VALLADOLID / OSCyL: inicio de temporada celebrando su 30º cumpleaños
Valladolid. Auditorio Miguel Delibes. 24-IX-2021. Víctor y Luis del Valle, piano. Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Director: Pablo González. Obras de Beethoven, Mozart y Chaikovski.
Para celebrar sus tres décadas de vida, la OSCyL programó el mismo concierto que tuvo lugar en septiembre de 1991 dirigido por Max Bragado-Darman, quien fue su primer titular, en el Teatro Calderón, su antigua sede. Sobre los atriles, la Leonora III de Beethoven, el Concierto para dos pianos K. 365 de Mozart y la Sinfonía nº 2 de Chaikovski. Se rindió homenaje al comenzar a los veinticuatro profesores que permanecen en la formación desde el origen, quienes comparecieron en el escenario antes que el resto de sus colegas para recibir un aplauso caluroso por parte del público. Se trata de un gesto bonito hacia los veinticuatro que, sin duda, recibieron como el honor que encierra el representar a una misma orquesta durante tanto tiempo.
Pablo González, uno de los directores españoles que gozan de mayor aprecio en toda la geografía nacional, abrió con gran energía la temporada de una OSCyL a la que aún le queda trabajo para alcanzar la velocidad de crucero de años anteriores. La Leonora III adoleció de algo no inhabitual en las oberturas, como es cierta falta de ensayo apreciable en lentitud de reflejos y precisión. La OSCyL se mostró como una orquesta muy buena, pero no excelente. Los hermanos del Valle presentaron un Mozart muy original y refrescante, algo muy de agradecer, dotado de fraseos modernos en los que el forte y el piano desafían los usos académicos, especialmente en figuraciones rápidas, quizá tocados por influencias de otros estilos (¿flamenco?).
En Chaikovski, repertorio en que la OSCyL suele mostrar sus mejores virtudes, Pablo González ofreció vigor, balance y sabiduría en los diálogos. El cuarto movimiento supuso un momento destacado. El asturiano lo expuso como un poema sinfónico autosuficiente mediante el subrayado muy pertinente del sentido narrativo de los diferentes temas. A pesar de un arranque poco claro, trajo el sonido no de una Pequeña Rusia, como indica el título de la sinfonía, sino de una Rusia imperial, la gran patria de los zares y de Tolstoi o, mejor, de Pushkin, por las reminiscencias que trae de Eugenio Onegin y La dama de picas. Sonido amplio y expansivo, controlando bien el equilibrio y el correcto ‘sentido del estruendo’ de los finales chaikovskianos.
Se vio cómodos a los profesores de la orquesta con Pablo González, pero todos ellos saben que es muy posible que, en esta ocasión, la OSCyL quizá no respondiera al máximo de su capacidad.
Enrique García Revilla