Tío Vania: polifonía y arias
Madrid. Teatro de la Villa. Sala Fernán Gómez. 18-I-2023. Versión y dirección de Juan Pastor. Compañía: La Guindalera. Anton Chéjov: Tío Vania.
Como ya hizo hace años con La Gaviota, Juan Pastor plantea una “versión de cámara” de Tío Vania. Reduce personajes (supresión de Teleguin y los domésticos) y se atiene a los seis personajes realmente implicados en la trama familiar. No solo eso, es que se aleja del Chéjov de “hombros caídos” y “miradas melancólicas” con que se suele entender (mal) a este dramaturgo. Hay tristeza en los personajes frustrados de Chéjov, trasunto de uno de los países más desdichados del mundo, Rusia, acaso debido a su extensión, a la inmensidad de su territorio y de su dolor, que además inflige a otros. Pero una obra de Chéjov no tendrá verdad escénica si no se presenta como los personajes se la presentan a sí mismos: con esperanza, con autoengaño, con intentos conciliatorios que raras veces conducirán a la solución.
Lo explica bien el propio Juan Pastor: “Podremos descubrir en el presente nuevos puntos de vista sobre aquel pasado de una forma más amable y objetiva y posiblemente encontraremos verdades escondidas. En nuestra versión los actores que participan en el montaje penetran en el alma de los personajes de Tío Vania cargados de emoción y de un dolor que no siempre se muestra explícitamente, pero, sin embargo, esperamos que el público descubra un movimiento interno de acuerdo con el espíritu de la obra”.
Ver a Sonia llegar corriendo, alegre como una criatura llena de vida, pese a estar encerrada en aquel predio, verla así porque llegan su padre, Serebriakov, el egoísta, y su nueva esposa, que es de la misma edad que Elena, poco más: ahí está la opción, que se extiende a lo largo de la obra en forma de comedia. Porque Juan Pastor y el equipo artístico sabe que el drama “va por dentro”, como suele decirse. Lo mostraba ya en sus anteriores Chéjov, como en La Gaviota del Teatro de la Guindalera; como en Las tres hermanas que hicieron en el Canal, creo que a petición de Albert Boadella, uno de los pocos que supo ver qué era la Guindalera.
Con una impecable dirección de actores, con unos monólogos que provienen de Chéjov pero que no son suyos, este “Vania revisited” se levanta sobre los hombros de un elenco de seis. Veo a María Pastor, a la que hemos visto crecer como persona y como artista; veo a José Maya, y recuerdo a ambos en La dama del perrito, en aquella sede de la Guindalera.
Ellos son los parásitos, aunque Elena sea un hermoso pájaro enjaulado; hermoso, porque provoca admiración y deseo en los que están encerrados en el lugarejo. Por eso la acción respira con los atados al lugar, Alejandro Tous, Luis Flor, Aurora Herrero, Gemma Pina. Todo con una escenografía sencilla que se las arregla para que haya una continuidad interior-exterior. El camerismo de este Tío Vania encontrará salas más íntimas para este íntimo drama familiar, tan alejado de aquello que en tiempos se llamó “drama rural”, acaso los más viejos del lugar lo recuerden, como yo lo recuerdo ahora.
Una revista de música como ésta no tiene por qué meterse en teatros. Pero, sí, tiene su por qué, porque lo que consiguen Juan Pastor y su elenco es pura polifonía… cuando no es aria, el aria de Vania, el aria de Elena, el aria de Astrov.
Reseñas abundantes, aunque no destacadas, resaltan en muchos medios el nivel artístico de la Guindalera. Algunos se quejan de que esta compañía no ocupe el lugar que merece. No vamos a insistir. Lo de la Guindalera es arte, es dedición y trabajo, es teatro auténtico sin necesidad de coartada bien pensante. No reclamemos, ya está bien.
Por cierto, me encantaría que un teatro público le encargara a la Guindalera una versión de El jardín de los cerezos. ¿Están Juan Pastor y los suyos en la onda, en la familia…?
Los cerezos, sí, ya sabemos que el título correcto sería tal vez El huerto de los cerezos; para ser más exactos, El cerezal. Y si nos atenemos a traducciones que nos pasan, sería en rigor El huerto de los guindos… esto es, La Guindalera.
De momento, no hay que perderse bajo ningún pretexto este Tío Vania de la Guindalera.
Santiago Martín Bermúdez
(foto: Susana Martín)