SANTANDER / Doña Francisquita: la vigencia de un clásico

Santander. Palacio de Festivales. 12-V-2023. Rocío Pérez, José Luis Sola, Manuel de Diego, Marina Pardo, Palmira Ferrer, Enric Martínez Castignani, Beatriz Lanza, César San Martín. Rondalla Grupo Albéniz. Coro Lírico de Cantabria. Coro Joven de Santander. Oviedo Filarmonía. Director musical: Miquel Ortega. Director de escena: Francisco López. Vives: Doña Francisquita.
Va camino de cumplir cien años Doña Francisquita (se estrenó en el Teatro Apolo de Madrid en octubre de 1923), pero su poder de atracción se mantiene incólume a juzgar por la magnífica entrada que ofrecía el Palacio de Festivales santanderino, prácticamente lleno a simple vista. Una vez más, a la elección de una obra relevante se sumaba la apuesta por una producción inteligente como es la de Francisco López, realizada con un estilo clásico que despliega por igual claridades y sombras, un costumbrismo permeable tanto a lo luminoso como a lo nostálgico. Sus atractivos decorados parecen expresar que no hay nada tan tradicional como la zarzuela al tiempo que potencian la obra de Vives como un relato de elegante madrileñismo. De su estreno en el Villamarta de Jerez han pasado diecisiete años y, clásica y refinada como es, no ha tenido necesidad de inventar un estilo para mantenerse vigente.
Con Madrid como gran escenario de fondo, en la música de Doña Francisquita a la particularidad de la tradición española se une la universalidad a la que también aspiraba Vives. Esa doble mirada fue traducida de manera precisa por un Miquel Ortega en el que siempre se puede confiar con la certeza de que todo va a ir bien, como fue el caso, brindando un acompañamiento ejemplar a los cantantes y e imprimiendo buen ritmo a la trama, aunque no evitase algunas sonoridades poco depuradas por parte de la orquesta ovetense. De igual manera, hay que poner en valor la entrega y la prestancia mostradas por los excelentes conjuntos locales, el Coro Lírico de Cantabria y el Coro Joven de Santander, con resultados superiores en las escenas festivas que en el arranque nocturno del tercer acto.
Del elenco, no del todo homogéneo, hay que destacar a la madrileña Rocío Pérez como Francisquita de voz preciosa, canto inmaculado, variedad de matices, seguridad en los agudos, instinto teatral y gran desenvoltura escénica. La impresión a lo largo de toda la noche era la de estar ante una soprano ligera en la mejor tradición. José Luis Sola, un Fernando más soñador que ardiente enamorado, compensó su escaso caudal, sus limitaciones en la zona alta y una cierta frialdad expresiva con su proverbial elegancia en el fraseo, mostrada en una muy apreciable “Por el humo se sabe dónde está el fuego”. Marina Pardo no tuvo su mejor noche en términos estrictamente vocales, pero en su Aurora, que fue de menos a más, se apreciaron detalles de artista curtida sobre los escenarios. Y tanto Manuel de Diego como César San Martín encarnaron sus respectivos papeles de Cardona y el botillero Lorenzo Pérez con sobriedad frente a los excesos a los que a veces es dada la zarzuela, no desde luego Doña Francisquita, cuya presencia tan bien recibida permite seguir confiando en un buen futuro para la lírica en Santander.
Asier Vallejo Ugarte
(fotos: Miguel de Arriba/SRECD)