Juan de la Rubia: La hora del órgano

Juan de la Rubia (Vall de Uxó, 1982) es una de las figuras más eminentes con que cuenta en la actualidad la música española. Organista titular de la Sagrada Familia de Barcelona, es ubicuo no solo en cuanto a repertorio sino en cuanto a ocupación: destacado teclista en recitales y como solista dentro de una orquesta, es también director de grupos de música antigua y, desde hace poco, de orquestas sinfónicas (de momento, desde el instrumento, no con batuta): en los próximos meses se pondrá al frente de la OSPA y de la BOS, para dirigir obras de autores barrocos (su amado Bach y Haendel). Y ello, sin obviar su faceta docente, como profesor de improvisación en la ESMUC de Barcelona. De sus múltiples actividades y, sobre todo, de las peculiaridades de su oficio (“los organistas vivimos aislados en nuestro nido”, ironiza) hablamos largo y tendido con el músico castellonense en esta entrevista.
(…) Hablemos de su actividad concertística. Los últimos meses han sido para usted ciertamente intensos.
A partir de febrero o marzo del pasado año empezaron a salir un buen número de conciertos. Creo que, en medio de esta la pandemia, el órgano ha tenido suerte. En comparación con la voz, por ejemplo, en tanto que somos un solo instrumentista que toca en espacios de gran tamaño. Los conciertos para órgano no solo fueron los primeros en volver sino en adquirir una cierta dinámica de regularidad y de normalidad. A mí, enseguida me surgieron varios conciertos importantes. Sobre todo, uno con el pianista de jazz Marco Mezquida que hicimos en el Palau de la Música de Barcelona y que vamos a volver hacer más veces. Nunca se me pasó por la cabeza que acabaría actuando en festivales de jazz.
Hombre, si no lo hace usted, que se dedica a dar clases de improvisación en la Escola Superior de Música de Catalunya, no lo hace nadie.
Ya, ya, pero yo no lo pensaba. Por otro lado, recuerdo también con mucho agrado mi intervención en la Schubertíada de Vilabertrán junto a Mathias Goerne y María Dueñas. Era un programa variado, con algunas obras de Bach, que es una música en la que yo me siento muy cómodo y feliz. Hice una transcripción para voz y órgano de los Vier ernste Gesänge de Brahms, y ahí fue donde encontramos un importante nexo Mathias y yo. Él está en un momento de exploración acerca del repertorio que puede hacerse con un órgano, entendiéndolo no sólo como un instrumento de continuo sino como un gran instrumento sinfónico. Fue un trabajo largo y arduo, pero quedé extraordinariamente satisfecho. También fue muy satisfactorio el concierto, muy camerístico, que hice junto a la soprano Carolyn Sampson en Barcelona, basado principalmente en el Cuaderno de Anna Magdalena Bach. Igualmente, en verano, hice junto a la soprano Marta Matheu un programa de canción española en la Catedral de Túnez, donde hay un magnífico órgano Cavaillé-Coll, lo cual me vino muy bien para otro proyecto que más que concertístico ha sido personal, casi medio vital.
(…) Usted es, probablemente, uno de los organistas más poliédricos que hay en el mundo. ¿Se encuentra más a gusto en unos terrenos que en otros?
Va por épocas. Para sentirme realizado a nivel vital y profesional, no podría renunciar a ninguna de las facetas que desarrollo. Y no solo en cuanto a repertorio, sino también en cuanto a instrumento, es decir, órgano o piano. Me encuentro muy bien como intérprete de conciertos de órgano, pero me resultan excitantes y estimulantes las situaciones que me obligan a salir de mi zona de confort. Disfruto mucho, asimismo, estando integrado en una orquesta o ejerciendo de director. Y, por supuesto, me encuentro muy a gusto cada vez que me pongo frente a un órgano ibérico. De hecho, cuando no estoy tocando órganos ibéricos los echo de menos, aunque me resultaría muy difícil tener que estar tocando toda la vida Correa de Arauxo o Aguilera de Heredia. En realidad, el único compositor que podría estar tocando toda la vida y no me cansaría nunca es Bach. En fin, lo que quiero decir es que hay periodos en tu trayectoria profesional en que te obsesionas con un repertorio o con un tipo de proyecto, pero luego vas cambiando.
Usted tiene su propio sello discográfico, en el que ha grabado un monográfico de Bach, en el órgano del Monasterio de Poblet, y otro de Cabezón, en el claviórgano Hauslaib que se halla en el Museo de la Música de Barcelona. ¿Tiene previsto alguna próxima grabación?
Bach y Cabezón son dos de los amores de mi vida, así que tenía que hacer esos discos sí o sí. Era una empresa vital. Y en caso de Bach, en el órgano que yo quería. El próximo proyecto que tengo en mente, pero que se tiene que cocinar con mucha calma, es un cd solamente con improvisaciones. Ya veríamos si saldría publicado en mi sello o en otro. Es algo muy personal, algo fuera de lo normal… (…) ¶
Eduardo Torrico
(Extracto de la entrevista publicada en el nº 381 de SCHERZO, de febrero de 2022)
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