SANTIAGO DE COMPOSTELA / Peregrinaje por la música de hoy
Santiago de Compostela. Cidade da Cultura. 25-IX-2022. Ryōko Aoki, voz. Vertixe Sonora. Obras de Jacobo Gaspar, Noriko Baba y Noriko Kawakami.
Podría parecer una casualidad que, habiendo llegado uno hace tan sólo doce días del Japón, se encuentre en su ciudad (anclada en las periferias atlánticas de Europa) con un concierto de inspiración plenamente nipona: casualidad que se convierte en causalidad por obra y gracia de Haruna Takebe y David Durán, pianistas de Vertixe Sonora que, desde la fundación del ensemble gallego, vienen incorporando, con regularidad y buen criterio, partituras japonesas a sus programas, tanto en solitario como en dúo de pianos o en las distintas formaciones camerísticas a las que Vertixe da lugar.
El pasado 25 de septiembre, Durán y Takebe se unieron a una de las voces niponas que más ha contribuido a incorporar las técnicas del utai (el recitado tradicional del teatro nō) a la música europea, encontrándonos, entre los muchos estrenos que ha protagonizado, con partituras de Péter Eötvös, Stefano Gervasoni o José María Sánchez-Verdú. Nos referimos a Ryōko Aoki, cantante que llegaba a la Cidade da Cultura de Galicia para volver a reforzar los puentes que entre España y Japón se tienden a través de sus dos principales rutas de peregrinación: el Camino de Santiago y el Shikoku Henro, ruta nacida en el siglo IX (cuando se descubre la tumba de Santiago el Mayor en Compostela) en la más pequeña de las islas del archipiélago nipón.
La primera estación de esta peregrinación musical a través de dos continentes fue Nōkyōchō / Libro de escoitas II (2020), partitura para dos pianos de uno de los mejores compositores gallegos del presente, Jacobo Gaspar, cuyo estreno tuvo lugar en Lugo el 28 de febrero de 2021. Nōkyōchō sintetiza la escritura armónica y las técnicas extendidas ruidistas, compactadas de forma muy coherente por Gaspar en una pieza marcada por un desarrollo constante: movimiento conformado a partir de la dicotomía que suponen las trayectorias del Camino de Santiago (lineal, de Este a Oeste) y del Shikoku Henro (circular, en el sentido de las agujas del reloj). Ambos movimientos convocan dos temporalidades de distinta estructuración métrica, lo que depara momentos de un frenesí polirrítmico impresionante.
El título de este Libro de escoitas II proviene del nōkyōchō, cuaderno en el que se registra la visita de los peregrinos a los ochenta y ocho templos que conforman el Camino de Shikoku. Algo de esa personalidad diferenciada de cada templo parece haberla bebido este dúo de Jacobo Gaspar, por cuanto nos invita a adentrarnos en diversas estaciones del sonido, en las que vivimos diferentes vertientes acústicas y poéticas de un mismo instrumento, cual si se tratase de las distintas páginas de un mismo libro; un libro que, dentro de su tan sólida coherencia estructural, aporta matices propios en cada visita a un nuevo templo de esta ruta de peregrinación.
Dividida en cinco secciones ininterrumpidas, Nōkyōchō arranca en el registro grave del teclado, con dos reducidos grupos de notas que nos remiten a los primeros pasos en ambos peregrinajes; cada uno de ellos, con su propia métrica. Puntuales arpegios en las arpas abren nuevos horizontes y un mayor brillo en un comienzo marcado por la puesta en sordina de las cuerdas. Dichos arpegios, así como la forma de tañer el cordal, portan reminiscencias del arpa nipona, el koto, y del sonido ritual de las campanas: unas campanas y una importancia del silencio que acercan esta partitura a la noniana …..sofferte onde serene… (1975-77).
Pero no sólo Luigi Nono se asoma a Nōkyōchō, pues de Helmut Lachenmann se toman los rebotes progresivamente acelerados de pelotas de ping-pong audibles en Kontrakadenz (1970-71) y que en Libro de escoitas II se efectúan sobre el cordal del piano, marcando nuevos contrastes entre unas estructuras rítmicas tramadas como dos concepciones en la relación del ser humano con el tiempo y la naturaleza. Estos materiales, ya sean los apuntes armónicos en el registro grave, ya los arpegios y los rebotes de las pelotas de ping-pong, se alternan de forma constante, modificados por sutiles variaciones a lo largo de los primeros minutos de una pieza que casi alcanza la media hora de duración. Dichas alternancias permiten a Jacobo Gaspar mostrar la unidad del caminar en ambos peregrinajes, sin dejar de señalar sus diferencias, metamorfosis e idiosincrasias, como los cambios en el modo de graduar dinámicamente las cuerdas (en ciertos compases, con glissandi de dedos en el arpa; en otros, modificando la sonoridad del cordal con baquetas, para crear un halo tan sugerente como exótico, pues no dejan de asomarse a Nōkyōchō guiños orientales). Dentro de tan bien resuelta fusión de lo armónico y lo ruidista, perviven en la escritura de Gaspar improntas de José Manuel López López, cuyos procesos granulares se deslizan en las partes más centelleantes en el registro agudo, profusamente abigarradas en racimos de capas polirrítmicas que contrastan con los materiales iniciales en el registro grave.
Esta dinámica, tan característica en Nōkyōchō, de activación armónica del teclado y modificación de sus sonoridades a través de técnicas extendidas, se completa con el deslizamiento de vasos y tarros de cristal sobre el cordal, ya sea boca arriba (lo que genera unas agudísimas iridiscencias realmente mágicas), ya boca abajo (dando lugar a un sonido más grave y rugoso, casi mecánico). Se crean, así, bloques de sonido y estaciones espirituales diferenciadas, a través de un paisaje más desnudo y silente, o bien de ambientes saturados y resonantes. A estos últimos compases se suma el EBow sobre el arpa, incorporando un rumor sostenido, lo que aumenta las capas, las resonancias y los perfiles en algunos de los momentos más extendidos y atractivos de este Libro de escoitas II.
En los compases finales, Haruna Takebe retira el EBow, apagando progresivamente esta peregrinación musical que une no sólo dos formas de concebir el tiempo, sino los dos universos principales en la estética de la música actual. El último gesto de los pianistas lleva hasta lo más alejado del arpa sus respectivos glissandi: conquistando un punto de encuentro y el silencio primordial en el que con-fundir ya no sólo los tiempos recorridos en Nōkyōchō, sino la tradición y la modernidad. Libro de escoitas II es una pieza ideada para (y con) David Durán y Haruna Takebe, pianistas que en la Cidade da Cultura han creado una sonoridad muy distinta de la del estreno de Nōkyōchō en Lugo, debido al inmenso espacio y a las suspendidas resonancias del Museo Gaiás, lo que los ha obligado a cambiar algunos de los objetos con los que han intervenido sus pianos, así como los tempi, para adecuar dichas resonancias al tiempo de reverberación. Como hace casi dos años, el resultado de su lectura ha sido fascinante.
La segunda obra del programa incorporó un perfil más lúdico, así como ecos de los sutras budistas; en este caso, con las aves como enseñanza de los preceptos tibetanos. Se trata de L’oiseau à deux têtes (2012, rev. 2018), partitura para voz nō y dos músicos de la japonesa Noriko Baba, que vivía su estreno en España. David Durán y Haruna Takebe movilizan aquí una plétora de objetos que remedan sonoridades aviares: desde silbatos a reclamos, pasando por flautas de émbolo, botellas o tubos de plástico, con cuyos trinos ponen en escena esas dos cabezas del pájaro al que se refiere un relato budista que alecciona sobre los peligros de la envidia. Entre ambas cabezas, la voz de Ryōko Aoki se mueve desde el susurro a los fonéticos, deconstruyendo el texto en un ejercicio que tanto es conciencia y voz del alma como de trasunto del aire, al manipular un abanico que convierte hasta en instrumento de percusión, al frotarlo contra los pliegues de su ropa y rozarlo, a modo de arpegio, con sus dedos.
Cerró el programa Noriko Kawakami, compositora oriunda de Shikoku, con el estreno mundial de Aruku – Walk (2022), obra para voz nō y dos pianistas en la que reflexiona sobre el camino de peregrinación de su isla natal. En su partitura, Kawakami recorre las cuatro prefecturas en las que se divide Shikoku, comparando este recorrido con un camino simbólico, con sucesivas estaciones en los lugares del despertar (hosshin), de la práctica ascética (shugyo), de la búsqueda de la iluminación (bodai) y del nirvana (nehan). Estos lugares conformarán los cuatro bloques de la partitura, dando un carácter propio a cada parte, incluyendo desde ecos melódicos a técnicas extendidas, así como un nuevo uso del abanico, con sus ecos y aromas de la cultura nipona tradicional.
El texto de Aruku es una reescritura personal del libro Peregrinación de Shikoku, sirviendo a Noriko Kawakami para preguntarse cómo crear un mundo sonoro unificado a partir de la voz nō y de los pianos: representantes de tan diferentes acervos musicales. Nada sencillo es el reto que Kawakami se plantea, si bien consigue numerosos puntos de encuentro gracias a la plasticidad que Ryōko Aoki imprime a su voz, pasando del recitado utai a un uso cuasi instrumental de su fonación, además de a unas metamorfosis tímbricas y de registro realmente impresionantes por el contraste entre una opaca gravedad y un agudo velado e intemporal (fusión de lo masculino y lo femenino). Esa intemporalidad la consiguen, asimismo, Haruna Takebe y David Durán en sus pianos, por medio de un despliegue armónico que concita desde ecos postimpresionistas (con Messiaen y Takemitsu en perspectiva) a un trabajo de las melodías populares cuya evolución convierte en abstracciones ruidistas los cantos inicialmente más desnudos e intimistas: unos cantos que vuelven a nacer desde una bruma de cromatismos y temporalidades cambiantes, muy bellos y sugerentes.
Así pareció apreciarlo el numeroso público reunido en la primera de estas Matinais musicais de la Cidade da Cultura, un ciclo que en otoño nos ofrece propuestas de lo más heterogéneo que van de estos ecos nipones al jazz, pasando por la música española de creación actual. Si las próximas entregas de Matinais musicais siguen rozando el lleno, como ésta del 25 de septiembre (incluida la presencia de los tres compositores en cartel), está más que justificado no sólo el mantener este tipo de iniciativas, sino el ampliarlas, como ha ampliado nuestra comprensión de las músicas del mundo esta peregrinación musical a caballo de dos continentes.
Paco Yáñez
(Fotos: Manuel González – Cidade da Cultura)