Un Martín y Soler desconocido
La figura de Vicente Martín y Soler (1754-1806), reclamada hace unos años con motivo del 250º aniversario de su nacimiento y aclamada como uno de nuestros embajadores musicales de mayor trayectoria, merece todavía una revisión exhaustiva para completar las lagunas que aún oscurecen algunas etapas de su carrera.
La estancia del compositor valenciano en Madrid está datada entre 1769, fecha en la que abandona Valencia al unirse a la compañía de los Reales Sitios —dirigida por el empresario catalán Francisco Creus y por el músico boloñés Luigi Marescalchi— y 1777, cuando ya está documentada su presencia en Nápoles. De estos años data Il tutore burlato, conservado en partitura manuscrita con fecha de 1775. Sin embargo, la reciente revisión de la etapa madrileña me sorprendía recientemente con el hallazgo de dos nuevas fuentes para el estudio de la obra Vicente Martín: la comedia italiana Li due avari y el “baile en pantomima” La fuerza del natural.
Se trata en ambos casos de libretos impresos por Joaquín de Ibarra para su representación en los Reales Sitios, probablemente en la primavera de 1776. Fueron quizás estos encuentros con el entorno cortesano los que facilitarían el viaje a Nápoles del compositor. Al mismo tiempo, estas primeras obras, no estudiadas hasta la fecha, documentan la incipiente actividad compositiva de Martín y Soler, que se familiariza ya con la moda musical imperante.
La fuerza del natural tematiza el encuentro de las sociedades gitana y paya. Los tópicos culturales ya expresados por Cervantes en La gitanilla (1613) y arraigados en la conciencia popular española del siglo XVIII se manifiestan en la trama del baile: los sentimientos nobles de amor y generosidad emergen en el tradicional enfrentamiento entre la vida nómada de las familias gitanas y la seguridad acomodada de la sociedad paya. La sencilla edición del libreto incluye la descripción del argumento, pero no incluye detalles sobre la escenografía o sobre el cuerpo de baile. La única mención de autoría se refiere al compositor (“La música es del señor Vicente Martín, llamado el Valenciano”); algo que, sin lugar a dudas, nos debe llevar a pensar que la música no era aquí un mero acompañamiento a la danza, sino el elemento fundamental del que nacía la acción.
Hasta la fecha, la comedia Li due avari se conocía únicamente por su mención en un catálogo milanés (Indice de’ teatrali spettacoli) que anunciaba su representación en 1776. Sin embargo, la lectura del libreto revela que se trata de una adaptación de la comedia francesa Les deux avares, estrenada en 1770 en París con música de André-Ernest-Modeste Grétry (1741- 1813) sobre texto de Charles-Georges Fenouillot de Falbaire de Quingey (1727-1800). Gerolamo Bosello adaptó el texto para su versión italiana, emprendiendo una transformación profunda de la estructura original: la alternancia entre partes habladas en prosa y cantadas en verso fue sustituida por una nueva organización en la que se sucedían secciones de verso libre —presumiblemente, para su interpretación en estilo recitativo— y secciones estróficas correspondientes a las arias, dúos o conjuntos vocales. Bosello trabajó también en el equilibrio de las intervenciones de los personajes y sustituyó el vaudeville francés por un finale al estilo italiano.
Los resultados de estas investigaciones se publicarán próximamente en revistas de investigación musicológica. Sin embargo, la necesidad de difundir los hallazgos, de dar a conocer la riqueza de nuestro patrimonio y de alentar el estudio de un repertorio musical aparentemente conocido pero aún falto de análisis motivan hoy este breve texto desde el Madrid que, hace ya 250 años, recibía a nuestro más ilustre músico valenciano.
Nieves Pascual León