SEVILLA / El piano inédito, expandido y grabado
Sevilla. Espacio Turina. 20-I-2021. Óscar Martín, piano. Zahir Ensemble. Director: Juan García Rodríguez. Obras de Igor Stravinsky y Reinhard Febel.
Extraña y, por lo demás, muy centroeuropea situación la de poder asistir a un concierto de música contemporánea en una sesión matinal entre semana. Doble sorpresa después la de ver un aforo cercano al centenar de personas (cumpliendo estrictamente la reducción del mismo impuesto por la situación) formado, en no poca medida, por estudiantes de conservatorio habitualmente refractarios a la actividad concertística.
Volvía al escenario del Espacio Turina el conjunto Zahir Ensemble tras haber despachado con éxito hace solo unas semanas una partitura del calibre y la complejidad de El cimarrón de Henze. Y lo hacía en el marco de su propio festival y como colofón a unas sesiones de grabación llevadas a cabo en días previos con ocasión del que será el próximo disco de la formación, la plasmación de la obra para ensemble Hyperklavier (2015/17) de Reinhard Febel (1952), que habrá de publicar el sello Ibs Classical.
A Juan García Rodríguez, director del conjunto, siempre hay que agradecerle el interés por trascender la sempiterna obra de estreno breve y revisar el repertorio contemporáneo de envergadura. En este caso volvía su mirada a uno de sus maestros de composición en Salzburgo, Reinhard Febel. El otro, Christian Ofenbauer, merece tanto o más (más) seguir siendo revisitado por Zahir.
Es Hyperklavier, dividida en cinco movimientos, una obra que llamaremos extraña. Funciona en apariencia, algo que podremos comprobar mejor con la grabación. Es esta una composición que adopta diversas máscaras a lo largo de sus casi 40 minutos. Hay arranques boulezianos en un piano que, en momentos, se imanta de estructuralismo. En otros la música adquiere un fiero y espartano primitivismo de hechuras xenakianas (en el dúo del teclado con el tambor), las armonías en parte del conjunto instrumental remiten al espectralismo, pero la obra sin embargo va a morir en un brevísimo e inesperado movimiento para piano y violonchelo tan weberniano como feldmaniano por estética. Se busca expandir el piano mediante sus resonancias, pero también a través de la recolección de sus notas por el conjunto de 13 instrumentistas. Y hay una decididamente académica alternancia de tiempos agitados y lentos. La amalgama deja no pocos momentos de interés y se advierte el tiempo y el afán invertido en la composición de una obra que deberemos seguir escuchando para abrazarla o no.
Óscar Martín realizó una clase magistral de ataques, uso espasmódico del pedal y diversos modos de pulsación; pues también en la escritura para el solista este Hyperklavier deviene igualmente heterogéneo. Y los músicos de Zahir calibraron cada endiablada entrada al pedir del gesto cada vez más cortante y parco de García Rodríguez.
Como prólogo se interpretó el Octeto (1923, revisado en 1952) de Igor Stravinsky, obra menor si se quiere, pero en la que se adivinan otras partituras mayores; página que se benefició de una versión hermética, agria más que burlona en las agilidades, casi motórica en el segundo movimiento y sin pizca de amabilidad. Como debe ser.
Ismael G. Cabral