VILCHES / La música sagrada de Manuel García

Vilches. Iglesia de San Miguel. 30-X-2022. Natalia Serrano, soprano; Juan Manuel Morales, contratenor; Ángel Luis Molina, tenor; Luis Ortega, bajo. Numen Ensemble. Órgano. Héctor Eliel Marcos. Director: Jerónimo Marín. Obras de Rossini y M. García.
El Festival Andrés de Vandelvira, que sirve tradicionalmente de preludio al Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza, inició el año pasado el proyecto de recuperación de la música religiosa del sevillano universal Manuel García. Un corpus formado por cuatro misas y un Salve Regina y al que este año le ha correspondido la Misa nº 3 en Sol mayor, precedida del Ave Maria de su gran amigo Rossini. Estas misas nacieron para solemnizar las liturgias dominicales en la capilla de la embajada de Baviera en Londres, en 1818. En dicha capilla se reunían los católicos amantes de la música religiosa de la capital británica, dado que allí solían cantar los solistas italianos de las compañías de ópera estantes en dicha ciudad. Son misas para coro a cuatro voces, solistas y acompañamiento de órgano y en las que García fusiona el estilo musical aprendido en sus años mozos en la capilla del Salvador de Sevilla con el lenguaje operístico, dando lugar a obras bien construidas, con inspiración melódica y brillante escritura vocal.
Bajo la mano atenta de Jerónimo Marín, que estableció una dirección llena de detalles en materia de fraseo y de dinámicas, equilibrando en todo momento todas las voces y estableciendo unas texturas diáfanas especialmente en los pasajes fugados (sobre todo en la espléndida fuga Et vitam venturi saeculi), el Numen Ensemble se mostró como un instrumento flexible y preciso. Ya desde el Ave María rossiniano mostró su control de la emisión y del sonido, regulando las dinámicas como una sola voz y siguiendo con justeza las indicaciones de Marín. El sonido global es compacto, muy empastado y con igual calidad en todas las secciones. Se nota que su director habitual, Héctor Eliel Marcos, ha trabajado a fondo la construcción de un sonido de poco vibrato, cálido, pero con contundencia en los pasajes más masivos, casi homofónicos, como los iniciales del Gloria y del Credo. Marín, por su parte, los llevó por caminos delicados y de sonido muy poético en el Agnus Dei.
En comparación con la Misa nº 2 que se recuperó el pasado año, la tercera ofrece más cantidad de números para las voces solistas, en los que García mostró su dominio de la escritura vocal, especialmente de piezas a varias voces ricas en modulaciones y coloraturas que ponen a prueba la afinación y el oído de los cantantes. Quien más lo sufrió fue la soprano, a quien le costó en diversas ocasiones atenerse al tono escrito y frasear con agilidad sus pasajes más floridos. No fue así con los demás solistas, de prestaciones brillantes, muy en estilo, con voces de empaque (contundentes los graves de Ortega y muy lírico el fraseo de Molina) que se entrelazaron con facilidad y precisión, haciendo evidente la riqueza de la escritura armónica de Manuel García.
Con un órgano positivo de tres registros, casi todo en madera, Marcos prestó un acompañamiento de dulces acentos, de sedoso sonido que sabía fundirse con el de las voces de manera armónica y fluida.
Andrés Moreno Mengíbar
(Fotografía: Federico Mantecón)
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