Jessica Pratt: “Sólo hay una técnica, y es la de cantar bien, como decía Renata Scotto”
Nacida en Bristol (Inglaterra) pero criada en Sídney (Australia), Jessica Pratt es una de las cantantes más aclamadas en el repertorio de soprano coloratura: mucho Rossini, pero también Bellini y Donizetti, con alguna incursión en el primer Verdi. Todos estos aspectos pueden sugerir —y de hecho han sugerido— una comparación inmediata con Joan Sutherland, hasta el punto de que en el transcurso de la larga y hermosa conversación que mantuve con Pratt me tomé la libertad de preguntarle si esto no era una carga para ella. Sin duda, Pratt es una cantante muy querida por el público ‘latino’, y en particular por el español, que hace unas semanas la aclamó triunfalmente en I puritani en Bilbao y ahora se prepara para recibirla con los brazos abiertos en el Teatro Real, el 16 de diciembre, de nuevo bajo el signo de Bellini, con La sonnambula. Pero Jessica es también una mujer con los pies en el suelo, que al hablar conmigo desde su hogar en la campiña cerca de Florencia (está casada con un napolitano) se muestra inmediatamente ingeniosa, afable y con sentido del humor.
Rossini y Bellini son las piedras angulares de su repertorio, mientras que el trágico Donizetti está aún por llegar. Para este último autor, hablamos de un estilo, de una técnica de canto muy diferente a los dos primeros…
Sólo hay una técnica, y es la de cantar bien, como decía Scotto. En cada uno de estos tres compositores hay que saber encontrar la expresión dentro de la palabra, dentro de la línea de canto. Bellini, sin embargo, exige un legato muy puro, perfecto, incluso en el registro central: antes de cantar sus óperas, no sabía cómo hacerlo, mientras que ahora lo siento como algo natural. Donizetti requiere más trabajo en la palabra, ya mira hacia Verdi, mientras que Rossini es técnica, puro sonido. (…)
Dentro de unos meses, cantará una rareza como Francesca da Rimini de Mercadante. ¿Le interesa abordar obras que probablemente no vuelva a interpretar en su carrera?
Quite lo de probable… ¡es una certeza! Aun así, me gusta mucho cantar óperas desconocidas, porque puedes abordarlas como quieras, sin tener que lidiar con grabaciones del pasado, con grandes cantantes, con modelos históricos. Lucia es inseparable de la cadencia histórica, que todo el mundo quiere escuchar, aunque no haya sido escrita por Donizetti (sino por Tetrazzini), mientras que en las óperas inéditas tienes carta blanca, puedes expresarte al máximo. Aunque siempre intento aprender sólo de la partitura y no de los mitos del pasado, en las óperas raras esta es la única manera. Me encanta adentrarme en nuevos mundos, conocer nuevos personajes. Quizá la mayor parte de mi repertorio esté formada por óperas que sólo cantaré una vez. Pero no es tiempo perdido, porque aprendes algo que te enriquece para las óperas de ‘repertorio’. Y cuando vuelvo a estudiar Sonnambula, como estoy haciendo ahora con vistas a las representaciones en Madrid, siempre empiezo de nuevo, como si fuera un título nuevo. Esta Francesca está ligada a España: el debut previsto en Madrid se canceló por una pelea entre prime donne, que también se repitió en Milán, hasta el punto de que la primera representación no tuvo lugar hasta 2016 en Martina Franca. Creo que es un título ideal para mi voz.
Ah, Madrid… ¿qué tipo de relación tiene con el público español?
En Madrid he estado únicamente como espectadora, ya que sólo he hecho una gira con los conjuntos del Real. En Barcelona, en cambio, he cantado varias veces. En general, es un público belcantista, al que le gustan los colores, los piani, los sobreagudos. Es un poco como el público italiano, y me siento realmente en casa. (…)
Nicola Cattò
[Foto: Marco Borrelli]
(Extracto de la entrevista publicada en el nº 390 de Scherzo, de diciembre de 2022)