Tomás Marco: “Sigo teniendo la sensación de que me queda todo por hacer”
Pocas figuras de la vida musical española pasada y presente pueden presumir de haberse desarrollado en parcelas tan diversas y complementarias como Tomás Marco: compositor, gestor público y privado, crítico, locutor de radio, editor musical, gerente de orquestas, profesor, ensayista… Como creador está considerado el miembro más joven de la llamada “Generación del 51”, que sufrió un duro golpe en 2021 con la pérdida de tres de sus nombres más relevantes: Antón García Abril, Cristóbal Halffter y Luis de Pablo. Este grupo de músicos fue el responsable de la importación a España de las técnicas vanguardistas que ya manejaban los colegas europeos. A Tomás Marco le define su gran inquietud por el arte y la cultura, que ha quedado plasmada en un amplísimo y variado catálogo compositivo: óperas, ballets, sinfonías, obras a solo, corales, camerísticas… A sus 80 años, recién cumplidos el pasado 12 de septiembre de 2022, se siente lleno de energía para continuar regalando su conocimiento y su sensibilidad a través de la música, la palabra y la acción.
Decía Graham Greene que “siempre hay un momento en la infancia en el que se abre una puerta y deja entrar al futuro”. ¿Cómo recuerda su primer contacto con la música?
Desde muy pequeño la música me conmovía. Mi primer recuerdo sonoro creo que fueron los danzantes de Ochagavía, el pueblo de mi abuela paterna en el pirineo navarro por la festividad de la Virgen del Muskilda. Al menos, lo rememoro con total nitidez y sumo cariño. Y ya desde muy joven, y sin ninguna formación todavía, componía en mi cabeza pasajes musicales bastante más complejos de lo que habría podido escribir en una partitura.
Pronto llegaron los estudios de violín y, más tarde, los de composición, que simultaneó con la formación en Derecho. A nivel compositivo, ¿cuál diría que ha sido el hecho más crucial de su vida?
Seguramente, y aunque no me refiero ahora a una cuestión musical, lo que más determinó mi trayectoria posterior fue haberme podido dedicar de pleno a la composición tras llegar al acuerdo con mi padre de terminar una carrera universitaria. Y, además, ambos mantuvimos ese acuerdo. Eso sí, nunca me he arrepentido de mi formación universitaria (ni tampoco de no haberla ejercido profesionalmente), más bien al contrario: me ha sido muy útil a nivel general.
De hecho, tiempo después tuvo la inquietud de realizar cursos de otras disciplinas, como psicología, sociología y artes escénicas… Pero si nos centramos en el ámbito de la composición, es muy reseñable que pudiera estudiar con grandísimos nombres de la música del siglo XX, como Maderna, Boulez, Stockhausen, Ligeti o Adorno. ¿Cuál de ellos le marcó más y por qué?
Según en qué cosas: Maderna era la extrema profesionalidad, Boulez el rigor casi calvinista, Ligeti la flexibilidad, Adorno la interiorización dialéctica, Stockhausen lo más parecido que he conocido nunca a lo que se tiene por un genio, aunque eso no quiere decir forzosamente que fuera el mejor, pero sí el más impredecible. La mayoría de ellos me enseñaron, lo quisieran o no, a no imitarles, sino a buscar mi camino.
En el caso concreto de Stockhausen, en 1967 pudo seguir de cerca sus investigaciones sobre música electroacústica, aleatoriedad y composición serial. ¿De qué forma cambió esta experiencia sus planteamientos musicales?
Me hizo reflexionar mucho porque se me quedó grabado algo que él decía: “Ideas puede tener todo el mundo, lo difícil es realizarlas eficientemente”.
De forma paralela a su carrera como compositor, desde los años ochenta ha desempeñado importantes cargos de gestión musical en nuestro país: gerente y director técnico de la Orquesta y Coro Nacionales de España, director del Centro para la Difusión de la Música Contemporánea, director del Festival de Alicante, consejero de la SGAE o director general del INAEM. ¿En qué faceta se siente más a gusto y más realizado, como gestor o como compositor? ¿Son complementarias?
Son aspectos de la profesión de músico que, unidos, implican mucho más que cualquiera de esas actividades de forma independiente. Y todas las experiencias en cada uno de esos campos enriquecen a los demás. Para gestionar tienes que ser creativo, y ambas tareas, composición y gestión, exigen reflexión y disciplina.
“Para gestionar tienes que ser creativo,
y ambas tareas, composición y gestión,
exigen reflexión y disciplina”
Desde 2020 es director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, institución en la que ingresó en 1993 con el discurso “La creación musical como imagen del mundo entre el pensamiento lógico y el pensamiento mágico”. Han pasado ya treinta años de aquel momento, ¿suscribe aquel texto o la experiencia vital y profesional le haría cambiar algo de él?
Creo que podría mantener casi todo, aunque es posible que algunas cosas las expusiera de otra forma dado el tiempo transcurrido, pero no creo que haya nada de fondo que no suscribiera ahora.
En la RABASF compartía membresía con tres compañeros de generación que, lamentablemente, fallecieron el pasado 2021: Antón García Abril, Cristóbal Halffter y Luis de Pablo. ¿Qué destacaría de cada uno de ellos? ¿Se siente huérfano, de alguna manera, tras estas desapariciones?
Con todos compartí muchos años de vida profesional y de esfuerzos comunes. Con García Abril colaboré una larga etapa en la SGAE y en la Fundación Guerrero, con Cristóbal Halffter trabajé en la organización de todos los cursos de composición que durante más de treinta años se desarrollaron en Villafranca del Bierzo, y con De Pablo participé en muchas aventuras de las que emprendió. Y con todos, no sólo mantuve relaciones académicas, sino amistad y colaboración que no impedía que cada uno siguiera su propio camino creativo y respetara los de los demás.
No quiero dejar de preguntarle por su labor en los servicios musicales de RNE en las décadas de los años 60, 70 y 80 del pasado siglo, colaborando en la gestación y consolidación de la actual Radio Clásica. ¿Cómo recuerda aquel tiempo? ¿En qué le ha ayudado esta experiencia en su tarea como compositor?
Fue una etapa maravillosa en la que había que hacer de todo: locución, producción, realización, programación, etc. Pusimos en pie, con Enrique Franco, lo que hoy es el canal clásico de RNE. En esa época, podía escuchar muchísima música gracias a los servicios de intercambio en un momento en el que no había internet ni plataformas como ahora. Por otro lado, me permitió poner en pie programas muy interesantes, como Los lunes de Radio Nacional, en los que realizaba prácticamente todas las tareas. También tuve la posibilidad de estimular encargos para programas especiales, llevar obras significativas a la Tribuna de la Unesco o al Prix Italia, donde también participé como compositor. Eran tiempos extraordinariamente creativos.
El pasado 21 de septiembre ofrecía una conferencia en la Fundación BBVA bajo el título de Música confinada. ¿Cómo vivió usted el reciente confinamiento por el covid? ¿Cómo cree que debe responder el arte ante situaciones de tal envergadura?
Debe sobrevivir, responder a la situación, adaptarse y sobreponerse. Durante y en relación al confinamiento compuse una obra para video y electrónica, Sueño de la razón viral, que compartí en youtube para uso libre de cualquiera, además de Musica in tempore viri para clarinete y trío con piano, con destino al Festival Internacional de Granada, y Pandemonium confinado para conjunto.
Ha escrito diversos libros y artículos sobre música contemporánea (destacan Pensamiento musical y siglo XX, Historia cultural de la música, La creación musical en el siglo XXI o Escuchar la música de los siglos XX y XXI). Y, además, siempre nos sorprenden los ingeniosos títulos de sus obras. En su opinión, ¿qué es lo más difícil de poner en palabras aspectos relacionados con un arte tan abstracto como es la música?
Realmente es algo imposible porque se actúa por pura metáfora aproximada. Ya Richard Strauss decía que el mejor comentario a una obra de música es otra obra de música… A lo mejor por eso he escrito varias “mahlerianas” y muchos guiños a obras anteriores. Pero no me arrepiento de los libros, que pueden ser muy útiles para reflexionar. La música es en sí un método de conocimiento, pero estamos demasiado condicionados porque el conocimiento se exprese a través de la palabra cuando puede hacerlo por otros métodos. De ahí el cruce del pensamiento lógico y el mágico (o intuitivo) del que hablaba en el discurso académico mencionado.
“La música es en sí un método de conocimiento,
pero estamos demasiado condicionados porque el conocimiento se exprese
a través de la palabra cuando puede hacerlo por otros métodos”
¿Qué tiene la música y la figura de Gustav Mahler para que le haya suscitado tanto interés? ¿Siente alguna afinidad con él?
Es un compositor que estudié a fondo de joven cuando a nadie parecía interesarle aquí. Luego, cuando Frühbeck lo supo me encargó lo que fue Angelus Novus (Mahleriana) para abrir el primer ciclo completo de las nueve sinfonías de Mahler que se hacía en España. Después, vinieron otras piezas inspiradas en su música, casi siempre por encargos de terceros, pero, indudablemente, el tema me interesaba.
Este mes de noviembre se estrena, por fin, después de su aplazamiento en 2018 y en 2020, su zarzuela Policías y ladrones. ¿Cómo espera este ansiado estreno? ¿Ha cambiado algo de la obra desde su primera versión de 2018?
En realidad, la zarzuela la terminamos Álvaro del Amo y yo en 2015, pues Paolo Pinamonti la quería poner en escena en 2016. Daniel Bianco se portó muy bien y la mantuvo cuando su antecesor se fue, pero la difirió al 2018. Una huelga se la llevó por delante y en la reposición del 2020, el covid la arrolló. Espero que a la tercera vaya la vencida y que la obra se mantenga como se compuso, puesto que, como ocurría con el género en su mejor época, era de actualidad.
La trama de la zarzuela nos enfrenta cara a cara con uno de los males endémicos de nuestro tiempo y nuestro país: la corrupción. ¿Vamos a encontrar algún episodio basado en hechos o personas reales reconocibles o es una fábula con intención crítica?
Por un lado, como punto de partida, se inspira en hechos y personajes reales, pero luego es una ficción, aunque sea perfectamente posible y, por desgracia, creíble. En efecto, es crítica y en algún punto dramática (la situación de los hijos, por ejemplo), aunque esencialmente se basa en un humor sarcástico que también subraya la música, como en el caso del coro de políticos y otros números.
En su opinión, y teniendo en cuenta que ha dedicado buena parte de sus esfuerzos compositivos a la ópera en sus distintas vertientes, ¿qué características de la tradición debe respetar la música escénica en el siglo XXI?
No voy a dar consejos a nadie. Cada uno se las arregla como cree y puede, pero lo que yo he procurado es no confundir el tratamiento de la voz con el del instrumento, intentar la máxima inteligibilidad del texto y buscar formas adecuadas de canto. Luego, cada obra exige su propio tratamiento literario, dramático, escénico y, por supuesto, musical.
Durante 2022 está recibiendo múltiples homenajes por su 80º cumpleaños (Fundación BBVA y RABASF, OSRTVE, CNDM y ORCAM…) ¿Qué suponen para usted?
Son siempre una gran satisfacción por lo que suponen de reconocimiento a muchos años de dedicación compositiva. Y, por supuesto, los agradezco muchísimo.
El pasado 13 de septiembre, un día después de su 80º cumpleaños, el grupo Sax Ensemble interpretó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando sus cuatro Paraísos, escritos entre 1988 y 2018 para cuarteto de saxofones, una serie que nos permitió observar su evolución como autor. ¿Qué diferencias, en cuanto a estrategias compositivas se refiere, encontramos entre Paraíso mecánico, Paraíso dinámico, Paraíso danzante y Finales de paraíso?
Realmente son bastantes, porque hay entre ellas casi cuarenta años de experiencias musicales. Por eso, aunque el conjunto base podría parecer que hace las obras muy semejantes, al final son muy diferentes entre sí.
“La música es un lenguaje abstracto,
pero es el resultado de todas las experiencias,
y no solo de las sonoras, que vive el autor”
La Orquesta Sinfónica RTVE también le dedicó un concierto monográfico el pasado viernes 30 de septiembre, en donde se pudieron escuchar las obras Codex Calixtinus, Doble concierto (Ensueño y resplandor de Don Quijote), Campo de estrellas y Apoteosis del fandango. En todas ellas vemos que la inspiración extramusical está muy presente (historia, literatura, ciencia, danza…). ¿Cómo percibe el papel que han jugado en su música estas disciplinas artísticas o académicas? ¿Las considera fundamentales o necesarias para arrancar la chispa de la inspiración, en su caso?
La música es un lenguaje abstracto, pero es el resultado de todas las experiencias, y no solo de las sonoras, que vive el autor. Si a mí me interesa todo, o casi todo, eso se puede traducir en que lo que mueve cada obra individual sea muy distinto. Y, además, esto no impide que el estilo y las maneras constructivas de cada compositor acaben aflorando y modelando la obra.
El CNDM junto a la Orquesta de la Comunidad de Madrid le ofrecieron el pasado 3 de octubre otro homenaje en el Museo Reina Sofía de Madrid. En este caso se interpretaron varias obras concertantes (se estrenó su Concierto para marimba y se pudieron escuchar su Concierto del alma y Concierto Guadiana). ¿Qué le aporta el género del concierto a la hora de componer? ¿Por qué lo ha cultivado tanto?
El trabajo con los intérpretes es vital para un compositor y yo he tenido la suerte de haber colaborado con muchos, lo que me ha sido de gran utilidad. En la mayoría de los casos he acabado por producir no sólo obras de recital sino otras con orquesta, y ese destino es muy enriquecedor. Mis conciertos suelen ser bastante distintos entre sí porque la relación con cada primer intérprete que los abordó es única.
“El trabajo con los intérpretes es vital para un compositor
y yo he tenido la suerte de haber colaborado con muchos,
lo que me ha sido de gran utilidad”
Dentro de su ecléctica trayectoria profesional, también ha sido profesor en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid y en la UNED, así como en distintas instituciones y universidades europeas y americanas. El próximo 20 de diciembre le rinden homenaje en el Conservatorio Superior de Música de Aragón con una jornada en la que impartirá una conferencia y los alumnos interpretarán sus obras Nuba (1973), Diwanes y Qasidas (1987) y De la vida celestial (Tercera Mahleriana) (2019) ¿Ha podido elegir usted esas composiciones? ¿Por qué esas y no otras? ¿Son más apropiadas desde un punto de vista pedagógico?
En casos como estos los normal es llegar a un acuerdo con los organizadores y las obras también dependen de los intérpretes disponibles, de la duración y de muchos factores. Lo importante es que la selección sea significativa y resulte útil.
Imagino que está al tanto de lo que están escribiendo nuestros autores más jóvenes. ¿Qué opina de las nuevas generaciones de compositores españoles?
Creo que todas tienen mucha gente de talento y una formación cada vez mejor y más amplia. Y además todos tienen unas oportunidades que cuando yo era joven ni se soñaban. Pero también hay más competencia y una sociedad menos interesada en cosas que exijan pensar y que puede que tengan menos atención mediática.
Ahora que ya ha cumplido 80 años, y buena parte de ellos componiendo, ¿cuál es su principal preocupación o máxima durante el proceso creativo?
Básicamente la de siempre, hacer una música que sea la que quiero hacer en cada momento, de la manera más sencilla (lo que no quiere decir simple). Que lo que quiero decir en cada caso quede lo más claro posible independientemente del valor mayor o menor que tenga.
“La vida es breve y el conocimiento y la creación
son tan insondables como el tonel de las Danaides”
¿Qué está escribiendo ahora?
Una pieza orquestal en forma de música nocturna en el entorno (¡una vez más!) de Mahler, además de un trío para vientos y piano.
¿Qué le queda por conseguir a Tomás Marco?
Supongo que todo, uno se siente cada vez en los comienzos y con la sensación de que le queda todo por hacer, de manera que, mientras pueda mínimamente, voy a seguir intentándolo. Nunca se acaba de aprender y, si se aprende, siempre queda mucho por saber y por construir. La vida es breve y el conocimiento y la creación son tan insondables como el tonel de las Danaides. ¶
Eva Sandoval
(Versión extendida de la entrevista publicada en el nº 389 de SCHERZO, de noviembre de 2022)