A propósito del ‘Oratorio de Navidad’: el instrumento y el estilo
Los tres conciertos ofrecidos la pasada semana por la OCNE en el Auditorio Nacional de Música, con las tres primeras cantatas del Oratorio de Navidad, han servido para comprobar la gran cantidad de ‘bachólogos’ que hay en este país y para descubrir detalles desconocidos de esta obra. Por ejemplo, que estas tres cantatas, y las otras tres que completan la serie, estaban “destinadas originariamente a interpretarse, por supuesto, en la Iglesia de Santo Tomás de Leipzig”, como ha podido leerse en alguna reseña del concierto. ¡Por supuesto! Y también, por supuesto, en la de San Nicolás. Como era habitual en el Leipzig del siglo XVIII, las cantatas se estrenaban por la mañana en la Iglesia de San Nicolás y se repetían por la tarde en la de Santo Tomás. Y, por supuesto, el Oratorio de Navidad no fue ninguna excepción.
Pero la aseveración más contundente sobre la interpretación de la OCNE se ha halla en esta frase: “una treintena de músicos, sin instrumentos historicistas, pero en estilo, que es lo principal”. No voy a rebatir que el estilo sea lo principal, aunque desde luego no deje de ser una apreciación muy subjetiva. Pero sí creo que es bastante discutible que el estilo pueda conseguirse sin los instrumentos adecuados. Utilizar un instrumento original para interpretar eso que se ha dado en llamar “música antigua” no es el fin, es solo un medio… Pero un medio que allana el camino y que forma parte de un todo en el que también está el acudir a fuentes originales y el consultar tratados de la época para saber cómo se tocaba entonces.
Me temo mucho que, como bien explicaba en su atinadísima crítica de este concierto Rafael Ortega Basagoiti, no se puede estar en estilo tocando con tres hermosas trompetas modernas de válvulas, en lugar de emplear trompetas naturales parecidas a las que se utilizaban en la época de Bach. Es más, yo que soy bastante extremista para cuestiones organológicas, creo que ni siquiera las trompetas naturales que se emplean mayoritariamente en nuestros días resulten apropiadas, ya que en el 99% de los casos se recurre a instrumentos tuneados. Me refiero a trompetas con uno, dos, tres y, últimamente, hasta cuatro agujeros (¡ay los ingleses!) para facilitar la modulación. No, las trompetas que conoció Bach no tenían agujeritos tramposos. Bach conocía perfectamente cómo eran aquellas trompetas porque había trabajado codo con codo durante largos años con el que seguramente fue el mejor trompetista de la época: su amigo Gottfried Reiche. Lo más probable es Reiche sirviera de inspiración a Bach para esos endiablados pasajes de trompeta que se encuentran en el Oratorio de Navidad (Grosser Herr, o starker König, de la primera cantata, y Herr, wenn die stolzen Feinde schnauben y Nun seid ihr wohl gerochen, de la sexta cantata). Y hasta es posible que Reiche estuviera destinado a tocarlos. Pero nunca lo sabremos: murió a los 67 años, solo dos meses y medio antes (el 6 de octubre de 1734) de que Bach estrenara el Oratorio de Navidad.
¿Se está en estilo cuando se tocan las Variaciones Goldberg al piano? Definitivamente, no. Se podrán tocar muy bien con un piano y habrá gente que esté encantada con el sonido del piano cuando se interpreta a Bach. Pero nunca se estará en el estilo. En la mayor parte de los casos, el estilo viene determinado por el instrumento. En unos casos se nota más y en otros se nota menos. Se puede tocar relativamente en estilo las Suites para violonchelo de Bach con un instrumento moderno, con sus cuerdas metálicas y hasta con un arco de fibra de carbono, pero nunca se podrán tocar en estilo las Variaciones Goldberg con un piano ni con otro instrumento que no sea el clave, para el cual fueron concebidas. Ni se podrá tocar en estilo el Oratorio de Navidad si se recurre a trompetas de válvulas, por muy buenos que sean los trompetistas.
Otra cosa es que el crítico de turno haga la vista gorda (muchas veces resulta indescifrable el criterio que aplican algunos críticos en según qué ocasiones). Se puede ensalzar las prestaciones de la orquesta titular del Teatro Real tocando una ópera de Haendel con instrumentos modernos y con un sonido absolutamente plano (fruto del empleo de esos instrumentos anacrónicos, pero también de la dirección musical) y un mes más tarde cebarse con las supuestas desafinaciones de los oboes de la orquesta de Ton Koopman. Aquí también, como antes señalaba, todo es subjetivo: habrá quien prefiera el sonido afinado de un oboe moderno y habrá quien prefiera el sonido original (pese a alguna posible desafinación) de un oboe barroco. Habrá quien piense que el oboe moderno tiene un sonido celestial y habrá quien opine (es mi caso) que no hay instrumento que haya involucionado tanto en cuanto a sonido como el oboe. Para gustos se hicieron los colores, claro… Pero lo del estilo es otra cosa.
Ah, por si hay alguien que duda de que el Oratorio de Navidad pueda tocarse con una trompeta natural si agujeros, aquí es dejo este vídeo (la calidad no es demasiado buena, lo siento), en el que aparece Jean-François Madeuf sentando cátedra una vez más:
Eduardo Torrico