VALLADOLID / ‘Like’ para Hahn y ‘retweet’ para González-Monjas
Valladolid. Auditorio Miguel Delibes. 29-IV-2022. Hilary Hahn, violín. Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Director: Roberto González-Monjas. Obras de Ravel, Sibelius y Lutoslawski.
Muchos jovencitos, estudiantes de conservatorio, alborotados, alegres y un tanto molestos otorgaron un color diferente al Delibes, donde acudieron atraídos por la presencia de una estrella mundial a la que se rinden en likes en sus juveniles redes sociales. Y Hilary Hahn, en efecto, demostró con el concierto de Sibelius los motivos por los que verdaderamente es una estrella, que podemos resumir, además de en absolutamente todo (precisión, limpieza, expresividad), en los miles de mínimos matices que siempre resultan mejor de lo que uno esperaba.
Así ocurrió en su muy personal primer movimiento, tras el cual, recibió aplausos de parte del público, director y profesores de la OSCyL, reacción que no se veía en Castilla y León desde hace unos años, con Vilde Frang en el Concierto de Brahms, y que resulta hermosa cuando dichas ovaciones entre movimientos no son por ignorancia sino sinceras y merecidas. Su tercer movimiento, interpretado con un buen efecto attaca, comenzó llamando la atención por los arcos escogidos para el tema principal, que no parecían la opción más sencilla, y aun así se vio que la muñeca derecha de Hilary Hahn puede con todo, tanto sobre tartán como por pedregal.
Pero la música sinfónica no es cosa de solista. El director Roberto González-Monjas había puesto en atmósfera el concierto con la Pavana para una infanta difunta, obra en la que la OSCyL presentó su mejor sonido de empaste y dejó claro que el público debía prepararse para una gran noche. Nada de considerar la apertura del concierto como el momento para una obra menor. Aparte del gran solo del trompista José M. Asensi, Ravel sonó con su precioso y sugerente juego de timbres, fruto de la personalidad de un director que seduce y convence al instrumento múltiple que tiene a sus órdenes. Después de Ravel, Sibelius puso en pie a parte del auditorio, pero lo que algunos de aquellos jovencitos desconocían en sus indiscretas idas y venidas entre las filas del patio durante el descanso, es que el plato fuerte estaba por venir. Ya lo intuimos al ver el derroche de buen gusto de González-Monjas acompañando con una maravilla de parte orquestal, en la que constatamos que Hilary Hahn no sabe ni quiere disimular su felicidad musical cuando dispone de la orquesta con la que soñó una vez siendo estudiante.
Una de las grandes obras sinfónicas del siglo XX, el Concierto para orquesta de Lutoslawski sonó por vez primera en los atriles de la OSCyL, y lo hizo de una forma privilegiada. Precisa afinación en todas las secciones, prodigio de energía desde cada atril (pues casi cada instrumento es solista) y derroche de expresividad hacia cada metro cúbico del auditorio. Roberto González-Monjas es un director que mima cada sección de su orquesta y uno de los que mejor ha hecho sonar a la OSCyL en los últimos años gracias a la mezcla proporcionada de sabiduría e intuición en su batuta. Enorme partitura y enorme director de orquesta, a la altura de los más grandes y a partir de ahora uno de mis preferidos, liderando una formación que, en programas así, se acomoda sin complejo en la primera línea nacional.
Enrique García Revilla
(Foto: Photogenic Agencia Gráfica)