SAN SEBASTIÁN / The Ministers of Pastime deleitan transitando la Europa de 1600
San Sebastián. Claustro del Museo de San Telmo. 21-VIII-2024. Quincena Musical. Ciclo de Música Antigua. The Ministers of Pastime. Terminis: Música de exilio y migración en Europa en torno a 1600. Obras de Salomone Rossi, Leonora Duarte, William Brade, John Dowland et al.
Hace algo más de un año, en el marco del FIAS, tuve la oportunidad de escuchar y descubrir un joven grupo de música antigua en un concierto que ha quedado grabado en esa memoria musical que se va labrando uno a lo largo de los años. En la reseña del concierto no oculté mi entusiasmo por este conjunto que derrocha talento y una contagiosa energía y que obedece al curioso nombre de The Ministers of Pastime. En esta ocasión venían en una formación algo más reducida: Ignacio Ramal y Ángela Moro (violines), Alaia Ferrán (viola), Marc de la Linde (viola da gamba), Alberto Jara (violone) y Jeremy Nastasi (archilaúd y guitarra barroca). Una pena porque nos quedamos sin el concurso de otros grandes músicos del grupo como el organista y clavecinista Joan Seguí, limitación obligada por la imposibilidad de albergar a más músicos en el escueto escenario del claustro del Museo de San Telmo. Contando en la ciudad con un espacio como la sala de cámara del Kursaal, es una lástima que por cuestiones presupuestarias la Quincena no pueda disponer de un lugar idóneo para conciertos de música antigua o de música de cámara de formato algo mayor mientras la citada sala permanece vacía.
Después de haberles vuelto a escuchar, me reafirmo en las sensaciones que me produjo el anterior concierto y puedo añadir otra virtud de The Ministers of Pastime: tienen habilidad e inteligencia para elaborar programas interesantes, rigurosos y atractivos. Si en aquella ocasión el hilo conductor eran los maestros de capilla de la corte de Viena –magnífico pretexto para escuchar una música deslumbrante– ahora se han presentado en la Quincena con otro proyecto musical en torno los intercambios musicales en la Europa de hacia 1600 derivados del exilio de judíos a otros países y de los movimientos migratorios. Lo que nos obliga a un viaje que tendríamos que comenzar en la Península Ibérica a finales del siglo XV, con los decretos de expulsión de la comunidad judía de los reinos de España y Portugal. Algunos de estos judíos recalaron en el norte de Italia, llegando a ser muy relevantes en ciudades como Venecia –donde las autoridades de la república organizarán el primer gueto de la historia–, Mantua o Ferrara. Según algunas teorías, descendientes de los judíos sefardíes establecidos en Venecia serán los que, tras viajar a Inglaterra, formarán allí el primer consort de violines, que interpretarán fundamentalmente música de danza. En las islas británicas estaba ya asentada en la corte la tradición de música para conjuntos de violas da gamba, que tocaban una música más abstracta. La conjunción de ambas prácticas a cargo de los mismos músicos dará lugar en la corte inglesa al consort mixto. Y es esta música para consort mixto, de Inglaterra y otras latitudes, la que se tocó en el concierto. Por cierto, The Ministers of Pastime es una expresión que utilizó el embajador francés para referirse a la búsqueda de músicos en el continente para la corte de la pérfida Albión.
La música inglesa estuvo representada por varias piezas de la segunda mitad del siglo XVI. El concierto empezó con la bella y curiosa polifonía del In nomine atribuido a Picforth, en la que los intérpretes nos mostraron cómo de la sencillez puede nacer algo sofisticado. Más adelante tocaron varias danzas de época isabelina recogidas en una importante colección, los Lumley Partbooks, a la que pudo contribuir un autor que obedece al nombre de Albert Kellim del que apenas sabemos nada. A él se atribuye la llamada Pavana y gallarda de Alberti, que The Ministers of Pastime interpretaron, como el resto de danzas, de forma fresca e imaginativa, con una preciosa introducción al archilaúd por parte de Jeremy Nastasi. Otras danzas de esta época han llegado hasta nosotros gracias a The Dancing Master, recopilación de distintos tipos de danzas de diferentes países realizada por el librero y editor John Playford, publicada por vez primera en 1651, aunque contiene obras muy anteriores como An Italian rant, interpretada hacia el final del concierto. Muy distinta es la música de John Dowland, epítome de la melancolía, de quien The Ministers interpretaron la Lachrimae Antiquae, música de enorme hondura y delicadeza que encontró una interpretación a la altura, llena de sensibilidad y buen gusto, y que nos puso al borde de las lágrimas a las que alude el título de la colección a la que pertenece: Lachrimae, or Seven Tears.
William Brade es un músico que hizo el camino inverso, de Inglaterra al continente, en busca de mejores oportunidades de trabajo. Encontró acomodo en distintas cortes alemanas y en Dinamarca y allí llevó esa música de impronta italiana en la que el violín va adquiriendo un nuevo protagonismo. Entre la música que escribió, toda ella instrumental, destaca un coral que pasa por ser la primera obra para violín solista compuesta por un compositor inglés, que fue interpretada magistralmente por Ignacio Ramal. También Brade fue pionero entre sus compatriotas a la hora de componer canzonas en estilo italiano, faceta que estuvo representada en el concierto por la Canzon V.
Otro compositor con una curiosa historia relacionada con la temática del programa es Salomone Rossi, conocido como “el judío de Mantua”, pues trabajó durante toda su carrera en la corte de los Gonzaga, donde coincidió con Claudio Monteverdi. Perteneciente a una familia judía –como deja ver a las claras su nombre– asentada en Mantua desde hacía varias generaciones, Rossi es uno de los compositores que más activamente contribuyeron al desarrollo de la música instrumental italiana en el primer tercio del siglo XVII. De sus tres primeros libros delle Sinfonie e Gagliarde se interpretaron varios ejemplos que conjugan cierta severidad contrapuntística con ese hálito melódico que siempre atesora la música italiana, características que se pusieron de manifiesto en una interpretación que supo encontrar el punto justo entre el rigor y la audacia, con una compenetración de los músicos ciertamente sensacional.
Leonora Duarte es una figura poco conocida y muy interesante. Pertenecía a una familia judía de origen portugués que se estableció en Amberes, donde prosperó comerciando con joyas –especialmente diamantes– y obras de arte. Leonora, al igual que otros hermanos suyos, tocaba varios instrumentos y llegó a ser una consumada compositora aficionada. Se especula con la posibilidad de que estudiara música con John Bull, exiliado desde 1615 en la capital flamenca huyendo de varias acusaciones que atentaban a su honorabilidad (adulterio, incontinencia y otras lindezas por el estilo). Leonora Duarte compuso siete obras a cinco partes que ella llamó Sinfonías, de clara inspiración inglesa y de las que se interpretaron dos ejemplos en el concierto. Lecturas que huyeron de la sequedad con la que a veces se interpreta este tipo de música y la tornaron mucho más atractiva e interesante.
The Ministers of Pastime demostraron cómo se puede conjugar una gran libertad –la que permite este repertorio– con la adecuación estilística que a su vez requiere una música que no se presta a ciertos excesos. Todo nace del estudio y del entusiasmo de tocar una música que se ama, del placer de hacer música entre amigos, un espíritu que podemos imaginar cuando se abordaban algunas de estas piezas hace unos cuatrocientos años en entornos domésticos como la casa de los Duarte en Amberes.
Como contrapunto a todas estas obras, The Ministers incluyeron en el programa una obra reciente de Maya Kadish, que además de compositora es una excelente violinista, especialista en música italiana del siglo XVII al frente de formaciones como La Vaghezza, de la que forma parte también Ignacio Ramal. Lilan es una pieza que trabaja sobre las sonoridades y que curiosamente emparenta con alguna obra escuchada en el concierto como el In nomine inicial en su original concepción polifónica. Sorprendente el efecto sonoro conseguido al comienzo con los distintos instrumentos frotando el arco sobre una cuerda con diferente intensidad y velocidad para obtener distintas y misteriosas sonoridades más o menos agresivas. Y sobre ese tapiz sonoro el primer violín tocaba -o más bien musitaba- lo que parecía una canción popular judía. Tras un crescendo casi insoportable, conseguido por el frotamiento extremo de los arcos, una cesura nos llevó a una segunda sección en la que los distintos instrumentos parecían interpretar retazos de melodías sueltas irreconocibles, hasta que al final todo se calmaba y los dos violines interpretaban una melodía -quizás la misma de la primera parte- en un curioso contrapunto. Una obra en la que algo se esfuerza por abrirse camino y que encierra una extraña poesía.
Como propina ante los calurosos aplausos, The Ministers ofrecieron otra pieza de William Brade, Ein Schottisch Tan, de indudable sabor popular escocés pero con la ventaja de prescindir de la gaita. Tras este concierto, sólo nos cabe desear no tener que esperar mucho para poder escuchar a estos talentosos músicos.
Imanol Temprano Lecuona