SEVILLA / El idilio entre Enrico Onofri y la OBS

Sevilla. Sala Turina. 9-VI-2021. Orquesta Barroca de Sevilla. Jone Martínez, soprano. Violín y director: Enrico Onofri. Obras de Pergolesi, Iribarren, Leo, Sammartini y Vivaldi.
Son ya más de diez años los que dura el feliz idilio artístico entre Enrico Onofri y la Orquesta Barroca de Sevilla. Onofri, a pesar de su cada vez más densa agenda como principal director invitado de varias orquestas europeas, siempre hace un hueco para volver por Sevilla a ampliar los límites artísticos de esta fructífera colaboración.
Onofri tiene la virtud de sacar oro de cualquier partitura, incluso aquéllas que sobre el papel pueden parecer poco interesantes. Pero cuando pasan por sus manos, como es el caso de las sinfonías de Pergolesi y de Sammartini, saca a la luz todo un universo de efectos retóricos y de senderos expresivos que parecen no dejar nunca de bifurcarse. Desde los primeros compases guio a la OBS hacia un sonido denso, compacto, sí; pero también rico en colores y de una flexibilidad en materia de ataques, de articulación y de regulación dinámica realmente asombrosas. Sobresaliente el sutil y liviano legato del Andante de la sinfonía de la ópera O frate ‘nnamurato de Pergolesi, así como la contundencia dramática del espectacular arranque de la Sinfonía en Sol mayor de Sammartini.
La búsqueda de la diversidad de colores orquestales alcanzó su máximo nivel expresivo en la manera tan sutil de hacer sonar, casi como si tuvieran sordinas, a las cuerdas en el Sit nomen Domini del Laudate pueri vivaldiano. Como solista, Onofri se unió a otros tres violinistas de la OBS en un vistoso y teatral concierto para cuatro violines, enfrentados dos a dos, de Leo, con el lujo añadido del rico y potente continuo habitual de la OBS (Mercedes Ruiz, Aldo Mata, Alejandro Casal, Ventura Rico y Juan Carlos de Mulder). Resultó especialmente brillante la claridad en la exposición de las voces de la fuga, mientras que el tercer tiempo fue fraseado como si de un aria operística se tratase, con su introducción orquestal y su cantilena deletreada a cuatro voces. Onofri dejó una sensible muestra de su destreza en el violín y de su sutil inventiva ornamental en el delicado diálogo con la voz del Gloria del citado salmo 113 de Vivaldi.
Lo que convirtió a este concierto en algo incluso más especial si cabe fue la presencia de la joven soprano vasca Jone Martínez. Voz de tintes angelicales, clara y brillante, proyectada con exultante facilidad y capaz de ascender al sobreagudo con poderío y solidez tonal, se enfrentó como si nada con pasajes de endemoniadas coloraturas en las piezas de Vivaldi, pero también con pasajes cantados a media voz y a flor de labios como en el ya citado Sit nomen Domini. Y como propina, el primer número del motete vivaldiano In furore iustissimae irae, con una acongojante exhibición de agilidades resueltas con plena naturalidad y en las que aún fue capaz de introducir ornamentos en un da capo que dejó sin resuello a los oyentes.
Andrés Moreno Mengíbar
(Foto: Luis Ollero)