SANTIAGO DE COMPOSTELA / Ateneo Barroco: Concert Le Phénix, una incruenta batalla de musicalidad y estilo
Santiago de Compostela. Iglesia de la Universidad. 5-X-2024. Concert Le Phénix. Obras de Boismortier, Cervetto, Masse, Corrette y Marcello.
Cada año, un buen número de festivales nos demuestran, en España, que con unos presupuestos menguantes se pueden ofrecer al público conciertos de alto nivel, si hay criterio y conocimiento en quienes dirigen tales citas; dirección que, por otra parte, se está convirtiendo en este país en toda una proeza, si le sumamos a las estreches económicas todo el rosario de condicionantes que, desde las esferas social, política e ideológica, constriñen cada vez más el arte de programar, camino como va de reducirse a una mera función combinatoria de equilibrios entre el localismo, lo políticamente correcto y el pacato biempensantismo que nos rodea, más que en una propuesta artística de riesgo que nos interpele en profundidad y nos confronte con nuestro propio espejo como sociedad, incluyendo sus provocaciones y demonios.
Con José Víctor Carou al frente de ese heroico ejercicio que, así pues, es hoy la dirección artística, la sexta edición del Ateneo Barroco, festival impulsado por el Ateneo de Santiago de Compostela, vuelve a llenar de buena música algunos de los recintos históricos de la capital gallega, ofreciéndonos seis conciertos y un interesante abanico de actividades que, hasta el 16 de octubre, incluyen conferencias, encuentros con los artistas, películas, clubes de lectura y sesiones de improvisación; todo ello, bajo el título de Imagen e imaginación. Formas de expresión y representación musical.
El segundo concierto del Ateneo Barroco 2024 llevó a la Iglesia de la Universidad a Concert Le Phénix, conjunto de música antigua formado hace un año por la violagambista cubana Calia Álvarez y por los violonchelistas gallegos Fernando Santiago y Roberto Alonso. Juntos, abordaron la polémica habida en Francia en el siglo XVIII entre la defensa a ultranza de la viola da gamba como instrumento nacional frente a su progresiva sustitución por el violonchelo; controversia que articularon en torno a Défense de la Basse de Viole contre les Entreprises du Violon et les Prétentions du Violoncelle (1740), tratado publicado en Ámsterdam por el violagambista Hubert Le Blanc y temática que ya había protagonizado un muy interesante lanzamiento discográfico del Ricercar Consort, incluyendo dicho álbum obras de compositores como Marin Marais, Jacques Morel, Joseph Bodin de Boismortier o Michel Corrette; estos últimos, presentes en el programa que Concert Le Phénix ofreció en el Ateneo Barroco bajo la dirección de un violonchelista, Fernando Santiago, que en la Universidad Nacional de Bellas Artes y Música de Tokio fue alumno de Hidemi Suzuki, protagonista del tercero de aquellos compactos del Ricercar Consort.
Mucho hay del violonchelista japonés en la técnica y en el estilo de Fernando Santiago (alumno en Real Conservatorio de La Haya, previamente, del maestro del propio Suzuki, Anner Byslma), por lo que prima un enorme cuidado del sonido, el mayor respeto en términos historicistas y una musicalidad perfectamente ajustada a las partituras del periodo abarcado, fechadas en el siglo XVIII, para glosar ese retrato histórico de una incruenta batalla musical que el pasado 5 de octubre nos dejó unas sensaciones inmejorables en los tres instrumentos de Concert Le Phénix, un trío que tuvo que luchar pieza a pieza contra la alta humedad habida en la Iglesia de la Universidad (recinto coetáneo de las propias partituras escuchadas), por lo que Calia Álvarez, Fernando Santiago y Roberto Alonso debieron afinar concienzudamente sus instrumentos antes de interpretar cada obra.
La primera de ellas vino de la mano del compositor francés Joseph Bodin de Boismortier, de quien escuchamos su Trio sonata, op. 50 nº6, buena muestra del interés de Concert Le Phénix por recuperar piezas poco abordadas en nuestros escenarios, adaptándolas para su formación, pues con viola da gamba y dos violonchelos escuchamos este trío originalmente compuesto para violín, violonchelo y bajo.
Ya desde su Largo inicial, se evidenció una dinámica que habría de ser recurrente en todo el concierto: el uso extensivo del contrapunto imitativo para destacar las cualidades tímbricas, armónicas y expresivas del violonchelo de Fernando Santiago y de la viola da gamba de Calia Álvarez, primeras voces en alternancia a lo largo de las diferentes piezas (aquí, por tanto, las de violín y violonchelo en lo que sería la partitura original), mientras que Roberto Alonso asume el papel de bajo continuo, con una técnica y una personalidad realmente destacables, sirviendo de idónea base rítmica y armónica para los tres instrumentos, en los compases a trío, así como mostrando un cómplice diálogo en los pasajes a dúo con los respectivos solistas, siendo excelente el modo en que Alonso va pasando del acompañamiento en dúo al bajo continuo, de forma tan fluida y lógica, a nivel estructural: fruto de una labor de ensayos y de un trabajo sobre la adecuación de esta transcripción a sus propias características como trío que se antoja resultado de un estudio en profundidad.
De todo ello fue un perfecto ejemplo el Allegro de la Sonata de Boismortier, por el modo en que Alonso compacta a Concert Le Phénix, siendo un verdadero puntal para la firmeza rítmica del conjunto gallego, un trío de sonoridad exquisita en el que —huelga decirlo— los instrumentos portan cuerdas de tripa y se atacan con arcos barrocos, prescindiendo de la pica, al ser sujetados entre las rodillas, con su correspondiente cordal de época, lo que depara la idoneidad en el sonido que disfrutamos en el Allegro final, marcado por la respiración tan compartida por el trío instrumental y su fidelidad a las indicaciones de tempo, siempre muy certeras a lo largo de todo el concierto (lección bien aprendida, sin duda, de un Hidemi Suzuki que en esta cuestión es siempre un modelo a seguir).
La segunda partitura del concierto fue la Trio sonata, op. 1 nº1 del compositor y violonchelista anglo-italiano Giacobbe Cervetto, obra que en su Adagio inicial nace desde un dúo formado por el violonchelo de Roberto Alonso y la viola da gamba de Calia Álvarez, en lo que será un constante juego de pares dentro de esta Sonata en la que Alonso cobra un mayor protagonismo melódico y estructural, dentro de una partitura más enfática y extrovertida en su ataque; por tanto, más meridional y marcada por la oralidad en la articulación, por lo que el asomo del canto y la impronta de compositores italianos como Pergolesi no es aquí menor. Ya en el Minuetto, manda un notable virtuosismo y los constantes juegos de planos entre primera voz y eco, con un sentido acusadamente dramatúrgico que Concert Le Phénix despliega a la perfección, siempre cuidadosos con la unidad de estilo y la afinación unitaria como trío.
Pero quizás la obra que evidenció de forma más explícita la contraposición entre la viola da gamba y el violonchelo fue la Sonata en dúo, op. 3 nº3 del compositor francés Jean Baptiste Masse, partitura que escuchamos a Fernando Santiago y Calia Álvarez. Sus contrapuntos imitativos devienen, además de un bellísimo ejercicio melódico, un auténtico estudio del timbre, a través de la armonía, pasando alternativamente violonchelo y viola da gamba de primera voz a bajo continuo, como acompañamiento, de forma primorosa. De ahí, que la unión de sus dos voces en el Aria resulte de lo más congruente con la búsqueda armónica del otro que había sido el Vivace, como el contrapunto en el Allegro final: corolario de los dos primeros movimientos y pieza en la que Fernando Santiago y Calia Álvarez confieren un plus de énfasis rítmico y canto en sus instrumentos, dejándonos una versión primorosa.
Con el compositor, organista y teórico francés Michel Corrette llegamos a un autor muy especial para Concert Le Phénix, agrupación que de una partitura homónima para cuatro instrumentos de registro grave del propio Corrette toma su nombre. En el Ateneo Barroco, fue Les Délices de la Solitude, op. 20 nº6 la obra del compositor galo que escuchamos, partitura que parecía directamente emanada de la anterior, al nacer desde un dúo de violonchelo y viola da gamba, progresivamente ampliado a trío en una música más libre y espontánea, en la que el equilibrio entre las tres voces es mayor y se destilan ecos folclóricos muy elegantemente expuestos por Concert Le Phénix. Nuevo arreglo de Fernando Santiago para trío de viola da gamba y dos violonchelos (el original de Corrette es para violonchelo, viola da gamba o fagot con bajo continuo), el segundo movimiento se convirtió en uno de los momentos más bellos y delicados del concierto, con su estructura doble: en primer lugar, con el violonchelo de Fernando Santiago como primera voz, con segundo violonchelo y viola como continuo; mientras que posteriormente es Calia Álvarez la que asume dicho protagonismo, con un cantabile poderosamente evocador, de hermoso lirismo. La Giga final supuso, por ello, un fortísimo contraste con el poético Affettuoso, marcada por el ímpetu rítmico y la energía de Concert Le Phénix, rubricando otra lectura primorosa en técnica y estilo.
Cerró el concierto (antes de un encore sobre un tema jazzístico un tanto intrascendente y diría que fuera de lugar, pues rompió el encanto barroco que durante el concierto se había creado) el compositor y jurista veneciano Benedetto Marcello, de quien escuchamos su Sonata a tre, op. 2 nº1, una partitura que otorga a Roberto Alonso un mayor protagonismo, con sus pizzicati y fraseos como primera voz, lo que nos permite acabar de conocer mejor la personalidad de cada músico de Concert Le Phénix, desde el rigor de Fernando Santiago a la expresividad de Calia Álvarez, pasando por el desparpajo y la contundencia de Roberto Alonso, perfilando un trío que se complementa y entiende a la perfección: fruto de la aquilatada madurez de sus tres intérpretes, lo que redunda en la sensibilidad y el cuidado de su sonido.
Todas estas sutilezas y ejercicios de (buen) estilo se vuelven a escuchar en la alternancia de movimientos lentos y rápidos de esta Sonata a tre, desplegando Concert Le Phénix una notable construcción arquitectónica en el primer Presto, repleto de detalles y juegos con las dinámicas para crear espacios y volúmenes. Es por ello que, ya sea como trío o individualmente, estamos deseando volver a escuchar a Concert Le Phénix en nuestros escenarios.
Paco Yáñez