Tania León, primera mujer en ganar el Premio SGAE Tomás Luis de Victoria
La compositora cubano-americana Tania León (1943, La Habana, Cuba) ha ganado el XIX Premio SGAE de la Música Iberoamericana Tomás Luis de Victoria, que convoca de forma bienal la Fundación SGAE. Con numerosos reconocimientos internacionales a sus espaldas (entre ellos, el Premio Pulitzer 2021 o el Premio Kennedy Center Honors 2022), León se convierte en la primera mujer en obtener este premio, dotado con 20.000 euros y considerado el reconocimiento público más alto a un compositor o compositora viva de la comunidad iberoamericana.
El jurado de esta edición –conformado por el compositor (y Premio Tomas Luis de Victoria 2016) Tomás Marco, así como por los musicólogos Luis Gago, Isabelle Hernández, Carmen Cecilia Piñero Gil y Álvaro Torrente– ha otorgado este premio a la compositora cubana en “atención a su experiencia artística que se proyecta como paradigma de comprensión y diálogo intercultural, junto a los exilios externo e interno que, como cubana en los Estados Unidos, han marcado su producción compositiva de alto reconocimiento internacional, así como a su posición como ser humano ante las coordenadas vitales por las que ha discurrido su trayectoria”.
“Estoy muy agradecida y emocionada. Recibir este tipo de premios siempre es una sorpresa. Al descolgar el teléfono me quedé boquiabierta”, ha declarado León. “En lo profesional me gustaría destacar la variedad de géneros que se reconocen en esta convocatoria y en lo personal recordar siempre a mi abuela, mis inicios y a todos mis familiares que se sumaron a una idea y hoy no están aquí. Ellos siguen vivos en mí”.
Óperas, ballets, música original para teatro musical y bandas sonoras, composiciones para piano solo y más de 40 obras de cámara, orquestales y vocales componen su repertorio. Su música se caracteriza por un estilo moderno de carácter cosmopolita, a la vez complejo y sumamente expresivo, basado en la incorporación de prácticas rítmicas derivadas de la diáspora latinoamericana, fusionadas con técnicas europeas en el Caribe.
Afincada en Nueva York desde 1967, León nunca pretendió dedicarse a la composición. Todo cambió cuando se cruzó en la gran manzana con el coreógrafo Arthur Mitchell: “Sustituí, por suerte, como pianista a una compañera de la Universidad que tocaba en una escuela de ballet. El destino me puso allí. Él me escuchó tocar y al instante me propuso ser pianista en sus clases y acompañarle en un nuevo proyecto que iba a iniciar: el Dance Theater of Harlem”. Era 1968 y despegó, sin pretenderlo, una de las carreras más brillantes y prolíficas de la composición en Latinoamérica. En la década de los 70, su obra ha estado marcada por un gran compromiso político, lo que se refleja en su catálogo operístico y en la combinación de géneros, ritmos y voces de diversas culturas.