Jonas Kaufmann: Sangre vienesa

Pocas estrellas de la ópera son hoy más populares e indiscutibles que el tenor alemán Jonas Kaufmann (Múnich, 1969). Un artista que combina pasión, disciplina e informalidad con una voz inconfundible y una imagen seductora. Un cantante que acapara titulares ante cualquier eventualidad, ya sea una actuación o una cancelación. Kaufmann se ha prodigado poco en nuestro país, aunque el año pasado protagonizó una producción de Andrea Chénier en el Liceu de Barcelona y un recital con orquesta en el Teatro Real de Madrid. Y está dispuesto a espaciar cada vez más sus actuaciones para descansar y disfrutar de su familia. Acaba de iniciar la temporada cantando Otello, en Múnich, y prepara este noviembre su debut como Paul en una nueva producción de La ciudad muerta de Korngold en la capital bávara. En 2020, tan sólo actuará en dos nuevas producciones de Fidelio en Londres y de La valquiria en París, junto con una reposición de Los maestros cantores en el Festival de Ópera de Múnich. Atendió a Scherzo, en exclusiva, durante la promoción de su último disco en Sony Classical. Un álbum titulado Wien con una selección de canciones vienesas y fragmentos de opereta, que ha grabado junto a la Filarmónica de Viena, y que promocionará en enero con una gira europea. El tenor alemán repasa su trayectoria y comenta algunas influencias escénicas y musicales. Habla de ídolos vocales, planes futuros y afectos vieneses, aunque también elude cualquier declaración acerca de la situación de su colega Plácido Domingo.
(…) Sony Classical acaba de publicar su último disco. Un álbum titulado Wien donde ha colaborado con la Filarmónica de Viena y Ádám Fischer en un exquisito programa de canciones vienesas y fragmentos de opereta. ¿Qué le une a Viena?
Mis abuelos tenían una granja en el Tirol y pasé allí mucho tiempo durante las vacaciones. Me encantaba ver la televisión y absorber los giros e inflexiones del lenguaje vienés tan presentes en este repertorio. Y también aprendí de mi abuela, tal como le dije, los clásicos de la opereta y la canción ligera vienesa de Johann Strauss, Franz Lehár y Robert Stolz, que ella adoraba y cantaba con una voz maravillosa. La verdad es que la opereta siempre me ha puesto de buen humor. Cuando era joven, y tenía que hacer alguna actividad que no me gustaba, como limpiar, ponía la famosa grabación de Carlos Kleiber de El murciélago.
En este disco regresa a fragmentos de roles de opereta de Johann Strauss que había cantado en la década de 1990, como Caramello en Una noche en Venecia y Alfred en El murciélago. ¿Cómo ha sido volver a esta música?
Ha sido una experiencia maravillosa. Y, especialmente, escuchar estas melodías inmortales en la versión sonora de lujo, de los músicos de la Filarmónica de Viena, que realmente aman y disfrutan tocando este repertorio. ¿Qué más se puede pedir? En cuanto a Caramello, es un personaje que canté en 1993, en Ratisbona. Fue mi primera producción profesional, aunque todavía era un estudiante. Y se trata de un papel exigente, que requiere un tenor experimentado y también un buen actor, pero que fue enormemente divertido abordar tan joven. De hecho, conocía alguno de los números más famosos de esa opereta, como la canción del gondolero Komm in die Gondel, a través de las grabaciones de Rudolf Schock y otros tenores.
Si su álbum de opereta alemana en Sony Classical, de 2014, titulado You Mean the World to Me, fue una especie de homenaje a Richard Tauber, ¿podría entenderse Wien como algo similar hacia Rudolf Schock?
Yo no diría eso, aunque es verdad que pensé muy a menudo en las grabaciones de Rudolf Schock cuando preparé este nuevo álbum. Y, como sabe, hay otros grandes tenores que han cantado esta música, desde el mismo Tauber y Joseph Schmidt hasta Gedda, Wunderlich y Domingo. Además, se trata de un repertorio increíblemente variado. Existe una gran diferencia entre los fragmentos de opereta y las canciones vienesas que requieren no solo el acento vienés, sino también la modulación apropiada. Es un rango bastante amplio que hemos grabado aquí, desde El murciélago, que se estrenó en 1875, hasta la canción de humor negro Der Tod, das muss ein Wiener sein compuesta por Georg Kreisler, en 1969. Es lo que podríamos llamar una historia cultural vienesa a través de las notas musicales. Ha sido muy divertido grabar todos estos temas atemporales y tengo muchas ganas de salir de gira con este proyecto el próximo enero. ¶
Pablo L. Rodríguez
(Extracto de la entrevista publicada en el nº 356 de Scherzo, noviembre de 2019)