William Christie, “La música antigua ha pasado a formar parte de la música occidental”

Hace treinta y tres años que William Christie (Buffalo, 1944) fundó Les Arts Florissants. Lo que comenzó siendo una aventura para recuperar música del Barroco francés hoy es, sin duda, uno de los principales referentes de la música antigua. Tampoco esa música antigua es lo que era: antes no pasaba de ser una anécdota y ahora es parte fundamental en las temporadas de conciertos y de óperas a lo largo del mundo entero. Después de tanto tiempo, Les Arts Florissants se halla inmersa en un obligado relevo generacional. Por ello, al acordar esta entrevista, Christie sugiere que esté presente Emmanuel Resche-Caserta, su actual concertino, para que opine también de ese relevo que está viviendo la orquesta francesa.
(…) Hablemos de eso, de lo rápido que pasa el tiempo: usted fundó Les Arts Florissants en 1979. En ese entonces, había muy poca gente que entendía qué era eso de tocar con instrumentos originales y criterios interpretativos auténticos; se consideraba una moda pasajera. Pero el tiempo les ha venido a dar la razón a los que se consagraron a esa práctica.
W.C.: No, no fue fácil. Pero, dentro de la dificultad, había sitios que resultaban más complicados que otros. Por ejemplo, Francia u Holanda eran mucho más receptivas a este movimiento que Estados Unidos, por ejemplo. Creo que tuvo que ver con que, en determinados lugares, como Ámsterdam, existieran talleres de lutería donde se reproducían aquellos instrumentos antiguos. También dependió de que surgieran determinadas personalidades que resultaron a la larga fundamentales: en Holanda todo el mundo sabe que estaban Leonhardt o Brüggen, pero no mucho después apareció en Inglaterra Christopher Hogwood, que fue otra figura decisiva. Tampoco debemos olvidar el caso de Alemania, donde ya habían comenzado a recuperar música del Barroco en 1935.
Sin embargo, Les Arts Florissants apostó por la música del Barroco francés, que era completamente desconocida en ese momento.
W.C.: Tuve la suerte de crecer amando la cultura francesa. Iba a Francia y, además de museos, visitaba sus bibliotecas. Fue así como descubrí compositores de los que no se hablaba y como me fui metiendo en esa música.
¿Cómo ha cambiado la llamada música antigua en estos últimos treinta y tres años? Hay quien sostiene que ahora hay mucha más técnica que entonces, pero menos imaginación y, tal vez, menos pasión entre los que se dedican a ella.
W.C.: Yo considero que la situación ahora es mucho mejor. Para empezar, eso que la gente conoce como ‘música antigua’ forma ya parte de la música occidental. Ahora, nos podemos considerar legítimamente parte de ella, pero hace cuarenta o, incluso, treinta años resultaba impensable. Ya no somos una ‘moda’, ni mucho menos. La música antigua forma parte de las temporadas de conciertos regulares y está presente en los principales teatros de ópera de todo el mundo. El Met de Nueva York programa al menos un título barroco cada año, lo cual hasta hace bien poco era inimaginable. Además, cada vez son más las orquestas de teatros de ópera que procuran adaptarse estilísticamente al Barroco. Por otro lado, todo buen conservatorio que se precie cuenta con un departamento especializado en interpretación históricamente informada. Para mí, todo ello es la confirmación de que la música antigua está plenamente asentada y, lo repito una vez más, forma forma parte con pleno derecho de la música occidental, ya no hay nadie que crea que es una extravagancia. Es curioso, pero la mayoría de la gente en aquellos años 70 y 80 del pasado siglo estaba convencida de la que música comenzaba con Mozart y que antes de Mozart no había nada que mereciera la pena. (…)
Eduardo Torrico
[Foto: Oscar Ortega]
(Extracto de la entrevista publicada en el nº 383 de SCHERZO, de abril de 2022)