MADRID / Magnífico homenaje musical a las víctimas del terrorismo

Madrid. Auditorio Nacional (Sala sinfónica). 7-III-2023. Orff: Carmina Burana. Sonia de Munck, soprano; Carlos Mena, contratenor; Javier Franco, barítono. Grupo Vocal Antara Korai. Orquesta y Coro RTVE. Director: Pinchas Steinberg. Carmina burana de Carl Orff.

Sí, sí. Es el mismo elenco que el que hace apenas cinco meses triunfó en el Teatro Monumental. Así se lo contamos en SCHERZO entonces. Anoche volvió a repetirse, pero en el Auditorio Nacional, con motivo del concierto homenaje a las víctimas del terrorismo. Así que el éxito estaba asegurado tanto por la obra, la cantata Carmina Burana de Carl Orff (1895-1982) —una obra que congrega público de todos los gustos—, como por la magnífica interpretación de la Orquesta Sinfónica y Coro de Radio Televisión Española, el Grupo Vocal Antara Korai y los solistas (Sonia de Munck, Carlos Mena y Javier Franco). Al frente de todos ellos estuvo el experimentado director de orquesta israelí Pinchas Steinberg.

La Sala sinfónica del Auditorio Nacional estuvo muy nutrida de público, un público muy especial, como la ocasión. El concierto lo había organizado la Fundación Víctimas del Terrorismo (FVT) y contó con la presencia de SS. MM. los Reyes de España, Don Felipe y Doña Letizia. El año pasado sólo pudo acudir la reina. Entonces se interpretaron Once de marzo de Jesús Torres y la Novena de Beethoven y también se lo contamos en SCHERZO.

El vigésimo primer concierto homenaje a las víctimas del terrorismo comenzó con los maestros de la orquesta y coro en pie —solo estaban sentados los violonchelos— para interpretar un emotivo himno de España, tras el que se pudo escuchar algún “¡viva el rey!”. Seguidamente tomó la palabra Tomás Caballero Martínez, presidente de la FVT, quien agradeció el apoyo de la Casa Real y recordó a Diego Valencia, el sacristán asesinado en Algeciras hace a penas mes y medio.

Permítanle a uno una breve digresión. Este asunto de las víctimas del terrorismo ha sido utilizado políticamente por muchos y el papel de la FVT no es fácil. Por si no fuera poco, puede haber una parte de la población española —sobre todos quienes ahora no lleguen a los treinta años— que no entienda por qué hay que recordar a las víctimas si “ya no hay terrorismo”. Quienes tenemos una cierta edad, hemos convivido con el terrorismo de ETA durante muchos años. Recordar a las más de 800 personas asesinadas por ETA es una obligación. Anoche, el azar hizo que al lado de quien suscribe se sentara una mujer. No lo supo uno en el momento, pero más tarde averiguó que se trataba de Belén Salgueiro. A su padre lo mataron dos etarras cuando ella no había cumplido ni un año. El resultado: una viuda y siete hijos que sacar adelante. En 2015, la condecoraron con la medalla al Mérito Civil. Sólo ella sabe por lo que ha tenido que pasar, pero una cosa está muy clara: sin tesón ni entusiasmo no habría llegado hasta aquí. ¿Cuántas personas como ella, con historias parecidas, se encontrarían entre el público anoche? Uno lo ignora, pero que todas ellas se den por aludidas si las concentro en el nombre de una mujer: ¡bravo, Belén!

Tras un emotivo minuto de silencio, el maestro Steinberg comenzó con la famosísima introducción de la cantata Carmina Burana: O Fortuna velut luna. Oh Fortuna que cambias como la luna… como la fortuna de tantos familiares y amigos que en su día recibieron la noticia del asesinato de un ser querido a manos de terroristas. La cantata consta de tres partes y un total de 25 números: Primo vere, In taberna y Cour d’amour. Los protagonistas de esta obra fueron, sin duda, el coro RTVE (que dirige Marco Antonio García de Paz) y el barítono Javier Franco. El coro de voces blancas Antara Korai (que dirige Juan Antonio Jiménez) intervino en Amor volat undique y en Tempus es iocumdum. El barítono Javier Franco tuvo momentos sobresalientes en Dies, nox et omnia, en Ego sum Abbas Cucaniensis y en Circa mea pectora. El acompañamiento de la orquesta favoreció la proyección de su voz. El contratenor Carlos Mena cumplió con excelencia en la única intervención que tuvo en toda la obra, en Cignus ustus cantat, la parodia del cisne que canta mientras lo asan para ser devorado. Otro momento fabuloso fue el canto de los solistas masculinos del coro en Si puer cum puellula. La soprano Sonia de Munck logró que a más de una persona entre el público se le escapara alguna lagrima cuando cantó In trutina. Hermoso timbre y buena proyección de voz la de esta soprano madrileña —a pesar del apellido—. Su momento estelar llegó con el agudísimo canto de Dulcissime previo al apoteósico coro final Ave formosissima antes de la recapitulación del archiconocido O Fortuna.

El público prorrumpió en un gran aplauso y terminó poniéndose en pie ante una interpretación que, al igual que la de hace cinco meses, simplemente fue triunfal. Un magnífico homenaje a las víctimas que durante tantos años han permanecido en silencio, ese silencio del que surge esa experiencia transformadora que es la música.

Michael Thallium