SANTES CREUS / Jordi Savall y Les Musiciennes du Concert des Nations ofrecen una brillante noche barroca
Monasterio de Santes Creus (Tarragona). 15-VIII-2024. IV Festival Jordi Savall. Les Musiciennes du Concert des Nations. Jordi Savall, dirección. Obras de Corelli, Vivaldi, Haendel, J.S. Bach, Avison, Geminiani.
Bajo la dirección de Jordi Savall, Les Musiciennes du Concert des Nations dedicaron su programa, inscrito en el IV Festival Jordi Savall, al esplendor del barroco instrumental, interpretando Concerti Grossi y Follie pertenecientes a un amplio abanico de compositores. La plaza de Bernat Calvó, rodeada por sus dependencias monacales y ubicada en el Real del Monasterio cisterciense de Santes Creus, acogió cerca de un millar de personas en un concierto marcado por unas versiones que brillaron por el virtuosismo y un constante juego de dinámicas. Con un sonido cuidadosamente amplificado. celebérrimas obras para instrumentos de cuerda de Corelli –Concerto grosso Op. 6 nº 8 “fatto per la notte di Natale”–, Vivaldi –Concierto en re menor Op. 3 nº 11 de “L’ estro armonico”– o de J.S. Bach –Concierto de Brandemburgo nº 3– desfilaron en unas interpretaciones de impecable ejecución técnica.
El conjunto instrumental Les Musiciennes du Concert des Nations se fundó tomando como modelo las actividades musicales que se desarrollaban en el Ospedale della Pietà, la célebre institución benéfica veneciana cuya orquesta alcanzó su momento álgido bajo la dirección de Vivaldi. Desde 2019 una veintena de jóvenes intérpretes internacionales menores de treinta y nueve años son seleccionadas en audiciones anuales para integrarse en unas academias de perfeccionamiento y formar parte de este proyecto de orquesta femenino.
Las inclemencias climáticas que se habían sucedido durante la jornada no eran las idóneas para interpretar con instrumentos que utilizan cuerdas de tripa; la humedad obligó a la afinación entre cada obra interpretada para encontrar el ajuste más perfecto posible.
De Les Musiciennes du Concert des Nations destaca la energía y vitalidad de sus interpretaciones. En un primer bloque se ofrecieron tres Concerti Grossi, los citados de Corelli y Vivaldi, al que se añadió el Op. 6 nº 6 de Haendel, fechado en Londres en 1740. Los violines solistas de Alfia Bakieva, que llevaba entre sus manos un violín Francesco Rugeri construido en Cremona en 1680, y Neza Klinar junto al violonchelo de Aliya Bakieva, se elevaron por encima de unas lecturas ricas en claroscuros y brillantes en el empleo de dinámicas, que la dirección de Jordi Savall cuidó para lograr un sugestivo equilibrio.
Virtuosismo y exigencia de tempi que alcanzó uno de sus momentos más brillantes con un nuevo apartado del programa que se abría con el Tercer concierto brandemburgués de Bach. Como el propio Savall explicó, la orquesta quedaba ahora integrada por tres violines, tres violas y tres violonchelos, con un rol protagonista para cada instrumentista. Junto el impecable trabajo al clave de Marie van Rhijin, la interpretación tendió a enfatizar las sonoridades radiantes que otorgan la tonalidad de Sol Mayor, la claridad de los contrapuntos y la precisión de ejecución de unos diálogos instrumentales repletos de vivacidad.
Del compositor británico Charles Avison se incluyó el Concierto IX en siete partes en Do Mayor que, fechado en Londres en 1744, toma su inspiración en distintas obras para clavicémbalo de Domenico Scarlatti. Obra por lo tanto italianizante, cuya su deliciosa Siciliana permitió admirar las sutilezas de una orquesta compacta y cohesionada en lo técnico y expresivo. El Concerto grosso en re menor de Francesco Geminiani, sopra “La Folia” d’ Arcangelo Corelli Op. 5 nº 12, fue el último envite para unas intérpretes que desplegaron todo su virtuosismo a lo largo de estas variaciones desarrolladas sobre la consabida base armónica. Éxito para Les Musiciennes, que ya fuera de programa interpretaron la Marche pour les Matelots de “Alcyone” de Marin Marais, compositor que como Savall quiso recordar “había fallecido un quince de agosto como hoy, del año 1728”.
Lluís Trullén
(fotos: Eric Altimis)