SEVILLA, Femàs / El clave clásico de Jean Rondeau

Sevilla. Espacio Turina. 19-III-2023. Jean Rondeau, clave. Obras de Fux, Haydn, Clementi, Mozart y Beethoven.
Cuando Mälzel patentó el diabólico metrónomo allá por 1815 tal vez no imaginaba que su aparato, tan útil como instrumento de medida y como guía, sería usado y abusado hasta la náusea por los músicos, mutilando con él un recurso tan maravilloso como el tempo al imponerle en interminables sesiones de estudio una homogeneidad impostada.
Seguramente, y afortunadamente, Jean Rondeau utilice poco tal artilugio para estudiar, y gracias a ello dio en el Femàs sevillano una verdadera lección de cómo utilizar el tempo, y el tiempo, con fines expresivos. Desde sutiles gradaciones de largo aliento para construir amplios arcos de fraseo, con sus clímax de tensión, pasando por el inégal en el acompañamiento, hasta leves retenciones para acentuar notas particulares, los infinitos matices temporales entre las manos de Rondeau nos hicieron olvidar la tan manida falta de dinámica del clave y sus supuestas limitaciones frente al piano ante obras como la turbadora Fantasia KV 397 de Mozart, cuyos trece mis repetidos sonaron cada uno diferente al siguiente y al anterior.
Es valiente la apuesta de tocar obras del pleno Clasicismo con un instrumento ya entonces en decadencia, aunque históricamente es irreprochable pues muchísimos clavecines seguían entonces en pleno uso por toda Europa y eran citados como alternativa en las ediciones para piano. Por demás el programa de concierto, denominado Gradus ad Parnassum y muy similar al del reciente disco homónimo del clavecinista, contenía obras en las que sus autores miraban de algún modo al pasado, y en particular a Fux, cuyo tratado de contrapunto fue estudiado por casi todos ellos.
En todo caso la elección del clave se justificó plenamente por razones puramente musicales. El recital del (aún) joven músico francés evidenció de forma reveladora detalles de una música que sonó aún más equilibrada y clara de lo que suele al piano: si Mozart o Haydn son de por sí transparentes, el sonido limpio y sin trampa del clave nos los mostró en una especie de estado virginal, con una franqueza que salió adelante sin mancha gracias a la solvencia técnica del clavecinista. Y es que, pese a su imagen para algunos rompedora y extravertida (cosa, más que suya, de la mirada de rancios boomers, nostálgicos de la pajarita y el frac), Rondeau es sencillamente un muy buen músico, de maneras más bien tímidas, con una pulcritud y agilidad de dedos que habrían sido la envidia de clavecinistas de generaciones anteriores. Con ellas dio buena cuenta de la exigente Sonata nº 31 de Haydn, y en general de un repertorio lleno de los juegos de texturas típicos del periodo clásico, con arpegios veloces aquí, bajos de Alberti allá, docenas de figuraciones en notas iguales muy expuestas para el instrumento y escalas vertiginosas por todas partes, como las de la famosa Sonata en do mayor KV 545 –no tan facile como su habitual sobrenombre pretende–.
Se esperaba con expectación el debut en el Femàs de Rondeau, y a su éxito ayudaron el sonido potente y bien afinado del clave de Andrea Restelli –sobre un modelo de Christian Vater de la década de 1730– y la excelente acústica para este repertorio de la Sala Silvio del Espacio Turina de Sevilla. Lástima tan solo que no se aprovecharan del todo sus más de 400 butacas (no hubo lleno total, como merecía la ocasión) y que el recital, de poco más de una hora de duración, se nos hiciera algo corto. Deja ganas de más.
Juan Ramón Lara