SANTIAGO DE COMPOSTELA / Baldur Brönnimann abre un nuevo mundo al frente de la Real Filharmonía
Santiago de Compostela. Auditorio de Galicia. 15-VI-2023. Real Filharmonía de Galicia. Director: Baldur Brönnimann. Obras de Korngold, Saariaho, Berwald, Mazzoli, Gerhard y Dvořák.
Cuando se anunció, el pasado mes de noviembre, el nombramiento de Baldur Brönnimann como nuevo director titular y artístico de la Real Filharmonía de Galicia, muchos fuimos los que nos sorprendimos (gratamente) por la designación de un maestro tan vinculado al repertorio contemporáneo, en el que se ha convertido en una referencia en Europa, como demuestran sus muchos compromisos con los ensembles y orquestas más desatacados en el terreno de la nueva música (compromisos que, seguramente, se encuentran detrás de lo tardío de este debut como titular del suizo al frente de la RFG, pues esta temporada de transición adelantaba en su programación conciertos a cargo del que sería nuevo director de la orquesta gallega, de los cuales, finalmente, Brönnimann no se pudo hacer cargo).
Ello ha creado cierto halo de misterio y una notable expectación, que se han redoblado por el hecho de que el que ha sido su concierto de presentación al frente de la RFG careciese de programa público hasta que hemos entrado al propio Auditorio de Galicia, el pasado jueves 15 de junio. Es, ésta, una costumbre poco habitual en España, pero sobre la que escuché hace poco a Teodor Currentzis, quien afirmaba que esa incertidumbre podía deparar un interesante estado de receptividad por parte del oyente, así como ofrecer una mayor libertad al director a la hora de programar, reforzando la parte más puramente artística y creativa del concierto.
Precisamente, la reciente visita a Barcelona de Teodor Currentzis dejaba en Scherzo un artículo de opinión, firmado por Javier Pérez Senz, en el que nuestro compañero denunciaba no sólo la soporífera reiteración de partituras que cada año se estila en las orquestas de este país, sino la anodina interpretación que, a menudo, se realiza de dichas obras (indudablemente) maestras, lo que rebaja el hecho musical de una experiencia regeneradora y trascendente a un «puro trámite» —como afirmaba Pérez Senz—.
Otra lacra que depaupera la vida de muchas orquestas en España es su relación con una música contemporánea tantas veces presente en las programaciones por medio de obras de muy baja calidad (o hasta paupérrima, cuando se cumplen con las cuotas de localismo al uso en estos reinos de taifas tan escasamente articulados en lo orquestal). Al respecto, una de las deficiencias más acusadas en suelo ibérico es la casi nula relación con Portugal, un país a cuya historia musical más reciente nos hemos de remitir para, junto con su titularidad al frente de la Basel Sinfonietta, conocer las líneas maestras de Baldur Brönnimann como director artístico, muy evidentes en sus seis temporadas liderando a la Orquestra Sinfónica do Porto Casa da Música (a las que hemos de sumar, en el terreno orquestal, su titularidad de la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia entre el 2008 y el 2012).
Pues bien, analizando dichas temporadas en Oporto y Basilea (cierto que con unas estructuras artísticas muy favorables a la renovación del repertorio), observamos en las programaciones del suizo una combinación de obras de los siglos XX y XXI de verdadera referencia, junto con los ¿inevitables? clásicos que suelen vertebrar (y atascar) las temporadas orquestales en la mayor parte de Europa, haciendo buena la idea de Brönnimann de que un músico de hoy debe mirar desde tal contemporaneidad al pasado. A ello le sumamos la elección de temas transversales para articular la programación y dar un contexto a las partituras interpretadas: contexto que, en la que será la primera temporada de Brönnimann al frente de la RFG, viene dado por el tema de las migraciones (cuestión típicamente gallega, tanto ayer como hoy, pues son muchos los jóvenes en Galicia que, cada año, han de dejar su tierra, incluido un buen número de estupendos músicos, mientras la propia RFG sigue con el reto pendiente de una ampliación para poder abordar el gran repertorio orquestal como sería de recibo).
Con el objetivo de presentarse al que será su público en los próximos años, Baldur Brönnimann y la RFG han organizado un concierto, del que hoy les damos cuenta, en el que han avanzado algunas de las obras que formarán parte de su recorrido por las migraciones musicales en la temporada 2023-2024; un concierto presentado y comentado por el propio Brönnimann, en el que nos reveló que sus primeras noticias de Galicia vinieron de la mano, precisamente, de los emigrantes gallegos con los que trató en su Basilea natal. Décadas más tarde, llega el director suizo a Galicia con una aquilatada experiencia que lo ha llevado por un buen número de países de América y Europa (principales destinos de la emigración gallega), para dar, de primera mano, una muestra de estas migraciones musicales, de las cuales el 15 de junio escuchamos seis.
La primera de ellas fue Theme and Variations op. 42 (1953), de Erich Wolfgang Korngold, página en la que se hizo evidente que la Real Filharmonía había preparado el concierto a conciencia, mostrando una sonoridad muy cuidada y transparente, con un balance orquestal y un color que revelan por dónde irán los tiros con Baldur Brönnimann, que sin duda buscará en la RFG un estilo interpretativo moderno y equilibrado, así como una gran flexibilidad en su orquesta, para que ésta sea capaz de abordar diferentes estilos sin perder personalidad, calidad ni perfiles artísticos: esa compleja síntesis alcanzada por la Sinfónica do Porto en los últimos años, y de la que Brönnimann ha sido uno de sus principales artífices.
Claro que, para ello, se ha de dar, como premisa básica, que la programación contemple tal heterogeneidad artística, de épocas históricas y de estilos; así como que la presencia de las obras contemporáneas lo sea con partituras de demostrada calidad. Sin duda, Kaija Saariaho la tiene, y así lo pudimos escuchar en el segundo plato de este menú sorpresa de degustación musical, con Ciel d’hiver (2013), una pieza en la que las cuerdas de la RFG han estado sobresalientes en su hilvanado de los cuartos de tono, los armónicos y los glissandi, conformando ese congelado paisaje nórdico arquetípico de la compositora finlandesa, con sus múltiples destellos en maderas, arpa (soberbio, su trabajo en glissandi circulares) y percusiones, así como con unos metales en sordina que parecían, paralelamente, congelar los destellos solares sobre el paisaje albar de las cuerdas. Una pena, que la propia Saariaho no vaya a poder estar presente en Santiago de Compostela para trabajar con la RFG, tal y como ella hubiese querido; de modo que el repaso que Brönnimann y su orquesta realizarán al catálogo de la escandinava se convertirá en el mejor homenaje, in memoriam, por medio de su propia música.
De otro nórdico, el sueco Franz Berwald, escuchamos el tan rítmico y juguetón Allegro fuocoso de la Sinfonía nº3 en Do mayor (1845), un ejercicio de dominio de las formas clásicas por parte de la RFG, con sus simetrías y curiosas armonizaciones, que anticipan a Carl Nielsen. Buenas sensaciones nos ha dejado la orquesta gallega en una sinfonía que escucharemos en otoño, en un programa que contempla un estreno de Hugo Gómez-Chao, joven compositor gallego que se suma a otra de las líneas en las que Brönnimann hizo hincapié en su presentación: el apoyo y las posibilidades que la RFG brindará a los jóvenes compositores, directores y músicos en las que serán sus temporadas como titular, con semanas de lecturas de creaciones ex profeso para la RFG, invitaciones a batutas noveles y activa involucración en la orquesta de las excelentes generaciones de jóvenes músicos que están saliendo de la Escola de Altos Estudios Musicais, vinculada a la propia RFG y de la que Brönnimann se convierte, asimismo, en director, con el objetivo de acercar el ámbito formativo y el orquestal, a nivel profesional: cuestión en la que, de nuevo, la incorporación de repertorio contemporáneo ha de ser crucial.
La cuarta obra del programa, River Rouge Transfiguration (2013), de la estadounidense Missy Mazzoli, se enmarca por completo en esa línea. Estamos ante un encargo de la Detroit Symphony que retrata históricamente a la gran urbe de Michigan, buscando mostrar sus incesantes transformaciones de ruido, resonancias y masivas sonoridades. Con ecos del postminimalismo y John Adams, Baldur Brönnimann nos conduce aquí a unas claves estéticas totalmente diferentes de las escuchadas en la microtonal y refinadísima Ciel d’hiver, si bien la RFG ha mantenido el nivel, con buen swing, pulso rítmico y un enorme concertino, el norteamericano James Dahlgren, con el que Brönnimann ha colaborado en Oporto en numerosas ocasiones en excepcionales partituras de la contemporaneidad (que en Compostela también esperamos).
Esperada es, también, una mayor presencia en España de ese ilustre exiliado que, a la par, fue nuestro mejor sinfonista del siglo XX, Robert Gerhard. De Gerhard escucharemos en 2024 su Sinfonía nº 1 (1952-53); aunque, como aperitivo, Brönnimann nos adelantó el Preámbulo y la Jácara de la suite de concierto Alegrías (1942), en la que la RFG ha vuelto a desbordar colorido, jovialidad de aires flamencos y un mucho de esa ilusión que parece vivir la orquesta ante el nuevo periodo en el que se adentra; de forma que, quizás, el título con el que se conoce a la sinfonía que cerró el programa fuese todo un guiño a este nuevo mundo orquestal que Baldur Brönnimann abre con la RFG. Así, el conclusivo Allegro con fuoco de la Sinfonía nº 9 en Mi menor op. 95 (1893) de Antonín Dvořák rubricó, con una exquisita interpretación repleta de vigor, contrastes de tempo y matices, un concierto que nos llena de esperanza y que anuncia una etapa en la que la Real Filharmonía puede adquirir un perfil significativo e innovador en el anquilosado panorama orquestal español, con ideas modernas y las posibilidades que sus músicos ofrecen (muchos de ellos, con experiencia demostrada en repertorio actual).
Tras el concierto, un vino congregó a varios cientos de personas en el Auditorio de Galicia, siendo evidente en los corrillos allí formados la presencia de músicos y compositores que han acudido ilusionados por las nuevas perspectivas que se abren con la titularidad de Baldur Brönnimann. Por allí también se vio (cuestión importante) a la que será nueva alcaldesa de Santiago de Compostela, Goretti Sanmartín (BNG), que parecía consciente de la histórica oportunidad que se abre desde la música culta para elevar la moral de una ciudad con un perfil cultural alicaído en los últimos años. Atalaya privilegiada para combinar lo local y lo internacional, la tradición y la modernidad, la RFG ha de recibir nuestra felicitación y confianza por la contratación de un director carismático que augura un liderazgo desde la excelencia, motivando y llevando a nuevos niveles de calidad a una orquesta y a una ciudad con grandes posibilidades.
Paco Yáñez
(Fotos: Real Filharmonía de Galicia)