VALLADOLID / La energía contagiosa de Nil Venditti

Valladolid. Auditorio Miguel Delibes. 4-XI-2022. Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Francesca Dego, violín. Dir.: Nil Venditti. Obras de Bellini, Busoni y Casella.
Si bien un concierto plenamente italiano no es cosa de ver con frecuencia en un auditorio sinfónico, en este tercero de temporada todo, hasta la propina, vino animado por la extraversión de la musa ausonia. Organizado con la colaboración del Instituto Italiano de Cultura de Madrid y de la Embajada de Italia, también se hizo notar la presencia de público transalpino en sus conversaciones orales y gestuales. En esta animación de auditorio, a la joven Nil Venditti, micrófono en mano, se le ocurrió vocear “buona sera, Valladolid”, como si fuese una presentadora de Eurovisión. Con ello creó la expectación. El público no sabía si esperar una directora hiperactiva o quizá una vendedora de humo al estilo del charlatán de L’Elisir d’amore. Afortunadamente, quienes desconocíamos a Nil Venditti pudimos constatar tras los primeros acordes de la obertura de Norma, que no se trata de una impostora (ojo, que los impostores en el podio también tienen su público).
De forma natural surgió en sus manos esa cuerda de la OSCyL, tan bonita y aterciopelada. Energía desbordante y contagiosa puede ser su característica más evidente, pero sin duda, no es su única cualidad. Quizás dio la impresión de que el buen resultado de la interpretación vino más por la libertad que la directora otorgó a la orquesta, en una especie de «fiaos de mí y seguidme» que en un trabajo a fondo en el análisis y los detalles. La obertura, italianísima tanto en sus cantábiles como en el pathos, no sólo fue una idea estupenda para arrancar un concierto, sino una muestra de buen gusto en discurso y una partitura orquestal rotunda en manos de una plantilla de entidad, con mayor y mejor personalidad de la que habitualmente cabe en un foso de ópera.
Pero no todo en Italia es ópera. Y en el siglo XX está todo ese sinfonismo de gente como Respighi o, como en este caso, de Busoni y Casella. La violinista Francesca Dego, por su parte, se enfrentó a la orquestación del Concierto para violín en Re de Busoni como si fuese una partitura fácil, sin dar la impresión de estar luchando contra su violín y contra ese tutti no siempre ligero. Su perfección técnica posee una naturalidad de hacer fácil lo difícil comparable, mutatis mutandis, a la de Pavarotti. Fue muy aplaudida y respondió con un capricho de Paganini tocado con gracia y sentido del humor.
Excelente partitura la del Concierto para orquesta de Alfredo Casella, una auténtica prueba de fuerza para las orquestas. Nil Venditti se reveló como una directora que se encuentra por encima de su partitura, que controla todos sus recovecos y que, con un gesto claro y certero, está pendiente absolutamente de todo lo que ocurre en el seno de la orquesta. Gran capacidad de concentración y comunicación con los músicos, además de magnetismo y carisma, pero también una enorme autoridad bien entendida y respetada. Fantásticas todas las secciones de la OSCyL, como siempre: bárbaro esta vez el cuarteto de trompas, muy presentes en el discurso todos los metales, precioso timbre de maderas. También es cierto que esto es una orquesta, no un deporte de lanzar piedras, y que la energía hay que saber dominarla. En este sentido, es cuestión de experiencia por parte de la directora el aprender a crear mejores balances, desembarullando un cierto exceso de decibelios en los tutti de vientos, en las tres obras del programa, que eclipsaron un tanto el papelón de lucimiento que Casella (¡gran orquestador!) ofrece a los violines.
Enrique García Revilla