SANTIAGO DE COMPOSTELA / Nuevos horizontes para el piano

Santiago de Compostela. Centro Galego de Arte Contemporánea. 8-VI-2022. Xornadas de Música Contemporánea. María Domínguez, piano. Diego Jiménez Tamame, electrónica. Obras de Fran MM Cabeza de Vaca, Gérard Pesson, Vykintas Baltakas, Sarah Nemtsov y Diego Jiménez Tamame.
Tras un soberbio comienzo de las Xornadas de Música Contemporánea de Santiago de Compostela, con cinco conciertos a cargo de la Joven Orquesta Nacional de España, no abandonamos el territorio de la música de actual; en esta ocasión, de la mano de María Domínguez, pianista gallega que, ya como parte del Pulso Ensemble, ya en sus recitales en solitario, se ha convertido en una de las voces más importantes de nuestro país en cuanto a la difusión de las últimas tendencias pianísticas, con una mención muy especial para su trabajo en la hibridación multimedia, la danza y el Nuevo Conceptualismo.
Para su concierto en las Xornadas del 2022, María Domínguez se propuso poner en primer plano la dialéctica entre lo físico y lo virtual, entre lo primitivo y lo moderno, asociando lo primero a la voz y al gesto; mientras que, lo segundo, a las nuevas tecnologías “como nuevo medio de expresión artística y de representación de la realidad”. Sobre estos aspectos versó la charla que mantuvieron antes del concierto María Domínguez y el compositor castellano residente en Austria Diego Jiménez Tamame: una conversación que ha refrendado la voluntad que estas Xornadas tienen de acercar al público ya no sólo a los compositores e intérpretes en sus propias palabras, sino algunas de las tendencias más punteras en la escena musical europea del siglo XXI.
Ese gran recorrido evolutivo arrancó desde los estadios más físicos y primigenios de lo musical: desde el gesto como mímica, algo que tiene ecos en Music from somewhere (2017), la partitura del cordobés Fran MM Cabeza de Vaca con la que se abría este concierto, y en Mimic (2011), obra de Cabeza de Vaca estrenada por Vertixe Sonora en este mismo auditorio del Centro Galego de Arte Contemporánea. Basada en las ideas de Paul Creanen publicadas en Composing under the Skin (2014), Music from somewhere es una obra performativa para pianista sin piano en la que, tras un biombo que sólo dejaba visibles sus manos, María Domínguez ha realizado desde gestos preparatorios antes de atacar el teclado hasta todo un repertorio habitual del pianismo clásico-romántico, buscando en diversos momentos que el gesto cuadrase, en articulación y dinámicas, con la parte electrónica escuchada en la sala.
En esa progresiva conquista del sonido que ha explicitado este programa, la segunda partitura, La lumière n’a pas de bras pour nous porter (1994-95), parte de un referente crucial en el piano contemporáneo, Guero (1969-70), de Helmut Lachenmann, de la que toma algunas de sus sonoridades arpegiadas en las teclas mediante el roce de las uñas, si bien en la pieza de Gérard Pesson las acciones extendidas se quedan en el ámbito del teclado, sin activarse el interior del instrumento. Partitura elegíaca en memoria del compositor francés Dominique Troncin, La lumière n’a pas de bras pour nous porter hace alusión a un verso del escritor galo Pierre-Albert Jourdan en su poemario Les sandales de paille (1987), libro que Troncin estaba leyendo poco antes de su muerte.
De este modo, la obra se construye por medio de contrastes entre ese arpegio tan rítmico que Domínguez ha desplegado estupendamente, confiriendo vivacidad a la partitura por medio de un rubato muy interesante, así como de una modulación de las dinámicas que se ha hecho especialmente audible gracias a la amplificación del instrumento (aunque esa misma amplificación confiere cierta extrañeza al sonido del piano, un plus de irrealidad y distancia que puede ser muy consecuente con el sentido de fantasmagoría y diálogo con quien ya no está entre nosotros). Muy rítmica en las técnicas extendidas, La lumière n’a pas de bras pour nous porter disemina, en su continuo arpegio de base, alturas sueltas cuando ese recorrido obsesivo pulsa una de las teclas del piano, activando la magia de una altura aislada: cierto deje impresionista, leve y huidizo, de perfume netamente francés. En esa dicotomía tan contrastante en sentido técnico y color, María Domínguez dio unas estupendas pinceladas a este bello y delicado retrato musical.
Con la partitura para piano y electrónica en vivo Pasaka (1995-97), María Domínguez ha querido celebrar en Galicia el medio siglo que en julio de 2022 cumplirá un compositor con el que ha colaborado a lo largo de su carrera, así como una de las principales figuras de la nueva música lituana, Vykintas Baltakas. Pasaka está basada en diferentes fragmentos de la mitología hindú, por lo que no ha de resultar extraño que, cual si fuese el dios indio Ganesha, Domínguez haya tenido que multiplicar sus brazos en esos pasajes en los que su piano se desdobla a través de la electroacústica, con una cohabitación de cintas pregrabadas, electrónica en vivo y piano acústico que, en otras claves estéticas, nos recuerda a Cadencias e Interludios / Percurso I (1989-92), partitura de Enrique X. Macías igualmente escuchada en su día en este auditorio del CGAC.
Es una pena que la parte vocal de Pasaka haya quedado tan deslucida por el nefasto trabajo del técnico de sonido, incapaz de regular los niveles de amplificación: algo que ha lastrado a varias piezas del programa, cuando éstas implicaban a la voz de la pianista. Y es que en Pasaka los vínculos entre voz y piano hubiesen requerido una presencia más audible, para evidenciar cómo Baltakas los funde rítmica, armónica y prosódicamente; en algunos momentos, no muy lejos de Voices and Piano (1998…), de Peter Ablinger. El trabajo de Baltakas es, en todo caso, más ambicioso que el de Ablinger, ya desde el mágico recitado en lituano llevado a cabo por María Domínguez, que se acaba convirtiendo en todo un trance, al empastarse con otras voces y ser desdoblado por la electrónica en coros que han girado alrededor del público: procedimiento que evidencia el conocimiento que Baltakas tiene del último Nono.
Además de esta construcción tan multiforme del espacio acústico-musical, Pasaka nos invita a todo un proceso de aprendizaje de la tradición, de la oralidad de la mitología india: a la que se sube la propia pianista como parte de una nueva generación en la rueda del tiempo, hasta acabar formando parte del coro intemporal del conocimiento. Tanto María Domínguez como Diego Jiménez han estado, en todo ello, espléndidos.
A modo de interludio audiovisual, la cuarta pieza del programa vino de la mano del propio Jiménez Tamame, con Augenblick nr. 26 (2015), pequeña delicatesen creada sobre un cortometraje en 8mm de Telemach Wiesinger en el que se ve, de forma acelerada, el paso del tiempo a orillas de un río alemán cruzado por un puente. Diego Jiménez juega con las velocidades, la luz y la saturación del movimiento, si bien rehúye lo diegético, evitando poner una banda sonora convencional al film. Con sonidos sampleados de motores, sirenas, contrafagot, etc., el resultado es hipnótico y de una gran belleza musical y visual, rubricando un pestañeo (o instante) muy inspirado.
Prosiguió este viaje mediante la integración de teclado MIDI y voz amplificada en Seven Thoughts – her kind (2018), partitura de una compositora, la alemana Sarah Nemtsov, con la que María Domínguez ha colaborado estrechamente, haciendo de Seven Thoughts una pieza habitual en sus conciertos. Basada en la poesía de Anne Sexton, Seven Thoughts utiliza samples que van creando una serie de texturas y paisajes acústicos superpuestos de gran rugosidad y tensión. Dadas las nuevas deficiencias en la amplificación de la voz, han sido precisamente esos samples los que han capitalizado una versión, así, tan sólo parcial de la obra, siendo mucho más equilibrada la estupenda lectura que en mayo de 2021 la propia Domínguez había ofrecido en el Festival RESIS, donde habíamos podido disfrutar de un recitado sombrío y gutural hoy ausente. En lo positivo, una electrónica muy envolvente que evidencia el refinado trabajo de Diego Jiménez en dicho apartado.
Precisamente a RESIS 2021 hemos de retrotraernos para viajar a los orígenes de la colaboración que ha propiciado el encargo, por parte de María Domínguez, de la partitura que cerraba el programa, Vaporwave, deadly lazers and crab raves (2022), obra de un Diego Jiménez Tamame que en A Coruña había estrenado con Pulso Ensemble su obra L.H.O.H.Q. (2020-21), pieza que inspiró la continuidad del trabajo entre la pianista gallega y el compositor zamorano.
Con ciertas influencias de Fausto Romitelli, Vaporwave nos propone un ejercicio de “metanarrativa” en el que se imbrican voz, vídeo, teclado y sonidos de archivos digitales lanzados desde un keytar muy utilizado en el movimiento New Wave de los años ochenta del pasado siglo: periodo histórico al que también nos remite el vídeo, con una fascinación por los materiales pobres que encierra, asimismo, no poco de humor y de crítica a cierta sofisticación tan al uso en lo virtual, aunque el propio compositor afirme que se encuentra muy lejos de querer lanzar proclamas panfletarias y políticas como las que, cree, dominan hoy en día al Nuevo Conceptualismo alemán.
Frente a tal movimiento (tan a menudo vacuo en lo musical), Vaporwave, deadly lazers and crab raves ofrece un ejercicio de “intrincada polifonía” que nos invita a vivir su ‘caosmosfonía’ (parafraseando libremente a James Joyce) desde una mezcla de lógica compositiva y desorden que tantas veces parece reinar en la red. En esa forma de lanzar los materiales desde el keytar hay una voluntad de reorganización que sublima y reinventa tradición clásica desde una dimensión teatral y performativa, integrando música e imagen. Es una pena que, de nuevo, el contrapunto vocal a la parte pianístico-electrónica haya pasado desapercibido por la nefasta gestión de los niveles de amplificación; pero sin duda oportunidades habrá de volver a disfrutar del trabajo de María Domínguez y Diego Jiménez, abriéndonos nuevos horizontes para el piano.
Paco Yáñez
(Foto: CGAC – Afonso Sestelo y Laura Pose)