SEVILLA / Elogio del intérprete – extinción del intérprete
Sevilla. Espacio Turina. 23-I-2021. Festival Encuentros Sonoros. Taller Sonoro. Obras de De Pablo, Mendoza, Camarero, López López, Sánchez-Verdú y Torres Maldonado. Rioja Filarmonía. Obras de Van Eck, Martínez Álvarez, Sarhan, Marino, Chen y Casaponsa.
Doble sesión la que proponía la décima edición del Festival Encuentros Sonoros arrancando con un concierto muy especial debido al grupo hospedador del certamen, el sevillano Taller Sonoro. 20 años de feliz actividad continuada y derramada puntualmente no solo en su ciudad, desde luego por toda España, anualmente en América del Sur y, puntualmente, también en Centroeuropa. El respaldo del Conservatorio Superior Manuel Castillo y de la administración pública (comunitaria y local) han permitido el merecido asentamiento de una formación con notabilísimos hitos interpretativos de los que aquí, muy subjetivamente, recordaremos tres: la interpretación del ciclo Machaut-Architekturen (2006) de José María Sánchez-Verdú, el concierto dedicado al compositor Horacio Vaggione (2013) y el estreno absoluto de una obra ambiciosa y radicalmente indagadora, Contra los muros, de Aurélio Edler-Copes (2018).
En su 20º cumpleaños convocaron seis partituras de compositores afines al grupo y con los que han trabajado profusamente. Desde luego que Nubilus (2015) documenta al presente Luis de Pablo, que no es el más interesante, pero sí el más sereno, el que ya no tiene nada que demostrar. Página sobria y de enorme rigor formalista que se escucha con el interés de una música casi, diríamos, clásica. De dentro afuera (2016) muestra a una Elena Mendoza muy cercana a la estética lachenmaniana pero con una impronta de mayor desinhibición, como demuestra la secuencia rítmica que guía la sección conclusiva de un trío (violín, violonchelo y piano) de soberbia construcción y medido impacto. La interpretación de Alejandro Tuñón, María del Carmen Coronado e Ignacio Torner resultó de una pasmosa concreción, atentísima al realce de cada gesto de una página y una compositora que el grupo debería frecuentar más a menudo.
En Viaje al interior de un segundo (2019) César Camarero continúa escrutando un universo sonoro enmarcado en una quietud que, en sus partituras más recientes, ha abandonado prácticamente todo engarce feldmaniano para abocarse a una estética más desnuda y menos cíclica, aunque acaso en esta reciente página la observación sobre la aceleración y la desaceleración desde el interior de la misma se tome más tiempo del necesario. La interpretación de La casa de las cigüeñas (2018) de José Manuel López López constituyó el momento más sobresaliente del concierto por la conjunción de lo electroacústico con el ensemble, pero también con una levísima teatralización lumínica que subrayó una obra que, sin renunciar a cierto efectismo, propone una brillante fusión de técnicas extendidas con un virtuosismo instrumental que demanda una enorme capacidad de engranaje entre los músicos. Con sus evocaciones del crotorar de las cigüeñas la obra ahonda en rítmicas zigzagueantes, huele y suena a madera, a repiqueteo constante; obra de esmeradísimo paisaje sonoro que Taller Sonoro debe continuar transitando porque, además, resulta una excelente tarjeta de presentación.
La inestabilidad y lo quebradizo se hicieron latentes en Arquitecturas del límite (2015-18), de José María Sánchez-Verdú, permitiendo al grupo mostrar su rotunda ductilidad para amoldarse en cuestión de segundos de unas estéticas a otras. Más explosiva y epidérmica Hemisferios artificiales (2002), de Javier Torres Maldonado concluyó este repaso forzosamente parcial a dos décadas de inquebrantable compromiso con la música contemporánea
Hemos tenido la oportunidad de seguir cada una de las cuatro comparecencias que, hasta la fecha, ha hecho el conjunto Rioja Filarmonía en estos Encuentros Sonoros. Su presencia en ellos ha constituido siempre el punto de giro fundamental, el concierto que, por razones interpretativas y de contenidos, resultaba clave atender. Desde la modestia y el trabajo concienzudo el grupo ha demostrado plantear proyectos alrededor de la música de creación absolutamente inéditos en España. Lo fue el estreno nacional de Four stones, de Michael Pisaro, un compositor estadounidense fuertemente asido a la órbita experimental del que nunca más se ha oído hablar (por aquí); una interpretación aquella de una belleza inmarcesible. Xenakis, Aperghis y Kokoras configuraron su segunda y agitada presentación; a la que siguió en 2019 una minigira con pianos de juguete y páginas de Satie, Cage y Pärt, entre otros. ¿Por qué en cambio Rioja Filarmonía no parece haber merecido la atención todavía de ninguna administración cultural de peso?, ¿cuándo reparará el CNDM en la inteligencia programativa de estos músicos?, ¿por qué propuestas tan vostellianas como las suyas no han sido fichadas por el Museo Vostell?, ¿sabe alguien en la Fundación BBVA de la existencia de un grupo que tiene en su haber cuatro propuestas de notabilísimo interés?
Ritual es el título de este cuarto episodio de Rioja Filarmonía, concitando a tres músicos (Jorge N. Manrique, Iker Idoate y Rubén Orio) que hicieron algo tan difícil como abandonar toda tentación virtuosa, incluso casi interpretativa, para abocarse a la experimentación ejemplarmente hilada y temporizada en una reunión de partituras que buscan abocar al músico a su extinción.
En Empty Chairs (2018) el (cageano) presupuesto de partida de Cathy Van Eck parte de la manipulación de tres sillas con sensores y un permanente y performativo juego de tensión con los acoples. Chef d’enceintes (2017) de Sirah Martínez Álvarez propuso una situación sencilla y de rotundo impacto, la de un director de orquesta dando entradas y salidas a una orquesta de seis altavoces que rodean al público; un presupuesto teatral que no resta interés a una composición electroacústica tintineante a la que solo cabe achacar su concisión. Situation 15 Macht und Freiheit (2016), de François Sarhan, resultó en su dramatúrgico y suspensivo desarrollo una obra de abierta impronta kagueliana; muy desacostumbrada por la espartana desnudez de una musicalidad de arte povera.
Jessie Marino reduce la casi siempre estéril música pop a un bit de caja en Commitment :: Ritual I :: BiiMl (2011) generando una obra incómoda (de ver y escuchar) guarecida en una atmósfera ritualista, solemne, enrarecida. En Adagio (2009) de Carolyn Chen nos llega muy lejanamente, a través de los auriculares de los tres intérpretes, una pieza clásica para orquesta cuya carga emocional genera una respuesta mímica en los músicos que la escuchan. A volumen bajo la electrónica Deshabitades (2016), de Laura Casaponsa, supuso, ya con los instrumentistas sin quehacer adjudicado alguno, la definitiva extinción de lo corpóreo y casi del mismo ritual del concierto. Ojalá Rioja Filarmonía puedan continuar escribiendo su particularísimo relato de la música de hoy por muchos más años.
Ismael G. Cabral