Trevor Pinnock: “El clave bien temperado ha sido la experiencia más enriquecedora que he tenido”
Trevor Pinnock (Canterbury, 1946) es uno de los iconos de la vieja guardia del movimiento historicista, una vez desaparecidos todos aquellos precursores que, en los primeros años de la segunda mitad del siglo XX, cambiaron radicalmente la forma de entender, de interpretar y de escuchar la música antigua. Con 55 años de trayectoria profesional, el director y clavecinista inglés ha vuelto a sus orígenes discográficos, al grabar para Deutsche Grammophon El clave bien temperado de Johann Sebastian Bach: habían pasado cuatro décadas desde la primera grabación de Pinnock para el sello amarillo y cinco lustros desde la última.
¿Cómo se encuentra de salud y de ánimo en medio de la crisis del Covid-19, que ha sacudido al Reino Unido con enorme virulencia?
La crisis del coronavirus ha supuesto un gran shock para todos. Creo que ahora hemos entendido que las cosas están cambiando en nuestra sociedad, que nos estamos adentrando completamente en una nueva era y que tenemos que pensar de forma distinta a como lo hemos venido haciendo. Como respuesta a lo que sucede, tenemos dos opciones: una es convertirnos en víctimas de los cambios; otra es aprovechar los cambios para ser pioneros en ese futuro distinto que nos aguarda.
Interpreto que usted es optimista respecto al futuro, una vez que concluya esta crisis.
Soy tan optimista como pesimista. Diría que más bien soy realista. Como seres humanos que somos, debemos hacer todo lo que esté en nuestras manos para resolver los problemas que tiene ante sí la sociedad. En ese sentido sí soy optimista, porque pienso que no nos queda más remedio que trabajar todos juntos para encontrar las soluciones. (…)
¿Cómo surgió la posibilidad de volver a grabar para Deutsche Grammophon?
Llegó un momento de mi vida que me dije: “Tienes que grabar ya El clave bien temperado”. Se lo ofrecí a Deutsche Grammophon, les gustó la idea y aquí está el CD.
¿Por qué precisamente El clave bien temperado y no otra obra?
En primer lugar, porque es uno de los cuerpos de trabajo más importantes que jamás se han compuesto. Los dos libros de El clave bien temperado son la obra que más influencia ha tenido en la historia de la música occidental. Es raro encontrar un compositor que no se haya visto influido por ella: Mozart, Beethoven, Mahler… Descubrí El clave bien temperado hace sesenta años y desde el primer momento me fascinó. A medida que iba creciendo, se adueñaba de mí la idea de grabarlo, pero siempre lo aplazaba. Primero, diez años; después, otros diez años; y otros diez más… Y así, hasta que cumplí los 70. Entonces, me planté: “Trevor, no lo puedes aplazar otros diez años; es ahora o nunca”. Y me puse manos a la obra. Durante los últimos tres años, cada mañana, a primera hora, he tocado alguno de los preludios o de las fugas. Varias piezas ya las conocía, pero no la mayoría de ellas. Le puedo garantizar que ha sido la experiencia más enriquecedora que he tenido en mi vida.
Es curiosa esa influencia de la que habla sobre tantos músicos, cuando el propósito de Bach no era otro que diseñar un mero ejercicio práctico. ¿Cree que en algún momento se le pasó por la cabeza que fuera interpretado en público?
No, no lo creo. El Primer libro es un cuaderno de ejercicios para que sus hijos y sus alumnos se pusieran delante del clave y practicaran. Luego, se convirtió también en un elemento valioso para que los futuros músicos estudiaran composición. El propio Bach deja muy claro, en el prefacio, los propósitos que persigue: “Para provecho y uso de la gente joven que quiera aprender”. Pero, al margen de esa finalidad didáctica, servía asimismo de pasatiempo para aquellos que ya tenían desarrolladas ciertas habilidades interpretativas. Recordemos que es una obra escrita en todas las tonalidades de la gama cromática, algo que nunca nadie ha vuelto a explorar en su totalidad. Bach lo hizo extraordinariamente, porque él era el mejor en el uso del cromatismo. (…)
Eduardo Torrico
[Foto: Gerard Collett]
(Extracto de la entrevista publicada en el nº 363 de Scherzo, de junio de 2020)