SANTANDER / Noches de verano entre Purcell y Mahler

Santander. Palacio de Festivales. 12-VIII-2023. Midori, violín. Sinfónica de Castilla y León. Director: Juanjo Mena. Obras de Beethoven y Mahler.
Ampuero. Santuario de La Bien Aparecida. 13-VIII-2023. Al Ayre Español. Director: Eduardo López Banzo. Obras de Purcell, Blow, Corelli y Gabrielli.
De la mano de Juanjo Mena el Festival de Santander volvía a pisar el terreno estable que proporciona el gran repertorio sinfónico. En particular, su concierto demostró la vitalidad de un clásico como Beethoven junto a la modernidad de Mahler, así como la solvencia de la Sinfónica de Castilla y León para asegurar con puntales el hecho distintivo de cada uno de ellos. A Mena, que en los últimos años ha dirigido a varias de las mayores centurias del planeta (desde Berlín, Dresde o Leipzig hasta Cleveland, Chicago, Filadelfia y un largo etcétera), le dio una respuesta conjuntada y muy sólida, confirmada por la reacción de un público que anduvo cerca de llenar el Palacio de Festivales, aunque en el Concierto para violín de Beethoven el éxito fue compartido con Midori como solista de técnica superlativa, de una manera de tocar que se mostraba profunda y expresiva hasta el punto de convertir el Larghetto casi en una balada celestial.
Igual que no hubo fragilidad en su violín tampoco la hubo en el soporte orquestal de Mena, cuya firmeza se hizo patente desde los primeros compases. Transparente y a la vez vibrante, fiel al estilo que ha dignificado su carrera, era fácil ver que en el podio estaba el mismo director que secundó a Perianes en los cinco conciertos para piano de Beethoven en la edición de 2019, el mismo que daba espacio a la música y que hacía hablar a la orquesta (entonces era la Filarmónica de Londres) con una rotundidad que hoy día apenas se estila en el repertorio clásico. Echando la vista más atrás, sus claves de la Primera de Mahler guardaban continuidad con el legado de sus largos años como titular de la Sinfónica de Bilbao y, singularmente, con una Sexta memorable de 2005: el manejo del conjunto (representado en una sutilísima suspensión de la cuerda en el arranque) unido a la solidez de un sonido construido desde el grave; el gesto elástico y expresivo que denota inequívocamente lo que ve dentro de la obra; la confianza en los solistas, algunos de los cuales (como el contrabajo en el inicio de la marcha fúnebre) se hicieron destacar. El paso del tiempo habrá madurado su visión de Mahler, enriqueciéndola con la sabiduría que da la vida, pero su fuerza sigue siendo indiscutible.
La noche siguiente el foco se desplazó de la capital al Santuario de la Bien Aparecida, donde Al Ayre Español ofreció un programa integrado en su eje principal las seis primeras Sonatas of Three Parts del joven Purcell, atravesadas por una mezcla de influencias que en el momento de su publicación (1683) debieron de resultar explosivas. Hermanarlas con dos sonatas de Corelli ponía de relieve de dónde les venía la luminosidad de su escritura, aunque en sus incursiones armónicas existía una audacia extrema a la que Eduardo López Banzo hizo referencia al dirigirse al público al término de la velada: “es una música que no descansa, que está siempre en tensión”. El virtuosismo no ha sido nunca un fin de Al Ayre Español, pero no por ello iban sus integrantes (Alexis Aguado y Kepa Arteche en los violines, Aldo Mata en el violonchelo, Xisco Aguió en el contrabajo y el propio López Banzo al órgano) a renunciar a la espectacularidad exterior e interior de estas extrañas sonatas, igual que tampoco podían eludir en ellas sus originales sonoridades o, simplemente, la dulce expresión del afecto.
Asier Vallejo Ugarte