Scherzo, a los 35 años

Hoy, 1 de diciembre, hace treinta y cinco años.
Así es, tal día como hoy de 1985 salía a la venta el primer número de Scherzo, esto es, el número cero. Con la portada de Lorin Maazel, a quien habíamos hecho Antonio Moral y yo una entrevista en el camerino de los directores del Teatro Real, que entonces era una sala de conciertos.
No voy a hacer balance de estos años, porque ahora solo quiero traer este recuerdo, que tiene bastante de celebración. No ha sido un negocio que nos haya sacado de pobres, esa es la verdad. Pero de haber pretendido fundar un negocio que rindiera frutos no habríamos invertido en una revista de música, caramba. Aquellos jóvenes emprendedores estaban más interesados por la realidad que por la actualidad. Eran tiempos prometedores, y con esto no digo que estos de ahora sean defraudadores. Estos de ahora son una desagradable, funesta sorpresa que nadie esperaba, no vamos a glosarlo. Pero eso no tiene que ver con que Scherzo cumpla hoy 35 años de aparecer a la venta. Aunque eso tenga que ver con que las publicaciones culturales estén en peligro. No es nuestro primer año peligroso, hemos tenido otros. Ahora bien, los años gloriosos, podemos decirlo, han superado a los demás. Con tal de que ninguno de los fundadores pretenda vivir de las rentas. No hay rentas, nunca hubo rentas. Así de claro.
Ah, aquel año de 1985. O tal vez la cosa empezó en 1984. Antonio Moral tuvo la idea (quién, si no), nos la contó a muchos, la aceptamos unos cuantos. Buena empresa, que al fundarse no excluyó a nadie que quisiera ser fundador o arrimar el hombro. Lo que decía Ortega, que para toda gran empresa lo peor es una táctica de exclusiones. No excluimos a nadie en esta casa, eso lo hacen en otras casas. Al final, solo fuimos nueve los fundadores, es decir, los que pusimos un poquito de dinero para que Scherzo echara a andar. Agustín Muñoz, Gerardo Queipo de Llano, Domingo del Campo y Javier Alfaya ya no están con nosotros. Para mí, fueron entrañables, y cada uno de ellos tuvo para mí algo de maestro. Alfaya lo fue por encima de los demás porque entre él y yo hubo complicidades, entendimientos, incluso desacuerdos. Le echo mucho de menos. Han llegado los herederos de todos ellos, y se han incorporado, cada uno a su manera, a este negocio que no es negocio. Los otros fundadores seguimos en este consejo de dirección que siempre delega sus poderes en el director de la revista; no nos parece bien determinar los contenidos, que son cosa de la “dirección artística”. Escribimos, sugerimos, al tiempo que envejecemos, algunos bien, como la propia revista Scherzo. Los supervivientes hasta día de hoy son Manuel Franco, Antonio Moral, Enrique Pérez Adrián, Arturo Reverter y yo mismo. Cuatro directores han estado al frente de la publicación: Antonio Moral, Tomás Martín de Vidales, Luis Suñén y el actual, Juan Lucas. La hemos hecho entre todos, pero en especial ellos. Sigue con nosotros, desde ese número cero, Arantza Quintanilla, poco más que una adolescente entonces.
Aparece ahora el número de diciembre, tres décadas y media después. Portada con la maravillosa Nathalie Stutzmann; el mes pasado, con Elina Garança. Siento amor por ambas, y creo que también lo sienten algunos de mis amigos y colegas de la casa. Estos treinta y cinco años han servido para conocer y dar a conocer la música, pero también han sido aprendizaje. Y en ese aprendizaje siempre hay alicientes como Nathalie, Elina o Yuja. No solo chicas, desde luego, se lo prometo a todos.
Como ustedes comprenderán, no voy a decir ni una palabra sobre la enorme importancia de Scherzo para la cultura en España. No, no esperen eso de mí. Esto es una pequeña celebración, no una vanagloria. Ya saben aquello del Evangelio según Lucas: “el que se ensalza…”
Santiago Martín Bermúdez
[En nuestra hemeroteca están disponibles todos los números de Scherzo con más de dos años de antiguedad.]