diez mil escuchas en la primera semana de su publicaciónn. Una obra con la que Pochekin, una vez más, demostró su virtuosismo y la aparente facilidad con que su mano izquierda se desliza por el mástil del violín.
Si Asturias fue una muestra representativa del folclore español inmortalizado por Albéniz, con la siguiente obra el violín de Pochekin nos trasladó al mundo sonoro de Indonesia con Variaciones para violín sobre Wayah Surup. Entre el público se encontraba Alicia Sukarlan, hija del compositor Ananda Sukarlan, quien no pudo asistir al concierto. Wayah Surup es una canción muy popular para los indonesios.
De Indonesia regresamos a Madrid con la obra de Jorge Grundman, quien se encontraba entre el público y subió al escenario para compartir alguna de sus impresiones con cierto toque de humor. La siguiente obra era Yom HaShoah, primer movimiento de otra mayor titulada Shoah para violín solo y templo sagrado op. 87. Grundman compuso esta obra tras una visita al campo de concentración de Auschwitz. Una obra solemne en homenaje a las víctimas del Holocausto que, precisamente, apenas hace una semana se interpretó en la sede de la Unesco en París. Aquí Pochekin decidió tocarla justo antes de la Ciaccona de Johann Sebastian Bach para hacer un paralelismo entre dos obras muy solemnes. En palabras del violinista: “Yom HaShoa es muy espiritual, de gran dificultad técnica y para el violinista ofrece muchas posibilidades, estirando los horizontes tímbricos del sonido del violín”. La interpretación de Pochekin dejó, como se suele decir, el listón muy alto: pudimos escuchar, efectivamente, distintas sonoridades del violín y Pochekin consiguió unos pianissimi de gran hondura que invitaban a la contemplación y a la reflexión. Tanto es así que cuando terminó la interpretación, el público se quedó en silencio por unos instantes. ¡Resultaba difícil romper ese silencio!
Tras la obra de Grundman llegaron las de tres compositores que conforman la biblia para cualquier violinista que se precie: Bach, Paganini e Ysaÿe. Las Sonatas y partitas para violín solo de Johann Sebastian Bach, los 24 Caprichos de Niccolò Paganini y las Seis sonatas para violín solo de Eugène Ysaÿe son de obligado estudio para cualquier virtuoso del violín. Pochekin seleccionó la monumental Ciaccona de la Partita para violín solo nº 2 BWV 1004 en Re menor, el Capricho nº 21 y la Sonata nº 6 Ballada. Y fue con ellas con las que deleitó al público. Las interpretó de memoria y con ese virtuosismo de los grandes intérpretes que parece que no tocan, como si untaran mantequilla en una rebanada de pan, que simplemente ponen sus manos sobre el instrumento y éste suena solo. Nada más lejos de la realidad. ¡Son muchas horas de estudio las que hay detrás de esas prodigiosas interpretaciones! Sin embargo, el violín en las manos de Pochekin suena tan natural que parece que es el violín el que toca al músico y no al revés. Fue un privilegio poder volver a escuchar en directo la Sonata nº 6 de Ysaÿe. Hace un par de semanas se la escuchamos como propina a otro gran violinista, Roman Simovic, en el Teatro Monumental. En SCHERZO se lo contamos entonces. Si aquella propina fue de lujo, la interpretación de Pochekin fue de cinco estrellas. Y el variopinto público que tuvo el privilegio de presenciarlo lo reconoció con un merecidísimo gran aplauso.
Pochekin hizo honor al arte del violín, pero aún más al arte de ser humano, de ser cercano a aquellas personas a quienes emociona con sus interpretaciones. Sí, de algún modo, todos quedamos conectados…
Michael Thallium