SEVILLA / Il Giardino Armonico o el Barroco fulguroso

Sevilla. Espacio Turina. 23-III-2022. 39º Festival de Música Antigua de Sevilla (FeMÀS). Il Giardino Armonico. Director: Giovanni Antonini. Obras de Vivaldi, Sollima, Locatelli, Yun y Farina.
Llegaba Il Giardino Armónico al Festival de Música Antigua de Sevilla, en lo que parece su única parada en España esta primavera, con un programa que, en buena medida, ahondaba en la idea argumental expresada en su reciente disco What’s next Vivaldi?, hilando piezas del prete rosso con partituras contemporáneas. Titulado, un poco con pinzas, como Gli affetti umani e i 4 elementi; más que afecciones y sentimientos el ensemble italiano propuso una suerte de programa de efectos especiales con algunas obras contemporáneas orientalizantes entreveradas.
Lo mejor del recital recayó en los diversos vivaldis, especialmente en el Concierto para violín, cuerdas y continuo op. 8 nº 5 RV 253, en el que el solista Stefano Barneschi realizó un extenuante tour de force lleno de ornamentaciones, inesperados ataques y un fraseo de montaña rusa. Aunque se dice que Il Giardino Armonico ha suavizado su agresiva y, otrora, sorprendente manera de acometer este repertorio, no lo pareció desde luego en el frenético Concierto para cuatro violines, violonchelo, cuerdas y continuo op.3 nº 10 RV 580, en el que la prontitud rítmica y las dinámicas contrastantes no empañaron la labor concertante de Antonini, resultando un todo compacto, con un sentido del discurso nítido y una integración instrumental impecable.
Momentos valiosos del concierto también resultaron la audición de la transcripción para chalumeau, cuerdas y continuo del Cum dederit del Nisi Dominus RV 608 de Vivaldi; un dechado de musicalidad y templanza en una pieza que cobra nuevo significado en esta versión; y la breve pero curiosa pieza So, para piri (un tipo de flauta coreana), cuerdas y continuo, de Giovanni Sollima; intermedio climático que sirvió como engarce contemporáneo y multicultural con la partitura que la siguió. Se trataba del Concerto grosso op. 7 nº 6 Il pianto d’Arianna, de Locatelli. En esta página, la más extensa del concierto, Antonini y los suyos buscaron tanto el efectismo dramático que el sentido global de la obra se desdibujó en una escucha transida de silencios y frases recargadas de intencionalidad.
Muy apreciables, por virtuosismo y por el contraste estético que proponían, las dos obras para flauta dulce sola que interpretó Antonini de Isang Yun (The actor with the monkey y The shepherd’s flute); como también lo fue el Capriccio Stravagante de Carlo Farina, música del primer barroco de carácter imitativo que permitió al conjunto lucir todo su potencial (espasmódicos arranques y juguetonas disonancias incluidas).
Ismael G. Cabral
(Aníbal González – FeMÀS)