SANTANDER / ‘Luisa Fernanda’: vuelven las sombrillas

Santander. Palacio de Festivales. 29-IV-2022. Moreno Torroba: Luisa Fernanda. Maite Alberola, César San Martín, Rocío Ignacio, Jorge de León, Marina Pardo, Ana Nebot. Coro Lírico de Cantabria. Oviedo Filarmonía. Director musical: David Gómez-Ramírez. Director de escena: Davide Livermore.

Había sed de zarzuela en Santander después de largos años de ausencia, como demostraron la espléndida entrada registrada por el Palacio de Festivales y las ovaciones con que fue recibida la función, lo que invita a confiar en que el género lírico español por antonomasia no vuelva a marcharse. Hay que valorar tanto que se ofreciese uno de sus grandes títulos, Luisa Fernanda, como que se apostase por una producción de indudable calidad como la de Davide Livermore, que salía de Madrid por primera vez tras estrenarse en el Teatro de la Zarzuela en enero del año pasado. Ambientada en los años 30 en torno al mítico Cine Doré madrileño, distinta de lo habitual, alejada de las convenciones, sin falsos casticismos y estéticamente cuidada al milímetro, no evitó la impresión de que su manera de contar la historia se iba estancando un poco a medida que avanzaba la función (demasiados giros de plataforma, demasiadas proyecciones) y hubo de esperar al cuadro extremeño para remontar finalmente el vuelo.

Los cuatro principales del elenco cantaron sus papeles en Madrid y mantuvieron viva la chispa teatral hasta la última escena, aunque vocalmente ofrecieron perfiles muy distintos. Maite Alberola se erigió en el puntal de la trama con una Luisa Fernanda dibujada con admirable contención, amplio fraseo y un centro tan esmaltado como caudaloso, pero fue César Martín, con los medios más humildes del cuarteto protagonista, quien construyó en Vidal el personaje más entrañable, el más sentido desde dentro y, probablemente, el mejor cantado. Rocío Ignacio buscó la identificación con su papel (Carolina) a través de sus resortes escénicos, mientras que Jorge de León (Javier) ofreció más contundencia vocal que refinamiento, más fortaleza en los agudos que elegancia en el fraseo. No es el enfoque habitual en el papel pero todo lo puede la partitura. Dentro del plantel de secundarios fue muy aplaudida la mezzo de la casa, Marina Pardo, como lo fueron las 22 voces de un Coro Lírico de Cantabria que cantó con intención y cuidado por decir con claridad el texto pese a ciertas asperezas en lo puramente tímbrico. Algo similar se puede decir de la Oviedo Filarmonía, aunque la batuta de David Gómez-Ramírez la guió por una senda luminosa y ensambló con oficio los distintos elementos de esta gran zarzuela que fue saludada con el gozo de lo largamente esperado.

Asier Vallejo Ugarte