Weinberg en los Proms
Londres. Royal Albert Hall. BBC Proms. 22-08-2019. Obras de Howell, Elgar, Knussen y Weinberg. City of Birmingham Symphony Orchestra. Sheku Kanneh-Mason, violonchelo. Mirga Gražinytė-Tyla, dirección
Es muy fácil saber cuándo el Royal Albert Hall está lleno para un concierto y cuándo está a reventar. En un auditorio normal con todas las entradas agotadas, el aire acondicionado funciona y se puede respirar. Anteanoche todo fue sudor, lágrimas y asfixia. Al menos durante la primera parte.
La Sinfónica de Birmingham trajo un programa que había tocado en su propia sede la noche anterior, al parecer con una acogida fervorosa. La primera obra fue Lamia, de la compositora local Dorothy Howell (1898-1982). Escrita en 1918, la pieza sonaba más a Vaughan Williams que Vaughan Williams, excepto cuando sonaba a Holst. Howell fue una protegida de Henry Wood cuyo impulso compositivo se agotó en la mediana edad. Años más tarde se dedicó a cuidar la tumba de Elgar.
Sheku Kanneh-Mason fue el solista en el Concierto para violonchelo de Elgar, y las expectativas que había levantado se demostraron demasiado altas. El violonchelista de boda real posee una indudable personalidad escénica y un nutrido ejército de fans. En todo caso su acercamiento a la pieza crepuscular post-bélica de Elgar fue lírico, aunque sin demasiado lamento. Las largas frases fluían con facilidad, pero yo echaba de menos la dimensión numinosa que los grandes maestros del chelo traían, y traen todavía, a esta obra maestra de la resignación ante la muerte. Mirga Gražinytė-Tyla introdujo dos o tres mínimas pausas en su dirección de la obra, como si ella y Sheku estuvieran todavía buscando la correcta expresión elgariana.
Los fans de Sheku que se marcharon en el descanso –la mayoría ubicados de pie en la arena- se perdieron un lúdico memento de ocho minutos del malogrado Oliver Knussen y una fascinante lectura de la poco conocida Tercera sinfonía de Mieczysław Weinberg, uno de los compositores favoritos de Mirga, de quien este año se celebra el centenario de su nacimiento. Weinberg retiró la sinfonía en 1949 cuando estaba en ensayos, temiendo la ira de Stalin. La obra exhibe potentes episodios bélicos, con disparos de ametralladoras y un pegadizo tema final que parece proclamar que, pase lo que pase, Rusia sobrevivirá. Un descarado solo de flautín al final del segundo movimiento nos recordó el uso similar que hizo Shostakovich del pitido en su Octava sinfonía para desinflar las pomposidades soviéticas.
Mirga dirigió con enorme convicción y la orquesta dio todo lo que tenía -que es mucho- y algo más. Fue sin duda una interpretación de primer nivel, el tipo de comunicación urgente que echamos de menos en Londres la mayor parte del año. Mirga, que no se corta un pelo, animó al público a venir a Birmingham para escuchar más música de Weinberg en el año de su centenario.
Norman Lebrecht
https://slippedisc.com/2019/08/biggest-night-yet-at-the-bbc-proms/