LA CORUÑA / Un Xenakis estelar a cargo de Arxis Percussion Group

A Coruña. Castillo de San Antón. 14-V-2022. Festival RESIS. Iannis Xenakis: Pléïades. Arxis Percussion Group. Director: Aitor Vázquez Torres.
El próximo 29 de mayo se cumplirán los primeros cien años del nacimiento de quien fue (y sigue siendo, a través de su obra) uno de los grandes genios en la historia de la música: Iannis Xenakis (1922-2001). Desgraciadamente, en España esta efeméride está pasando totalmente desapercibida en nuestras temporadas orquestales, a pesar de que, como señaló el pasado 4 de mayo en Radio Clásica el director de Scherzo, la audición de la obra de Xenakis gana muchos enteros en directo, alcanzando únicamente en una sala de conciertos su verdadera dimensión partituras como Terretektorh (1965-66), Nomos Gamma (1967-68), o Jonchaies (1977), por citar tres ejemplos.
En este marco de conservadurismo y abandono de los grandes referentes de la contemporaneidad que caracteriza a nuestro entramado orquestal, nuevamente han sido las agrupaciones de cámara especializadas en música actual las que han tomado la responsabilidad de esta celebración, con una mención muy especial para el Grupo Enigma, en Zaragoza, y para el Festival RESIS, en A Coruña, habiendo programado ambos las series de conciertos que en 2022 están conmemorando de forma más ambiciosa este centenario Xenakis en España.
Con la quinta edición del Festival RESIS nos quedamos hoy, pues, de entre sus tres citas con el compositor greco-francés, el pasado 14 de mayo pudimos escuchar la fulgurante y estelar Pléïades (1978-79), una partitura que sirvió, asimismo, para el debut del Arxis Percussion Group, la formación especializada en percusión dentro de un ensemble, Arxis, cuya presentación en sociedad, el pasado 1 de febrero, ya tuvo a Iannis Xenakis como protagonista, tal y como les contamos en su día en Scherzo.
Precisamente, quien entonces se encargó de presentar al Arxis Ensemble, Noè Rodrigo, fue uno de los seis percusionistas a los que hemos escuchado en RESIS, junto a Lucía Carro, Pablo Paz, Sergio Sande, Manuel Alcaraz y João Miguel Braga, estos últimos, con demostrada experiencia en Pléïades, una obra que ya había sido tocada en Galicia, el 25 de abril de 2003; entonces, a cargo de Drumming, si bien el grupo portugués interpretó la obra sin director y omitiendo Mélanges, primera parte en la estructuración ofrecida por Arxis entre los muros del Castillo de San Antón, una fortaleza que en el siglo XVI defendió a la ciudad herculina de los ataques de la armada inglesa, algo que, siglos después, presenta ciertos paralelismos con la vida del propio Xenakis, cuyo rostro quedó desfigurado en 1945 por obra y desgracia de un obús británico, cuando el entonces estudiante de Ingeniería formaba parte de los batallones que defendían Atenas.
Con la guerra de nuevo ensangrentando el suelo europeo, hemos escuchado Pléïades en unas condiciones que reunían lo arquitectónico (algo tan xenakiano), lo histórico (pues el Castillo de San Antón es un museo arqueológico y las referencias a la mitología clásica están presentes en esta partitura) y una acústica envolvente, ya que el concierto se celebró en el patio interior del castillo, si bien el público tuvo la posibilidad de subir (en las pausas entre los movimientos) a la parte superior de los muros, para así gozar de otra perspectiva y proyección del sonido, algo innecesario, en todo caso, pues en las sillas habilitadas por el festival la impresión fue realmente buena, tanto en los pasajes más delicados como en los más masivos y virulentos (que no escasean en Pléïades), abriendo la música de Xenakis al cielo gallego.
Puesto que con una partitura de reminiscencias estelares estamos, diría que el orden elegido por Aitor Vázquez y los músicos del Arxis supone una suerte de Big Bang musical, debido a que en Mélanges se concentra la materia rítmica, armónica, tímbrica y dinámica que desde esta parte inicial explosiona, poniendo en movimiento las galaxias de los tres (más homogéneos) siguientes movimientos. Es por ello que considero todo un acierto este arco (uno de los propuestos por Xenakis), que conduce las energías de forma tan lógica y directa hacia ese atávico final que es Peaux.
Mélanges sirvió, asimismo, para mostrarnos la impecable interpretación de estos seis músicos, de entre los cuales Manuel Alcaraz, Sergio Sande y Pablo Paz adoptaron un rol más de tutti, mientras que João Miguel Braga, Noè Rodrigo y Lucía Carro asumieron los pasajes más protagónicos, con unos niveles de calidad excelentes, desde la visceralidad y el absoluto dominio del ritmo y las dinámicas de Rodrigo a la total sutilidad, delicadeza y cuidado del sonido de Lucía Carro. Destaca en la percusionista gallega afincada en Suiza su mimo a la hora de exponer lo que sería un posible fraseo en Xenakis, algo que podría resultar extraño en una pieza como Pléïades, pero que cada vez es más frecuente en los jóvenes intérpretes al acercarse a la música del compositor griego, en la que destacan no sólo sus aristas más violentas, sino su sugerente poesía y lirismo, algo que hubiese congratulado enormemente al propio Xenakis.
En ello hay que destacar, asimismo, al director jerezano Aitor Vázquez, que supo conjugar el rigor y la precisión metronómica con un gran respeto a la libertad de cada percusionista; incluso, con los compases iniciales de Peaux confiados a éstos de forma autónoma, para que así desarrollaran sus polirritmos de un modo más independiente hasta que se han vuelto a reunir bajo la dirección de Vázquez (procedimiento realizado en diferentes pasajes). Pero si de endiablados polirritmos hablamos, sin duda los movimientos centrales, Métaux y Claviers, han de ser destacados en la lectura de Arxis debido a su sobresaliente creación de fases de cohesión y dispersión de un mágico atractivo por cómo la materia tímbrica más homogénea se transformaba a través del ritmo, recordándonos tanto al gamelán como a piezas coetáneas de Steve Reich, György Ligeti y Conlon Nancarrow, así como convocando ecos multiculturales de la antigua Grecia, Oriente Medio, la India e Indonesia, por medio de las diferentes escalas utilizadas en Pléïades para que la música vibre al son de los movimientos astrales.
De este modo, si Métaux y Claviers han representado más fidedignamente el brillo, la dispersión y la danza de los cúmulos estelares, Peaux ha supuesto una vuelta a la Tierra, a lo más arcaico, con las pieles de los primeros instrumentos de percusión, actualizados a finales del siglo XX por Xenakis a través de la estocástica para ofrecernos un pasaje de una carga emocional y física realmente acongojante, que rubrica lo expuesto por Juan Lucas en su día: la excepcionalidad de escuchar Xenakis en vivo, pues el impacto de los cincuenta instrumentos de percusión movilizados por Arxis es, en directo, mucho mayor que en cualquier grabación discográfica, a lo que hemos sumar los ecos históricos y arquitectónicos que en el Castillo de San Antón se superponían.
Pléïades ha supuesto, igualmente, un intenso y extenso proceso de trabajo, tanto para los músicos del Arxis Percussion Group como para su director invitado en 2022, Aitor Vázquez: un trabajo que ha comprendido no sólo lo estrictamente musical (y no pocas decisiones como ensemble comporta Pléïades: toda una academia de interpretación en sí misma), sino lo logístico, pues el conjunto gallego ha construido los seis sixxens utilizados en Mélanges y Métaux con una fidelidad a lo pretendido por Xenakis que es digna de alabar, creando unos sets microtonales que han sonado de forma abrumadora en RESIS al dibujar esas auténticas constelaciones en las que, como en el propio firmamento, no hemos escuchado ni un sólo unísono, ya que, al igual que las estrellas, cada sixxen es único y brilla con luz propia.
Si Blaise Pascal reconocía, en sus Pensées, que el eterno silencio de los espacios infinitos le aterrorizaba, parece que a Xenakis esos mismos espacios le sugerían la esencia primigenia, violenta y transformadora a través de la cual el universo no deja de renovarse, para mayor fascinación e incredulidad de nuestros ojos, cuando éstos se elevan hacia la bóveda celeste; esos ojos que, como escribió Friedrich Rückert hace ya casi doscientos años, el día de mañana serán estrellas.
Paco Yáñez
(Fotos: Xurxo Gómez-Chao)
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