Lise Davidsen: “Hay vida fuera de Wagner”
Diva antidiva, es la nueva diosa del canto wagneriano. Tras su deslumbrante debut en el Festival de Bayreuth en 2019, con una Elisabeth de Tannhäuser que sorprendió a todos por su poderosa y emotiva vocalidad, la soprano noruega Lise Davidsen (1987) se muestra en esta entrevista cabal y reflexiva, con los pies en la tierra, con esa naturalidad cercana y desprotocolizada propia de las gentes del norte extremo. Nacida en la pequeña localidad sureña de Stokke, esta dualidad relativa entre el norte y el sur late en su personalidad, forjada en 34 años de vida en los que ha tenido tiempo de consolidar un importante bagaje lírico, de ganar Operalia (en 2015) y debutar en los principales escenarios líricos internacionales con personajes tan contundentes como la Leonore de Fidelio, Eva de Los maestros cantores, Lisa de La dama de picas o Ariadne de Ariadne auf Naxos. Este verano —si la pandemia lo permite— retorna a Bayreuth por partida doble, con Elisabeth y Sieglinde.
Lise Davidsen es noticia porque acaba de publicar en Decca un disco con músicas de Beethoven, Cherubini, Mascagni, Strauss, Verdi y Wagner. “Definitivamente hay vida fuera de Wagner”, dice en esta entrevista, en la que habla de muchas cosas. También de su paisana Kirsten Flagstad, “una cantante de otro tiempo y de un mundo diferente. A la que admiro por los papeles que hizo y el estilo que tenía. Pero no me comparo con ella”, señala. Más entusiasta se muestra con su “admirada sin reservas” Montserrat Caballé, “una voz y una personalidad únicas […]; ella es un gran ejemplo de cómo se puede desarrollar una voz y cómo percibir con precisión lo que te conviene cantar en cada momento”.
He curioseado en su página web, donde llama la atención que en su agenda de 2021 solo figuren personajes wagnerianos: Elisabeth de Tannhäuser estos días abrileños en la Staatsoper de Berlín; Elisabeth y Sieglinde en Bayreuth en julio y agosto, y, finalmente, Eva de Maestros cantores en el Met de Nueva York en noviembre. ¿Hay vida fuera de Wagner?
Usar mi página web como guía de lo que estoy haciendo en momentos como este es un poco engañoso. ¡Todo está en el aire! Muchos teatros de ópera no publican lo que haré en ellos hasta tener la certeza de que realmente sucederá. Un ejemplo de esto es una nueva producción de Un ballo in maschera, que se suponía que iba a hacer esta misma primavera, pero, debido a restricciones derivadas del coronavirus, finalmente se ha cancelado. Y con algunos conciertos y recitales ocurre lo mismo: están apalabrados pero no anunciados a causa de la incertidumbre reinante. Así que supongo que mi respuesta es: “Sí, definitivamente hay vida fuera de Wagner”, aunque inmediatamente le tengo que decir que estoy agradecida por cada trabajo que tengo en los próximos meses y años. Con Wagner y sin Wagner.
El recital sin Wagner que ofreció en el Palau de les Arts de Valencia el pasado octubre fue el primero tras bastantes meses de silencio, alejada de los escenarios a causa de la pandemia. Creo que no cantaba en público desde el Fidelio del Covent Garden de marzo de 2020, con Jonas Kaufmann. Aquel recital fue particularmente emotivo, como usted misma dijo en una sincera alocución al público, en la que incluso se la notó particularmente conmovida… ¿Cómo ha vivido este forzado distanciamiento del público? ¿La experiencia la ha marcado como artista?
Bueno, no es exactamente así. Lo que sí es cierto que mi recital en España del 25 de octubre de 2020 fue y sigue siendo mi último concierto con público. Pero antes tuve la suerte de hacer una producción, con público, de Die Walküre en Berlín en agosto y septiembre del mismo año, así como un recital en Dortmund. Pienso que esta pandemia me ha hecho sentirme aún más afortunada y agradecida por el trabajo que tengo. También me ha mostrado lo frágil que puede ser todo. Y dentro de la calamidad, he de decir que tengo mucha suerte: cuento con mi familia y amigos a mi alrededor y una audiencia que siento que seguirá estando allí cuando podamos estar juntos nuevamente en los teatros y auditorios. Sin duda, todo lo que está ocurriendo ha influido y afectado en la forma en que veo mi vida y mi carrera. ¡Cómo no me va a cambiar como artista un año como este, de pandemia global! Sería muy extraño si no fuera así. ¿No le parece?
El primer trampolín de su carrera fue el concurso Operalia, que ganó en 2015. Pero su consagración no llegó hasta 2019, cuando debutó en Bayreuth, donde dejó a todos maravillados con su interpretación de Elisabeth en la nueva y controvertida producción de Tobias Kratze. ¿Qué ocurrió desde Operalia hasta Bayreuth, ese periodo en el que usted pasó de ser concursante a diva del canto wagneriano?
Supongo que debería tomar sus palabras como un cumplido. Pero no me veo así. La respuesta más simple sería mucho trabajo, experiencia y un buen agente. Todo va de la mano, y hay mucho trabajo detrás de cada buena oportunidad que se me brinda. Y he dicho y seguiré diciendo que no a los roles para los que no me siento preparada. Creo que esto también forma parte del éxito al que usted alude y que me ha llevado hasta donde hoy estoy. También he trabajado con increíbles cantantes, directores de escena y de orquesta que me han ayudado mucho en lo que he hecho hasta ahora. En el período que menciona también hice algunos debuts importantes, como en Glyndebourne, donde en 2017 canté Ariadne de Ariadne auf Naxos de Strauss. (…)
Justo Romero
[Foto: James Hole]
(Comienzo de la entrevista publicada en el nº 373 de la revista SCHERZO, de mayo de 2021)