Un nuevo final para el “Orfeo” de Monteverdi
No es infrecuente, y más cuando manda lo políticamente correcto, que alguien se plantee modificar el final de obras conocidas. Hace poco, levantó mucha polvareda el caso de Carmen en el Maggio Musicale Fiorentino, donde el director de escena Leo Muscato decidió acabar la ópera con la muerte de Don José. Pero hay también casos curiosos e intrigantes como el doble final del Orfeo de Monteverdi. La ópera monteverdiana termina con la llegada de Apolo, quien socorre a un desconsolado Orfeo y le asciende a los cielos. Todo ello en clara contradicción con el mito antiguo, según el cual, tras el fracasado intento de recuperar a Eurídice, Orfeo fue asesinado por las ménades. Pero semejantes licencias no suponían ningún inconveniente en el melodrama barroco, donde ni siquiera se contemplaba la opción de un final que no fuese feliz.
En el caso de Orfeo nos enfrentamos a una incógnita. Después del estreno de la obra en Mantua en 1607, Monteverdi y Alessandro Striggio el Joven (autor del libreto) decidieron publicar cada uno por separado sus respectivas contribuciones al acontecimiento. Lo más llamativo es que el texto de Striggio tiene un final distinto al de Monteverdi. Ahí, Orfeo no es ascendido por Apolo, sino que huye despavorido ante la llegada de las bacantes, que acaparan la última escena. Las discrepancias entre el libreto publicado por Striggio y la partitura editada por Monteverdi suscitan un obvio interrogante: ¿en qué forma se estrenó Orfeo? ¿cuál de los dos finales vieron los primeros espectadores de la obra?
Caben dos posibilidades. La primera: Orfeo se estrenó efectivamente con el final de Striggio, pero, a la hora de publicar la partitura, Monteverdi optó por una solución más convencional y compuso un final feliz. El otro se perdió. La segunda posibilidad es que Orfeo tuviera desde el principio el final que conocemos. La tragedia de Striggio no estaba concebida como los futuros libretos (es decir, un simple soporte para la música), sino que tenía pretensiones de obra literaria autónoma. Por eso, su autor la publicó con un final distinto al de la ópera representada, con un desenlace más acorde al espíritu original del mito griego. Nunca, por lo tanto, Monteverdi compuso otro final.
Sea como fuere, este doble final llama la atención, y era de imaginar que tarde o temprano alguien tomara cartas en el asunto. El próximo 18 de septiembre se representa en Budapest el Orfeo de Monteverdi en una coproducción entre el MÜPA de Budapest, el Teatro Olímpico de Vicenza y la Ópera de Ginebra. El reparto reúne a grandes voces especializadas en el repertorio barroco, algunas de ellas españolas: Núria Rial, Emöke Barath, Valerio Contaldo, Francisco Fernández Rueda, Cyril Auvity, Peter Harvey, Michal Cherniavsky, Luciana Mancini y Antonio Abete. La orquesta es la del Festival de Budapest y el director es Iván Fischer [en la foto]. Sin embargo, el reclamo de este Orfeo va más allá de su excelencia vocal. La peculiaridad de esta nueva versión reside en el hecho de que por primera vez se plantea un nuevo final de la ópera acorde con el libreto de Striggio.
¿Qué ocurre? ¿Se ha descubierto en algún archivo la conclusión original del Orfeo mantuano? Nada de eso. Simplemente, Iván Fischer ha querido reconstruir musicalmente el final según la versión de Striggio. Así, en lugar de la llegada de Apolo, el público asistirá al triunfo de las bacantes.