¿Tan mal cantó ese pobre hombre?
Uno de los enigmas que aún no han sido capaces de desvelar ni los musicólogos ni el movimiento historicista es determinar qué voces usaba Bach a la hora de componer sus cantatas. Teniendo en cuenta que en varias regiones de Alemania (Turingia o Sajonia, entre ellas) no estaba permitido que las mujeres emitieran sonido alguno en las iglesias (lo cual implicaba no poder cantar), la deducción a la que se llega es que Bach, para las partes de soprano y alto, se valía de niños (que mudaban la voz mucho más tarde que los niños de ahora y que, por tanto, llegaban hasta incluso los 18 o 19 años) y de falsetistas. Pero no hay prueba documental de ello.
En una reciente entrevista concedida a la Netherlands Bach Society, con la que colabora frecuentemente, el contratenor inglés Alex Potter revelaba un interesante dato: se tiene constancia de que Bach compuso al menos una cantata para falsetista. Se trata de Mein Herze schwimmt in Blut (BWV 199), que, paradójicamente, en nuestros días es interpretada solo por sopranos (mujeres, claro).
El destinatario de esa cantata era un amigo del compositor, Adam Immanuel Weldig, que además de ejercer de sopranista (y archivero de las partituras) en la capilla musical de la corte de Weimar, al servicio del duque Johann Ernst III, era también el casero de la vivienda en la que moraban Bach, su primera mujer (Maria Barbara) y sus dos hijos, Catharina Dorothea (nacida en 1708) y Wilhelm Friedemann (1710). Weldig sería, asimismo, algunos años después alumno de Bach en Leipzig, cuando este fue designado Kantor de la Iglesia de Santo Tomás.
La teoría más extendida es que Mein Herze schwimmt in Blut se estrenó en Weimar en agosto de 1714. Hay, no obstante, quien sostiene que el estreno tuvo lugar justo un año antes, en agosto de 1713. Y debió de ser, en efecto, en esta última fecha, ya que se sabe que precisamente en agosto de 1713 Weldig dejo su puesto en Weimar para aceptar un empleo similar en la corte de Weissenfelds. Weldig vendió su casa, si bien el nuevo propietario permitió que la familia Bach siguiera residiendo en ella y que, incluso, utilizara más habitaciones, algo que sin duda ya necesitaba, porque que Maria Barbara estaba a punto de dar a luz gemelos (Johann Christoph y Maria Sophia, que murieron con apenas unos meses de vida cumplidos).
De todo ello se infiere que Bach escribió Mein Herze schwimmt in Blut como homenaje de despedida a su casero y amigo Weldig. Sin embargo, siendo mal pensados, también podríamos colegir que Weldig cantó tan horriblemente el día del estreno que optó por salir por piernas de Weimar para no ser objeto de mofas. Piensen lo que ustedes quieran: como tantas otras cosas relacionadas con la vida de Bach, no son más que especulaciones.
Mientras tanto, sigamos deleitándonos con esta hermosa cantata, eso sí, siempre en la voz de una soprano (por lo menos, hasta que algún contratenor se decida a cantarla). Hay varias versiones realmente buenas, pero nos quedamos con esta de Julia Doyle (maravillosa, como en ella es habitual), acompañada por la orquesta de la Netherlands Bach Society, que dirige en esta ocasión el oboísta Alfredo Bernardini.
Eduardo Torrico