VALENCIA / William Christie sube a ‘Partenope’ al Olimpo
Valencia. Palau de les Arts. 24-X-2021. Haendel, Partenope. Ana Vieira Leite, Helen Charlston, Hugh Cutting, Alberto Miguélez Rouco, Jacob Lawrence, Matthieu Walendzik. Les Arts Florissants. Director musical: William Christie. Directora de escena: Sophie Daneman.
En el año 2002, William Christie tuvo la feliz ocurrencia de crear, con carácter bienal, una academia para perfeccionar y promocionar a jóvenes valores especializados en el repertorio barroco. Le Jardin de Voix, que así se llama la academia, ha celebrado diez ediciones y por ella han pasado un buen número de cantantes que han alcanzado ya el estrellato. Sin embargo, es probable que, globalmente considerada, ninguna edición haya reunido a talentos tan grandes como la edición de este año. Se ha podido confirmar en Valencia, con la última representación de la gira que, con la ópera haendeliana Partenope, William Christie, Les Arts Florissants y su Jardin de Voix han llevado a cabo en los últimos meses por diversas ciudades europeas.
Partenope es un título infrecuente en las salas de conciertos, especialmente, en las españolas, por mucho que el Teatro Real la tenga en su programación del próximo mes de noviembre. Y uno no acierta a comprender el porqué de esa infrecuencia, ya que estamos ante una de las óperas más redondas de la formidable producción escénica de Haendel. No hay ni un solo momento en ella que pueda considerarse desperdicio. Ni relleno. Todo raya la excelencia. Es tan buena, que incluso me cautivó en su día la aneja versión discográfica de Sigiswald Kuijken (Harmonia Mundi), en la que el papel protagonista le fue encomendado… ¡a René Jacobs! (jamás pensé que el Jacobs cantante pudiera encandilarme, pero lo consiguió, por una vez y sin que sirviera de precedente, en esa ocasión).
Esta Partenope de Christie ha sido semiescenificada. La otrora soprano Sophie Daneman, metida ahora a directora escénica, la pinta de una manera un tanto infantil (los cantantes son adolescentes que juegan al parchís y al ajedrez, y que, cuando se pelean, calzan guantes de boxeo), pero bastante descriptiva (al menos, para el que conozca previamente la trama de esta ópera). Lo mejor que se puede decir del montaje (o del mediomontaje) es que no molesta, que, tal y como están ahora las cosas con los registas, no es mal elogio.
El único pero que se le puede poner a esta versión es la obsesiva manía de meter tijera cuando se trata de una ópera barroca, por esa perversa creencia de la mayor parte de los programadores de que el público de hoy no aguanta cuatro horas de Haendel, Vivaldi o Porpora. Curiosamente, no opinan lo mismo cuando se trata de una ópera de cuatro horas de Wagner, al que rara vez le cortan para hacer más llevadera la escucha por parte del ‘sufrido’ público. Al margen de los recitativos, Christie amputó hasta seis arias (una en el primer acto, dos en el segundo y tres en el tercero). No perdamos la esperanza de que algún día los programadores y sus directores cómplices recuperen la sensatez y podamos, por fin, escuchar las óperas barrocas tal y como las concibieron sus autores, que, se supone, de esto sabían bastante más que ellos (mucho más en el caso de Haendel, que además de componer y de dirigir, era empresario teatral).
El elenco vocal, como ya reflejaba en el primer párrafo de esta crónica, es fabuloso. Después de escuchar a los seis cantantes, no concibo ya a otros que puedan encarnar mejor estos roles. La soprano portuguesa Ana Vieira Leite está sublime como Partenope, la reina de la actual Nápoles que da título a esta obra. Tiene una voz prodigiosa, tan sutil como voluminosa. Puro terciopelo. Sus ornamentos en los da capi (ignoro si suyos o de alguien de Les Arts Florissants) fueron gloria bendita. Es imposible no quedar impresionado ante el derroche de facultades que despliega Vieira Leite, llamada a ser una de las grandes voces de la música antigua (y de la no tan antigua, ya que su repertorio pasa también por Rossini y por el fado) en los próximos años.
No le anda a la zaga el contratenor inglés Hugh Cutting (Arsace), que atesora ya una interesante carrera con notables grabaciones discográficas. Su voz es bella (algo no demasiado frecuente entre los de su cuerda) y bien proyectada, lo que le cualifica perfectamente para este tipo de héroes haendelianos. Magnífico, igualmente, el contratenor coruñés Alberto Miguélez Rouco (Armindo), cuya voz no tiene nada que envidiar en cuanto a belleza a la de Cutting (y puede que, incluso, sea más refinada que la de su colega). Potente y rotunda la mezzosoprano inglesa Helen Charlston, en el ambiguo y un tanto desconcertante papel de Rosmira/Eurimene sobre el que pivota la mayor parte de la trama. Igual de convincentes que todos ellos el tenor australiano Jacob Lawrence (Emilio) y el bajo francopolaco Matthieu Walendzik (Ormonte).
La orquesta, soberbiamente dirigida por Christie, tuvo como pletórico concertino a Manu Resche (qué lujo es para varias formaciones españolas poder contar a menudo con él). Les Arts Florissants se han ‘reforzado’ en esta gira con varios exalumnos de la Julliard School de Nueva York, entre los que brilló sobremanera, la fantástica violinista Augusta Mckay Lodge. Ellos también tuvieron mucho de culpa en que todos saliéramos del Palau de les Arts levitando.
(Foto: Miguel Lorenzo – Palau de les Arts)
Eduardo Torrico