Sofya Melikyan: “Es obligación del intérprete dar voz a los compositores coetáneos”
Hablar de Sofya Melikyan es referirse a una intérprete que ha tenido la libertad de poder tocar aquello que ha querido. Desde su gran amado Schumann, hasta sumergirse en el mundo de las compositoras contemporáneas, pasando por todo el repertorio canónico. Defiende que los intérpretes son representantes de la música de su tiempo, y por eso mismo, es necesario que den voz a los compositores coetáneos. Esta semana, estará en Madrid hoy mañana (24 y 25 de octubre) junto a la Orquesta de RTVE para deleitar al público madrileño con el quinto concierto para piano de Saint-Saëns.
El mundo del piano ha estado gobernado por hombres desde su creación, habiendo nombres femeninos destacables que la historia parece no haber sabido tratar con todo el reconocimiento que se merecen. ¿Qué significa ser mujer y ser pianista?
La conciencia humana no debería diferenciar quien toca qué, siempre que lo haga bien. Pese a todo, cierto es que hay mujeres pianistas que se aprovechan de su condición de mujer. Vivimos en una época en donde el feminismo está en auge y utilizar el cuerpo femenino como forma de vender hace mucho daño al feminismo real. Yo, lo que busco es hacer una música de calidad siendo fiel a mis principios. La misión de la intérprete actual es dar voz a todas esas compositoras contemporáneas cuya música merece ser escuchada. Hay una idea equívoca que pretende desprestigiar la música contemporánea con firma femenina categorizándola de “Clase B”. En la interpretación, esta idea se ha conseguido sobrepasar —pese a que la cuota masculina sigue siendo muy superior—. Cuando hablamos de las grandes maestras del piano de la era moderna, aparte de los grandes nombres como Martha Argerich o Maria Joao Pires, tenemos muchas más magnificas pianistas de principios de siglo que han sido un referente para las generaciones futuras: Alicia de Larrocha, Rosa Sabater, Wanda Landowska… Son nombres en femenino de los que oímos hablar, pero que suponen una suma ínfima con respecto a lo masculinos.
Este año se celebra el “Año Clara Schumann”, que parece haber transcurrido de forma muy desapercibida…
Se han hecho cosas, pero a escala muy pequeña. Ni comparación con lo que se habría hecho si hubiese sido el año Schumann —compositor con el que posiblemente, me siento más conectada—. Incluso la propia Clara Schumann decía que, para qué iba a componer ella, si apenas se conocían mujeres compositoras de tiempos pasados. Ciertamente vivió en un siglo en donde el pensamiento evolucionó mucho, pero ya nos viene a decir la posición de la mujer en la escena musical. Frente a esta situación, está el extremo opuesto en el que se observa a algunas intérpretes, ensalzar sus atributos femeninos para llamar la atención del público. Algo legítimo pero que no es el camino en el que yo creo.
¿Sexualiza la industria musical a la mujer en aras a atraer más público?
La industria musical, últimamente, se ha apoyado mucho en eso. Yo no creo en ese camino, porque acaba teniendo un efecto negativo. Sueño con el día en el que no tengamos que enfatizar el sexo de una intérprete. En el que, si realizo un programa de compositoras en femenino, no tenga que destacar esa característica concreta del programa. El camino verdadero tiene que buscar la naturalidad. Que por el mero hecho de ser mujer, no haya que verlo con ojos diferentes.
Entre las pianistas de su generación, los programas dedicados a mujeres compositoras no suelen estar a la orden del día, y se suele abogar por repertorios ya consagrados. ¿Existe un miedo a abordar estos repertorios o es más una falta de libertad?
Siempre hay miedo por apostar por lo nuevo y por lo que se sale de lo tradicional. A mi, como intérprete, me gusta descubrir música menos conocida. Tengo la suerte de que siempre he podido tocar lo que me apetecía. La industria tiene el lado amargo de que, muchas veces por cuestiones de marketing, hay que tocar repertorios establecidos. Los agentes, las discográficas… son en numerosas ocasiones quienes tienen la última palabra. A la mujer compositora se la sigue considerando de segunda categoría, y tenemos compositoras que nos demuestran que están a un nivel musical altísimo: Galina Ustvólskaya, Sofiya Gubaidúlina… Su música no tiene nada que envidiar a la que realizaban compositores coetáneos. Por otro lado, la vida del músico no es muy larga. Esto me obliga a escoger a qué dedico mi tiempo. El repertorio pianístico es tan inmenso, que como intérprete debes decidir si te quieres dedicar a la exploración o no. Aún así, creo que los intérpretes deben de comprometerse con la música de su tiempo y que mi misión como intérprete, es dar voz a las creadoras contemporáneas.
Aun así, y a diferencia de épocas pasadas, parece que el gusto por la música contemporánea dentro del panorama clásico queda relegado a un segundo plano en comparación con el repertorio ya consagrado. ¿Existe un estigma hacia la música contemporánea por parte de los intérpretes?
La música, como toda creación, necesita de la filtración del tiempo. Ha habido épocas en las que la producción musical ha sido inmensa, aunque la historia simplemente nos haya hecho llegar un porcentaje mínimo de lo que se creó. Es posible que a día de hoy estemos viviendo algo similar. La producción de música contemporánea va a ritmos realmente rápidos y eso hace que el intérprete tenga más abanico de posibilidades para ver qué le interesa. Pero, a su vez, que necesite más tiempo para poder llegar a toda la producción que se crea. La música contemporánea es algo a lo que te tienes que acercar para descubrir. Nunca vendrá a ti como puede hacerlo Mozart o Bach. En mis años en Nueva York, tuve la suerte de poder conocer a muchos creadores contemporáneos, trabajar con ellos… Eso me sumergió en el mundo de la música contemporánea. Hay muchos intérpretes que se especializan en música contemporánea, lo que les abre otras miras dentro de su perspectiva musical. Por ejemplo, un acercamiento y una mayor comprensión de las músicas populares.
¿Qué consejo daría a todos los músicos que, con ganas de poder interpretar repertorios diferentes, se ven subyugados bien sea por una discográfica, un agente, o un contrato, a tocar repertorios que no les hacen felices?
El mundo de la música se ha vuelto muy difícil. Hay una saturación clara de músicos y sobre todo, de pianistas. Muchos se dejan guiar por lo mainstream y lo buscan. Es algo que os concierne directamente a los jóvenes, pues hay una tendencia a quedarse prendado por toda la burbuja musical, olvidándose de lo que realmente importa: la música. La única forma de conseguir la libertad como intérprete es sabiendo tus límites y posibilidades. Con el tiempo ya escogerás un repertorio que te ayude a expresar tu propia voz, pero para ello, tienes que probar. La pregunta que resumiría esto sería: ¿Qué música quieres tocar cuando tengas 80 años para sumergirte en tu persona, en tu identidad?
Pese a nacer en Armenia, realizó sus estudios superiores en Madrid y París, desarrollando su carrera en Europa Central. ¿Existe algún tipo de bloqueo a la hora de desarrollar una carrera musical, que obliga a muchos músicos de países del Este de Europa a emigrar a centro Europa?
La situación política de todos estos países de Europa del Este es tan compleja, que desarrollar una carrera artística es bastante difícil. Cierto es que las cosas han cambiado mucho. Con el comunismo, había una selección severa de qué músicos representaban a la Unión Soviética. Ahora la situación es diferente en procedimientos, pero no en resultados. Si quieres desarrollar una carrera musical en el territorio ruso, tienes que estar en sintonía a las ideas políticas que gobiernan. Si no, es prácticamente imposible. En Armenia las cosas han cambiado. Hemos tenido un giro político que ha beneficiado a los músicos.
En su etapa en Madrid, ya tocó con la orquesta de RTVE, con la que vuelve para interpretar uno de los conciertos más enigmáticos de Camille Saint-Saëns. ¿Qué ha supuesto la orquesta de RTVE en su carrera?
Fue la primera orquesta que me dio la oportunidad de tocar en un ciclo profesional. Colaboré con ellos dos veces. En la segunda, interpreté el segundo concierto de Saint-Saëns. Y ahora vuelvo para hacer el quinto. Para mí, es como volver a casa.
Estará bajo la batuta de uno de los grandes nombres de la dirección en femenino: Yi-Chen Lin. ¿Es la primera vez que trabaja con ella?
Es la primera vez que trabajamos juntas. No nos conocemos ni nos hemos visto, pero conozco su trayectoria. Sé que es muy seria en el trabajo. Estoy segura de que encontraremos un camino musical en sintonía. Es joven, es dinámica, muy abierta de mente… lo vamos a pasar muy bien.
¿Qué caracteriza el quinto concierto para piano de Camille Saint-Saëns frente a los anteriores?
Es un concierto escrito hacia el final de su vida, casi veinte años después del cuarto. Tiene un nombre que evoca Egipto, con temas orientales que genera un exotismo particular. Sobre todo el segundo movimiento. Cuando lo compone, Europa está más concienciada de los sonidos orientales. Por otro lado, emana ese espíritu viajero y aventurero de Saint-Saëns. Lo escribió en Egipto, aprovechando toda la riqueza rítmica y sonora que por allí pudo llegar a escuchar. Es un concierto que abre los cinco sentidos. Yo diría incluso que tiene un particular olor a jazmín —sobre todo el segundo movimiento—, que te traslada inmediatamente al Egipto del que Saint-Saëns pudo disfrutar. A esto, hay que sumarle que era una gran pianista, lo que hace que el concierto sea muy cómodo. Todo rebosa de naturalidad debajo de las manos.
Muchos de estos conciertos los estrenaba él mismo —algo que demuestra en muchas ocasiones, a qué tipo de compositor nos estamos enfrentando— ¿Qué tipo de intérprete era Saint-Saëns al piano?
Era un pianista de una elegancia increíble. Con una ligereza característica, como si de acariciar perlas se tratara. En este concierto demuestra tanta elegancia, que para el intérprete es difícil encontrar el equilibrio entre lo virtuoso y lo elegante. El tercer movimiento lo titula Viaje en el mar, que te sitúa directamente en una barca en el agua. Mediante combinaciones de ritmos muy interesantes, consigue hacerte creer esta ilusión marítima. Pero hay que tener mucho cuidado de no volcarse en esta fantasía y perder la elegancia que la rodea. Fue el primer compositor francés que compuso un concierto para piano y orquesta, y en cada uno de los cinco conciertos demuestra esta forma tan notable de acariciar las teclas del piano. Poesía musical a todos los niveles.
Nacho Castellanos