SEVILLA / Borja Mariño: canciones para una ciudad
Sevilla. Real Círculo de Labradores. 7-IV-2022. Carolina Moncada, soprano. Borja Mariño, piano. Obras de Granados, Vives, Mariño, Zubeldía, Castillo, Ortega y García Leoz.
No es el del lied un género que parezca haber calado hasta el momento en la agenda mental de los aficionados a la música sevillanos, a la vista de su casi inexistente presencia en la programación de los espacios sevillanos y (lo que es aún más grave) la escuálida y sonrojante respuesta del público cuando es posible disfrutarlo.
Por todo ello adquiere gran relevancia la apuesta del Círculo de Labradores, de su vocal de Cultura, Ignacio Trujillo, y del coordinador musical, Francisco Soriano, por programar cada año un pequeño ciclo de canción de concierto. Este año, además, se ha iniciado una iniciativa que se quiere tenga continuidad de futuro de encargo de canciones sobre textos de autores sevillanos.
Se ha iniciado esta línea con la comisión a Borja Mariño de cuatro canciones sobre poemas de Juan Lamillar, Lutgardo García, José María Jurado e Ignacio Trujillo. Mariño ha sabido captar el ambiente anímico de cada canción, desde la más recogida e intimista de Lamillar a las más alegres y efusivas de García y Trujillo, pasando por las más reflexivas de Jurado. Buen melodismo de cuño moderno, salpicado de cromatismos en una brillante escritura pianística y una escritura vocal muy adecuada a la voz de Moncada. A destacar la sinuosa línea de canto diseñada para Mientras se borra el mundo de Juan Lamillar, perfectamente fraseada por Moncada, que luego, con pequeños, pero expresivos, cambios de color abordó Milagro en Valdezufre de Lutgardo García, para culminar con una voz brillante para Alta torre, de Ignacio Trujillo.
La cantante navarra, dueña de una voz de amplios medios, considerable volumen y cuerpo que, sin embargo, sabe controlar al milímetro, con graves muy bien apoyados (como los de La maja dolorosa I), la puso al servicio de la expresión de los textos (que se le entendieron a la perfección) gracias a una gran capacidad de regulación y de matización, con momentos muy delicados, a flor de labios (Madre, la mi madre) y pianissimi de gran factura. como los de Canzón pra Virxe de Castillo. Por cierto, hay que agradecerles a los artistas la inclusión de tres canciones de Manuel Castillo, cuya espléndida obra apenas si suena en la ciudad en la que nació y vivió. La flexibilidad y la gracia en el fraseo de Moncada tuvo su momento más evidente en las Tonadillas de Granados, pasando sin fisuras de la expresión castiza de El majo tímido al desgarro de Oh! muerte cruel.
Y todo ello se cimentó sobre el dominio del color del piano de Borja Mariño, especialmente brillante en las canciones de Miquel Ortega y con una espléndida técnica de pedal.
Andrés Moreno Mengíbar