TORRELODONES / Carlos Mena y Manuel Minguillón: del sereno rigor contrapuntístico a la emoción de los afectos
Torrelodones. Teatro Bulevar. 9-IV-2021. Festival de Música Antigua de Torrelodones (FEMAT). Carlos Mena, contratenor. Manuel Minguillón, vihuelas y archilaúd. Madrigales italianos.
Manuel Minguillón y Carlos Mena inauguraron esta nueva edición del Festival de Música Antigua de Torrelodones con un programa que abarcaba un siglo en la evolución del madrigal italiano, con dos partes bien diferenciadas que ilustran el cambio fundamental que se produjo en la música vocal italiana en ese lapso: desde el contrapunto imitativo de los madrigales italianos de Arcadelt, Verdelot o Willaert, a través de las intabulaciones para voz y vihuela de los vihuelistas españoles de mitad del siglo XVI, hasta el mundo de los afectos en las piezas para voz acompañada con bajo continuo del primer tercio del siglo siguiente, muy centradas sobre los bajos ostinati.
Las intabulaciones que hicieron los vihuelistas españoles de los madrigales italianos conceden una de las voces al solista vocal, la más brillante, mientras mantienen el entramado polifónico contrapuntístico del resto de las voces en los trastes de la vihuela. La colección más importante que ejemplificó esta práctica, y que tanto influyó en los vihuelistas españoles, fue la serie de intabulaciones que realizó el propio Willaert en 1536 sobre madrigales de Verdelot —de hecho, una de las piezas más conocidas de la colección es la que da título al concierto—. La música recogida en esos tesoros que son los libros de vihuela, y que inició en España Luis del Milán, reflejan la práctica de cantar los madrigales con una voz solista e instrumento de cuerda pulsada que duraría varias décadas.
Hay que agradecer en primer lugar a Manuel Minguillón todo el arduo trabajo de transcripción de las complejas tablaturas, donde solo en excepcionales casos la voz aparece extraída en partitura y debe, por lo tanto, ser sacada a la luz, no sin esfuerzo, de las cifras. Una labor, quizás oscura pero fundamental para el resultado, realizada con brillantez y esmero. El lenguaje de estas intabulaciones tiene un tejido mucho más contrapuntístico —como fieles herederas del contrapunto imitativo de la música de Josquin Des Prez—, que el de las intabulaciones europeas más tardías sobre la música sacra de Tomás Luis de Victoria, por ejemplo, que se grabaron en aquel mítico disco de Carlos Mena y Juan Carlos Rivera, al que para mucho oyentes veteranos es imposible no hacer referencia en esta ocasión, mucho más ornamentadas por el laudista flamenco Adrian Denss —con 2 voces y acompañamiento—, o las simplificadas contrapuntísticamente de los manuscritos de la British Library y las recreadas por el propio Rivera en aquel disco.
Manuel Minguillón es un hechicero de la vihuela, un excepcional intérprete capaz de trasmitir naturalidad a la complejidad polifónica de las voces, con un sonido limpio y firme, lleno de delicadeza y brillantez. En esta parte del concierto utilizó dos vihuelas, una en Sol y otra en Mi, una con un sonido más grave y solemne y la otra más punzante, un recurso que utilizó para dar énfasis a algunas piezas y para crear un contraste en el oyente. Aunque la acústica del recinto es suficientemente correcta para el oyente, el sonido es algo seco, y mantener la vibración de las cuerdas fue una tarea exigente para el intérprete.
Carlos Mena ha alcanzado en su dilatada y brillante carrera una madurez y un control en la técnica de su instrumento vocal que le dota a su canto luminoso de un refinamiento y belleza que emociona. Cantar de esa manera exquisita, al ritmo desgranado del contrapunto de la vihuela, es una tarea mucho más ardua de lo que pudiera parecer, y requiere una maestría sobresaliente y un arte riguroso.
Aunque la poesía de los textos de estos madrigales habla de amor y pasiones, en realidad su lenguaje musical esta circunscrito a las reglas y al orden del contrapunto. La forma de dar expresividad al canto no es sencilla porque se trabaja con unos recursos limitados, si no se quiere alterar extemporáneamente la belleza de esta música renacentista. La música se estructura en cada frase para expresar el significado y la acentuación del texto, según el carácter de cada madrigal o villanesca. Mena lo consigue a través de la amplitud de la voz, de su proyección en el aire para acompañar a los acordes de la vihuela y trabajando exquisitamente su afinación y el fiato, dos materias donde Mena es excelso. Así ilumina su voz esta hermosa música, desgranando las frases del texto con delicadeza.
En conjunto, la voz de Mena y la vihuela de Minguillón nos muestran los muchos años que llevan juntos trabajando este lenguaje musical, su pasión mutua por esta música, y una conjunción excepcional.
En esta parte del concierto interpretaron, de manera ordenada por autores, las intabulaciones de 1553 de Enríquez de Valderrábano sobre los madrigales Gloriar mi poss’io, donne (Verdelot), Madonna, qual certezza (Verdelot) y Amor tu sai pur fare (Arcadelt). Posteriormente abordaron las de Miguel de Fuenllana, 1554, con un bello tiento (II) instrumental, y los madrigales Quanto sia lieto il giorno (Verdelot), Il bianco e dolce cigno (Arcadelt) y Quando ti vegio a esta finestra bella. Terminaron esta parte del concierto con obras de Diego Pisador, Minguillón comenzó con el hermoso arreglo instrumental Sparsi Sparcium —sobre el madrigal O passi sparsi de S. Festa— y posteriormente abordaron unas villanescas, dónde Mena demostró su talento con estas piezas más vívidas y de carácter jocoso, con A quand’a quand’ havea (Willaert), O bene mio fa, famm’ uno favore y la pícara Madonna mia famme bon offerta, ahí Mena estuvo especialmente ocurrente y ayudó con su gestualidad a seguir el texto, marcando el canto del gallo con su mano, lo que agradeció divertido el público.
Los intérpretes me comentaron antes del concierto que habían decidido dar un giro al crear el programa del concierto, y en vez de proseguir con el lenguaje renacentista de los vihuelistas, y pensando en la receptividad del público, hacer una segunda parte sobre madrigales o arias a una voz con bajo continuo, sobre el tema del bajo ostinato, con pasacalles y chaconas.
Es un gran salto, pero tuvo muy agradables sorpresas. Por un lado, el contraste sonoro, con el sonido del poderoso archilaúd, hermosísimo en las manos versátiles de Minguillón, y el canto deslumbrante de Mena en estas piezas; por otro, el contraste del cambio formidable que se experimenta en la canción en Italia, donde comienza el mundo de los afectos vocales, de la emoción expresiva sobre la poesía del texto, y el cambio fundamental con la irrupción del bajo continuo. Se escogieron autores con músicas especialmente hermosas en este género incipiente: Benedetto Ferrari, Tarquinio Merula y Giovanni Felice Sances.
Si para los dos intérpretes era delicado cambiar todo el concepto musical, si cabe, para Mena era una forma radicalmente diferente en su técnica de canto —y física pues pasó de estar sentado a estar de pie— al entrar de lleno en el mundo de los afectos. Comenzó esta parte del concierto con la hermosa pieza de Merula Menti, lingua bugiarda (Curtio precipitato et altri capricii, 1638), prosiguió con la bella cantata espiritual Queste pungenti spine de Ferrari (Musiche Varie a voce sola, Libro II, 1637), continuó con la interpretación exquisita de Minguillón de unas preciosas tocata y pasacalle de Giuseppe Antonio Doni (primera mitad siglo XVII). Finalmente, en el último tramo del concierto abordaron el conocido Usurpator tiranno de Sances (Cantade, 1633), donde Mena llevó un tempo realmente animado, para concluir con Voglio di vita uscir de Ferrari. La excelencia del canto poético y expresivo de Mena y la elegancia de Minguillón en estas piezas fueron realmente memorables.
Para dar un giro aún más audaz, los intérpretes decidieron apuntar en la propina a Francia e interpretaron Sé que me muero de amor, del Ballet de los españoles del Burgués gentilhombre de Lully, en el más puro estilo francés.
Un concierto realmente excepcional con dos artistas formidables.
PRESENTACIÓN DEL DISCO
Previamente al concierto se organizó el acto de presentación del disco Per voi ardo (IBS), con una mesa redonda moderada por el director Javier Ulises Illán, donde intervinieron los intérpretes Manuel Minguillón y Carlos Mena, junto al productor de sonido Paco Moya. En esa presentación salieron a la luz interesantes cuestiones como la toma de contacto de los intérpretes ya en 2008, el comienzo del proyecto a partir del año 2014 con una serie de conciertos a través del tiempo que fueron madurando la gestación del disco o la importancia de la intervención del productor de sonido, Paco Moya, en el “paisaje sonoro” final, como dijo Ulises Illán. Se trataron aspectos relevantes, desde el trabajo de transcripción de las intrincadas tablaturas por parte de Minguillón y aspectos técnicos y conceptuales ante la interpretación de esta música por parte de Mena, hasta anécdotas como la grabación en la Capilla de los Sagrados Corazones de El Escorial con solo diez grados de temperatura. Después de este acto, el clavecinista Ignacio Prego, organizador del festival, presentó el concierto inaugural.
Manuel de Lara Ruiz