SANTIAGO DE COMPOSTELA / FOCUS JONDE: la importancia de un gran maestro

Santiago de Compostela. Auditorio de Galicia. 5-VI-2022. Xornadas de Música Contemporánea. Pablo Alcántara Martínez, flauta. Joven Orquesta Nacional de España. Obras de Inés Badalo, Philip Cashian, Alicia Díaz de la Fuente y Péter Eötvös.
El quinto y último concierto de la Joven Orquesta Nacional de España en las Xornadas de Música Contemporánea de Santiago de Compostela nos ha vuelto a mostrar la importancia que tiene el contar con un gran maestro en un programa de música actual: tanto con un maestro de la composición, como ha sido el caso del húngaro Péter Eötvös, como de la dirección: en este último concierto del ciclo JONDE FOCUS, al igual que en el primero, el bonaerense Fabián Panisello.
Como en los anteriores conciertos de la JONDE, este nuevo diálogo entre los siglos XX y XXI vino precedido por una ponencia a cargo de la musicóloga Rosa Fernández, que dentro de su ciclo Cartografía do plural nos ha suministrado las claves para enmarcar a cada uno de estos cuatro compositores, así como las respectivas obras en programa dentro de sus perfiles estéticos, con una mención muy especial para la relación de estos autores con la ópera.
Aunque la extremeña Inés Badalo no se haya estrenado aún en el género operístico, sin duda sus piezas vocales son un punto de partida más que interesante, así como su delicadeza en el tratamiento del sonido instrumental, algo de lo que Iridiscencia (2018-19) vuelve a ser buena muestra. Entre dejes espectrales y una granularidad que recuerda a José Manuel López López, Iridiscencia se construye desde pequeños gestos y resonancias que van ganando peso: una microsociedad acústica de extrema concisión, importancia de los armónicos y firme trabajo del ritmo. Para que esos resplandores no nos cieguen, sino que se mantengan en el terreno de la propia iridiscencia, Badalo marca unas dinámicas atenuadas, con excepción de un par de crescendi, con el primero de los cuales alcanzamos lo que podríamos decir clímax de la partitura.
Tras éste, priman las resonancias y la reaparición de materiales previos, compactando la estructura de Iridiscencia. Las campanas tubulares en los compases finales nos conducen al eco, como paso previo a un silencio en el que resuena la densa fusión tímbrica que caracteriza a esta partitura. Los músicos de la JONDE han bordado esta pieza bajo la batuta de un Fabián Panisello muy atento a que el sonido no se desbordara, a que éste se mantuviese en el sutil resplandor de sus atenuados armónicos, con Andrés Gomis y Mikolaj Konopelski como estupendos refuerzos en saxofón y violonchelo.
Con el británico Philip Cashian nos movemos, dentro de la rica pluralidad que ha caracterizado al ciclo JONDE FOCUS, hacia un territorio en el que resuenan desde György Ligeti y Conlon Nancarrow a Oliver Knussen y Mark-Anthony Turnage. Y es que el Chamber Concerto (1995) de Cashian es una partitura en continua renovación, a través de una exploración de los timbres, de los campos armónicos y de las velocidades que justifica plenamente el título de la obra.
Desde un comienzo de tan contrastante combinación como la de flauta y contrabajo, apuntes de clarinete empiezan a diversificar tímbricamente la escena acústica, acumulando, asimismo, polirritmos, algo que nos remite no sólo a Ligeti, sino a los mecanismos discrepantes de un Harrison Birtwistle cuya impronta se asoma a este Chamber Concerto en diversas ocasiones. Con quince secciones ―según Cashian― claramente identificables, en cada uno de estos episodios viajamos a paisajes musicales bien diferenciados, desde ecos del jazz en una percusión metálica que evoca las músicas urbanas tan queridas por Turnage a una cadencia del oboe que, al salir éste al frontal del escenario, nos ha recordado la dinámica de ensemble móvil de Harrison Birtwistle en Ritual Fragment (1990). Partiendo de esos mecanismos interconectados, de gran virtuosismo y sentido de conjunto, avanzamos hacia una densificación del ensemble que gana en pathos y solidifica las turbulentas secciones previas. En esa compactación de materiales, diría que son las Earth Dances (1985-86) de Birtwistle las que resuenan en la distancia, confiriendo un sonido de aspiración orquestal a estos dieciséis músicos.
Partitura en absoluto sencilla de cohesionar, por su gran carácter episódico y su prolija diversidad, las últimas secciones de este Chamber Concerto refuerzan lo que Philip Cashian dice congelación del sonido, con timbres más amalgamados y fundidos, como los que vinculan a arpa y piano, sintetizando la unidad en la diversidad: algo tan del propio Ligeti como de Oliver Knussen. Gran lectura, la de la JONDE; en la que, de nuevo, hemos de destacar el enorme trabajo de los profesores y de los miembros del PluralEnsemble que han acompañado a estos jóvenes intérpretes en Compostela, como una soberbia Ema Alexeeva, tan musical en su cadencia para violín solo como firme en técnica, rubricando la primera audición en España de este Chamber Concerto.
De la mano de la compositora madrileña Alicia Díaz de la Fuente llegó un nuevo estreno; en este caso, absoluto: fruto de un encargo de la propia JONDE para estas Xornadas. Se trata de Los acantilados de Jaizkibel (2022), concierto para flauta y orquesta de cámara que utiliza la armonía de una forma más mucho tradicional que las otras tres partituras del programa, haciendo explícitos unos modelos de composición que nos remiten al impresionismo, así como a Tōru Takemitsu. Y es que en este ejercicio de paisajismo prima esa utilización de los espectros armónicos para, incluso, convertir en música los perfiles del monte que inspira esta obra.
Desde luego, no tan alto como dicha cumbre guipuzcoana ha volado Los acantilados de Jaizkibel, una partitura de parajes un tanto conservadores y de un lirismo demodé que en la flauta ha tenido algunos de sus compases más manidos, no acabando de funcionar la partitura en lo concertístico, pues la relación flauta-orquesta lo fue, más bien, a modo de interpolaciones. De dicha parte solista se ha encargado Pablo Alcántara Martínez, joven flautista de técnica muy precisa y musicalidad acorde con este estreno.
Cerró el concierto ese gran maestro que, al menos, debería estar en cada programa de música contemporánea, si queremos tener un mínimo de calidad garantizado y, entre otras cosas, enganchar al público con la música de nuestro tiempo. Esto es algo que, sin duda, habrá hecho Steine (1985, rev. 1990) con quienes la hayan escuchado por primera vez en vivo; ya no sólo por las muchas virtudes que aquilata esta partitura de Péter Eötvös, sino por la impresionante versión que nos han regalado César Peris, la JONDE y un Fabián Panisello inmenso a la hora de rubricar, con esta obra que precisamente trata el tema de la educación musical, los que han sido intensos días de formación de los jóvenes intérpretes de la orquesta con sus maestros en el repertorio contemporáneo.
Por otra parte, Steine, que fue dedicada por Péter Eötvös a Pierre Boulez con motivo de su sexagésimo cumpleaños, juega con la pétrea acepción del nombre de Boulez en francés, por lo cual el hecho de que esta partitura se haya tocado en una ciudad de piedra, como Santiago de Compostela, y en su pétreo auditorio, es casi un guiño a todos los niveles de significados que se entrecruzan en esta obra. Con tan buenos mimbres, y con una dirección informada de primera mano, pues Panisello estudió la partitura con el propio Eötvös en Budapest, el director bonaerense incidió en los procesos de escucha que Steine impele a los músicos del ensemble, así como a su constante búsqueda de diálogos y puentes tímbricos, construyendo unas masas de sonido entre la dispersión y la unidad que me han recordado hoy a las maravillosas piezas tardías de John Cage, como las monumentales y multifocales 101 (1988), 103 (1991) y 108 (1991). Como en ellas, Panisello ha dado una enorme importancia a la red de señales tímbricas en el espacio y a la rugosidad de cada instrumento, tirando del magisterio de Péter Eötvös en la orquestación, así como dando unos márgenes de libertad y confianza a sus músicos realmente destacables (que éstos han aprovechado con excelencia), haciendo de esta versión todo un fin de fiesta de gran frescura, a la par que de rigor.
Es más, de las tres ocasiones en que he escuchado Steine en vivo (las dos primeras, con el propio Eötvös al frente), esta lectura de la JONDE con Fabián Panisello es la que más me ha gustado, por su torrencialidad, fastuosa definición tímbrica (muy ayudada por la gran acústica del Auditorio de Galicia) y atención a los detalles, tanto en los fraseos de las piedras (cuyo ritmo explicita la dedicatoria “De Péter a Pierre”) como en la construcción armónica del acorde germinal del Pli selon pli (1957-62, rev. 1989) bouleziano sobre el que se hilvana el final de Steine, por medio de stockhausenianas triangulaciones que reformulan el sonido en el espacio y crean la situación dramatúrgica para que César Peris haga su aparición en los címbalos, rubricando una celebración de reminiscencias niponas (tan queridas por Eötvös) en su manejo de las resonancias.
Festivo, arrollador y excelente final de este FOCUS JONDE, que nos deja con muchas ganas de volver a escuchar a estos jóvenes intérpretes y a sus profesores en las Xornadas compostelanas, así como de que vayan encontrando su puesto en el panorama orquestal de un país, España, tan dado a formar nuevas generaciones de excelentes músicos que, por desgracia, tantas veces no encuentran acomodo en unas plantillas sinfónicas demasiado funcionariales y encorsetadas. He ahí uno de nuestros retos, para que nuestro país no siga padeciendo tan sangrantes fugas de talento.
Paco Yáñez
(Fotos: JONDE – Manu Vidal)