SEVILLA / Fluxus ha muerto, ¡viva Fluxus!
Sevilla. Espacio Turina. 12-V-2023. Taller Sonoro & Zafraan Ensemble. Obras de Mendoza, Sinnhuber, Giner Miranda, Filidei y Hund-Göschel.
Tal vez a la compositora hispalense Elena Mendoza (1973), responsable de esta carta blanca extendida por los conjuntos Taller Sonoro (Sevilla) y Zafraan Ensemble (Alemania), no le apetezca, dirá que a estas alturas, invocar el espíritu iconoclasta del movimiento Fluxus y sus muy guerrilleros practicantes. Como también puede que, para el resto de compositores convocados, Zaj sea solo una historia de unos vetustos señores españoles que se dedicaron muy dignamente a las cosas de las vanguardias. También, muy a menudo, se hurta la sombra de papá John Cage y, desde luego, del siempre reivindicable y poco o nada interpretado Mauricio Kagel.
Se prefiere hablar, así más a secas, del gesto teatral y el correlato sonoro. En todo caso, Mendoza es una aguerrida practicante de un discurso que, desde luego, no es el más enarbolado. En ella reposa, de una forma más refinada, menos bruta, todo el poso de los citados; se diría que en sus partituras Fluxus se intelectualiza y se abandona la provocación guerrillera y se iza la ironía y un humor más sutil. Qué bueno que Taller Sonoro se haya enrolado en esta misión temática de ver qué se está cociendo en este compartimento de la música actual; lo ha hecho además sumando intenciones con el conjunto alemán Zafraan.
Fremdkörper/Variationen (2015) resultó la obra más extensa y ambiciosa, una creación que representa ejemplarmente los intereses de Mendoza y en la que lo teatral se va adueñando de la acción hasta llegar a poner todo el foco en un performer (aquí el pianista de Taller, Ignacio Torner, completamente afín a estas experiencias) que realiza acciones silentes cuya analogía sonora es completada por los instrumentistas, dentro de un contexto distendido que puede evocar la comicidad del cine mudo. Ocurre a menudo con la música de cámara de la compositora sevillana que esta se nos antoja excesivamente parca, como campo de pruebas para sus obras mayores, aquellas creaciones de teatro musical como Niebla, La ciudad de las mentiras y, sobre todo, la notabilísima Der Fall Babel. La simultaneidad de acciones que en ellas se dan y la inventiva dramatúrgica y sonora que destilan se sitúa, por ejemplo, muy por encima de la interesante aunque algo ingenua El poder de la costumbre (2014) para violín solo. La violinista Emmanuelle Bernard realizó una interpretación potente en la que hizo resonar la madera del violín entregando sonidos terrosos mientras practicaba vocalizaciones de un texto proyectado, cuyo simpático impacto acababa imponiéndose.
Desasosiegos (2006) resultó ser la aportación más convencional en sus hechuras camerísticas; firmada por Claire-Mélanie Sinnhuber, se aboca a una rítmica deslizante y ligera con gusto por reiteraciones gestuales. La dirigió Miguel Pérez Iñesta reuniendo a solistas de los dos ensembles en liza. Iñigo Giner Miranda entretuvo sometiendo al público a hipnóticas luces parpadeantes en las manos de los instrumentistas que tocaron a oscuras Un poco de luz para T (2013-14) aunque, más allá de lo visual, la breve pieza resultara de un sencillo y bien engrasado atonalismo escolástico. Francesco Filidei en su Ejercicio de locura II (2014) para cuatro intérpretes siguió invocando, esta vez con prístina claridad, a los amigos y allegados del Cabaret Voltaire, puro Dadá. Porque el dadaísmo fue destrucción, creativa destrucción, como la que hicieron los músicos con la partitura pasando sus páginas, agitando las hojas, silbando los folios y, finalmente, autoinfligiéndose sopapos con ella. Breve y sugestiva Pensando dentro de límites estrictos (2022) del pianista del Zafraan, Clemens Hund-Göschel, en donde adquirieron protagonismo tres ejecutantes que jugaron a las bolas sobre un carril de madera. ¿Quién puede afirmar ahora que Fluxus ha muerto?
Ismael G. Cabral