Sonido de papel
Todos los mapas antiguos, sin excepción, contienen una calle trampa o lugar ficticio, lo que se conoce como «ciudad de papel» y que no es otra cosa que una marca de copyright de los cartógrafos para poder detectar posibles plagios de sus trabajos. Estos originales demuestran que el rigor no puede desentenderse de la imaginación, que hasta los laberintos que ya creemos haber resuelto esconden en su interior algún pasadizo secreto.
En el tercer acto de Tristán e Isolda, la llegada del barco en el que viaja la princesa irlandesa se anuncia con una breve y alegre melodía que interpreta con su flauta un pastor entre bambalinas. En la partitura original, Wagner especificó que se utilizara una trompeta natural diferente a cualquier otro instrumento de la época, una variación reducida del cuerno alpino del que no existe evidencia alguna de que llegara a fabricarse para el estreno de la ópera en Múnich.
Más de siglo y medio después, la Vlaamse Opera de Bélgica ha encargado una recreación exacta de este prototipo al lutier Gunther Cogen. Para la mayoría de asistentes al estreno de esta nueva producción de Tristán e Isolda, el «sonido de papel» pasó inadvertido. Sólo algunos recordaron que, en su primer boceto de la leyenda artúrica, Wagner quiso que una figura espectral visitara al moribundo Tristán. No era un pastor, sino un caballero errante al que luego llamaría Parsifal. ¶
Benjamín G. Rosado