TORRELODONES / La Spagna visita Versalles

Torrelodones. Teatro Bulevar. 16-IV-2021. La Spagna. Obras de F. Couperin, A. Forqueray, Rameau y Marais.
Hasta hace bien poco, eran contados los grupos españoles que se atrevían a adentrarse en los vericuetos del Barroco francés, terreno siempre intrincado para quien no haya mamado desde la más tierna infancia el idiomatismo de esta música. Por fortuna, hay en la actualidad un puñado de formaciones en nuestro país que se enfrentan a ella sin complejos y que la resuelven con la más absoluta solvencia. Es el caso de La Spagna, el ensemble fundado y dirigido por el violagambista y violonchelista Alejandro Marías, que ayer brindó en Torrelodones un formidable concierto versallesco junto a la violinista Irene Benito y al clavecinista Jordan Fumadó.
Concierto versallesco por cuanto las obras que configuraban el programa sonaron por primera vez en el complejo palaciego (paradigma del lujo llevado a las más extremas consecuencias) que mandó construir Luis XIV. O que, al menos, tuvieron su origen en París, cual es el caso de la Sonnerie de Sainte-Geneviève du Mont, iglesia cercana (y hoy desaparecida) al domicilio de Marin Marais, cuyas campanas inspiraban (o amargaban la vida, vaya usted a saber) al compositor.
El programa en sí era una especie de greatest hits del Barroco galo, con el Quatrième Concert Royal de François Couperin, La Superbe ou La Forqueray (para clave solo) del mencionado Couperin, La Couperin (para viola da gamba y clave) de Antoine Forqueray, tres piezas del Cinquième Concert de Jean-Philippe Rameau (La Forqueray, la Cupis y La Marais) y la ya mencionada sonería maresiana.
Pero además del interés que suscitaba tan atractivo programa, había otro aliciente añadido: escuchar por primera vez en público el recién estrenado clave de Fumadó, un fastuoso instrumento construido en la Toscana por Bruce Kennedy. Los amantes del clave saben que hay tres artesanos que vienen a ser al clave lo que Rolls Royce, Ferrari y Lamborghini a los automóviles: el no va más. Los tres son norteamericanos. Keith Hill sería el Rolls Royce de lo claves, John Phillips el Lamborghini y Kennedy el Ferrari. El de Fumadó es un modelo único, puesto que no es una réplica de ninguno concreto. Se basa principalmente en Henri Hemsch, pero con detalles que pertenecen a instrumentos fabricados por Pascal Taskin, por un lado, y por la numerosa familia Banchet, por otro. Decorado profusamente en su interior (incluso con pintura en relieve, como era habitual en aquellos claves franceses), su sonido es venusto y potente, aunque, como todo zapato, tiene todavía que ser hormado para que se ajuste perfectamente al pie: hacia el final de concierto, el clave dio muestras de inestabilidad y tuvo que ser afinado durante un buen rato por su propietario e intérprete.
Las lecturas de La Spagna resultaron apabullantes, equiparables en todos los aspectos a cualquiera que hubiera podido haber ofrecido una de esas formaciones punteras del país vecino cuyos nombres a todos se nos vienen a la cabeza cuando hablamos de este repertorio. Marías, con su viola da gamba (una réplica de una Colichon de siete cuerdas, como no podía ser de otra manera) estuvo inspiradísimo. No le anduvieron a la zaga sus dos compañeros (magnífico Fumadó en La Superbe). Nos fuimos con la sensación de que nos quedábamos con hambre, no porque el banquete careciera de calidad (todo lo contrario), sino porque en nuestros estómagos quedaba aún sitio para más delicatessen.
Eduardo Torrico