VALLADOLID (OSCyL) / Esperábamos más de Steinberg

Valladolid. Auditorio Miguel Delibes. 18-X-2019. Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Vadim Gluzman, violín. Director: Pinchas Steinberg. Obras de Chaikovski. Aforo: 1700. Asistencia: 95%.
El violinista Vadim Gluzman [en la foto] exhibió su Stradivarius “ex Leopold Auer” con el concierto de Chaikovski. Su sonido, lleno de color sobre todo en la tercera cuerda ⸺al menos desde mi butaca⸺, se basta para enviar poderosas ondas sonoras hasta el último rincón del Delibes. Ahora bien, cuando en ocasiones Chaikovski exige volumen de tutti y el director no renuncia al mejor sonido de su formación, ningún violín es capaz de pelear contra una orquesta. Si bien Steinberg y Gluzman se llevaron francamente bien y realizaron fantásticos guiños convenientemente ensayados, el director, que no renunció a aligerar el tamaño de su plantilla (algo natural si quiere mostrar su orquesta en todo su esplendor en los fragmentos de tutti), consiguió algo tan feo como tapar al solista en un par de ocasiones. Eso sí, Gluzman buscó la perfección y, salvo en los dos momentos en que su cuerda prima le traicionó sin vibrar, se mostró brillante y carente de almíbar, para lograr una interpretación académica y rigurosa de la partitura, disfrutable para todos los públicos, desde el abonado primerizo hasta el más avinagrado de los críticos.
Una gran sinfonía en manos de la OSCyL siempre es promesa de lo mejor. No obstante, llegó lo bueno, sin duda, pero no llegaron la mejor OSCyL ni el mejor Chaikovski. Steinberg mostró en este caso un celo encomiable aunque tal vez excesivo en cuanto a fidelidad al autor. Sólo un ejemplo ilustrativo: cuando Chaikovski indica dos efes en la partitura, y una orquesta ofrece un triple forte, tal vez el director esté cometiendo una pequeña traición a la intención original del compositor, pero es de agradecer si lo hace buscando expresar el sentimiento hiperbólico de un compositor romántico en cuerpo y alma. Tal vez si Steinberg hubiese ofrecido ese poco de más en los contrastes de una orquesta capaz de todo en sus pianísimos y sus fortísimos, la calima de la emoción musical habría empapado a los asistentes en lugar de quedar flotando en lo alto del auditorio. Desafortunadamente un concierto que podía haber llegado a excelente, sin esa chispa quedó sólo como un buen concierto. Dio la impresión de que Steinberg no sería nunca elegido por los profesores de la OSCyL como su director titular, si se les diese esa opción.
Enrique García Revilla
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